DISEÑOS DE INVESTIGACIÓN DEL CAMBIO EVOLUTIVO
Un diseño de investigación no es más que un procedimiento que permite contrastar las hipótesis de partida con ciertas garantías de fiabilidad y validez.
Muy ligada a la decisión sobre las variables que interesa estudiar (manipular) como VIs y las variables extrañas que interesa controlar (igualar, aleatorizar), la siguiente decisión importante al comparar edades es la de si se utilizaran los mismos o distintos sujetos para cada nivel de interés. En otras palabras, debe decidirse si se realizaran comparaciones intra-grupo (un solo grupo para todos los niveles o valores que toma la VI) o comparaciones inter-grupo (un grupo distinto para cada nivel o valor de la VI). Estas dos formas de comparación corresponden respectivamente a dos tipos de diseños característicos dentro de la psicología, los diseños intra-sujeto, o de medidas repetidas, puesto que son los mismos sujetos los que se observan repetidamente al pasar por las distintas condiciones; y los diseños inter-sujeto, o de medidas independientes, dado que se utilizan distintas muestras o grupos para las distintas condiciones experimentales.
En relación con esta doble posibilidad, la variable edad también resulta especial justamente por permitir ambas aproximaciones metodológicas. Con la variable edad se pueden seleccionar grupos de sujetos que ya posean los distintos niveles de interés (diferentes edades), pero también se tiene la opción de elegir sólo un grupo y esperar a que los sujetos vayan tomando los distintos valores, es decir, vayan pasando de una edad a otra. De hecho, es de esta doble posibilidad metodológica de la que se derivan directamente los dos diseños característicos de la psicología evolutiva: el diseño transversal como estrategia intersujeto (se estudian diferentes sujetos de distintas edades) y el diseño longitudinal como estrategia intrasujeto (se estudia a los mismos sujetos a través de sus diversas edades).
Diseños longitudinales y transversales
Un estudio longitudinal se basa en el seguimiento de los mismos sujetos a lo largo de un cierto periodo de tiempo, es decir, implica la observación repetida (al menos dos veces, dos medidas) de una misma muestra de sujetos en distintos niveles de edad (al menos dos niveles). Se trata de un diseño intrasujeto o de medidas repetidas y, por tanto, relacionadas.
En un estudio transversal, por el contrario, se comparan en un único momento temporal distintos grupos de edad; es decir, son diferentes sujetos los que se observan en cada edad de interés, lo que supone un diseño de medidas independientes o intersujeto.
Objetivos de investigación
La principal diferencia implicada en cuanto a los objetivos posibles en los dos tipos de diseños tiene que ver de manera fundamental con la importante distinción que hemos hecho entre diferencias con la edad y cambios con la edad. Puesto que los estudios transversales utilizan diferentes muestras de edad, sus resultados permitirán establecer las diferencias existentes entre las diferentes edades, pero no aclarar si tales diferencias reflejan de hecho cambios evolutivos, es decir, cambios debidos al efecto de las variables asociadas con la edad. Esto puede inferirse, pero no demostrarse. Un estudio longitudinal, por el contrario, al seguir en el tiempo a los mismos sujetos, permite detectar y medir directamente el cambio evolutivo intraindividual. Esto significa que es únicamente a través de la aproximación longitudinal como podemos tratar de responder a las cuestiones sobre la consistencia y /o el cambio de la conducta a través de la edad. En este sentido, hay que destacar que no sólo permite establecer el ritmo y la forma de cualquier función evolutiva individual (esto es, precisar el conjunto de transformaciones progresivas y continuas que dibujan el curso evolutivo de una determinada conducta o sistema de conductas), sino también las diferencias y semejanzas inter-individuales en estas funciones (comparación de la evolución del mismo aspecto en distintos sujetos) y las relaciones que puedan existir entre funciones y dimensiones diferentes en un mismo individuo (comparación de la evolución de distintos aspectos en un mismo sujeto).
Este tipo de cuestiones son las que interesan esencialmente a la psicología evolutiva, de manera que, desde este punto de vista, puede decirse que los diseños longitudinales son claramente superiores a los diseños transversales.
Pero la posibilidad de estudiar la evolución intraindividual mediante los diseños longitudinales también constituye la única opción posible cuando el interés está en determinar los factores influyentes o determinantes de esa evolución y de sus variaciones; es decir, siempre que se trate de relacionar el desarrollo con cualquier acontecimiento previo, sea este otro aspecto del desarrollo (p.e. la edad en que se empieza a caminar) o determinadas condiciones ambientales. En general, constituye el único método valido cuando se trata de determinar la relación entre algo que ocurre antes y algo que ocurre después, es decir, cuando se compara la relación entre distintas variables a lo largo del tiempo.
Los objetivos que pueden perseguirse a través de los diseños transversales son mucho más limitados: sólo permiten obtener información general sobre las diferencias existentes entre sujetos de distintas edades, sin que puedan precisarse sus relaciones o su naturaleza evolutiva. Pese a ello, los estudios transversales son mucho mas frecuentes que los longitudinales. Las razones de este desequilibrio son eminentemente practicas: los estudios longitudinales no sólo requieren mas tiempo, sino que, por lo general, también resultan mas costosos en otros muchos aspectos, como el mantenimiento de los sujetos, personal investigador, infraestructuras materiales, planificación, etc; con lo que también resultan mas difíciles de ser llevados a cabo con éxito.
Por otro lado, puede pensarse que, aunque los datos transversales no reflejen la función evolutiva individual, si pueden constituir una buena aproximación a lo que se obtendría con un estudio longitudinal. Evidentemente, en la medida en que se de esta correspondencia entre los dos tipos de datos, las ventajas de un acercamiento transversal se vuelven sustanciales. Desafortunadamente, raramente es este el caso. Los resultados transversales no suelen coincidir con los obtenidos en estudios longitudinales.
La principal razón de esta discrepancia está en que, por la propia naturaleza de los diseños, los datos obtenidos a partir de las distintas muestras de edad en los diseños transversales son poco comparables o, al menos, no lo son tanto como los obtenidos en la única muestra de un diseño longitudinal.
Problemas metodológicos: control y validez
Los diseños longitudinales y transversales pueden verse como diferentes formas de muestreo al estudiar las distintas edades en relación con otras dos dimensiones temporales importantes: el momento de la observación, por ejemplo los años en que tiene lugar; y la generación observada, relativa al año de nacimiento de los sujetos. Así, en los diseños longitudinales se investiga con individuos de una misma generación de los que se van obteniendo medidas en distintos momentos temporales. En los diseños transversales los participantes pueden pertenecer a distintas generaciones (cuando los grupos comparados tienen edades muy distintas), pero son evaluados en un mismo momento temporal.
Así, tenemos tres tipos de diseños simples que surgen de la combinación particular de los tres factores temporales aludidos: el longitudinal, el transversal y el diseño de intervalo temporal, donde se observan muestras de distintas generaciones en distintos momentos temporales.
El concepto de generación es un concepto demográfico (un tipo de cohorte) que se refiere al conjunto de personas nacidas en un mismo momento histórico y tienen aproximadamente la misma edad y han vivido experiencias o circunstancias semejantes (una guerra, por ejemplo). Este aspecto es importante en la medida en que las diferentes generaciones están sujetas a diferentes influencias socio-culturales (los llamados efectos de cohorte o generacionales) que deberán tenerse en cuenta al estudiar la evolución individual. Estos efectos generacionales son imposibles de controlar en el diseño transversal.
En los diseños transversales, edad y generación covarían de forma paralela (cada edad corresponde a una generación distinta y viceversa), con lo que no solo no se gana en representatividad, sino que los efectos de ambas variables se confunden: no se puede distinguir en qué medida lo observado se debe a la edad y en que medida al efecto particular de la cohorte generacional. En general, podremos esperar mayor efecto generacional cuanto menos biológica sea la variable dependiente observada y mayor la separación entre las edades consideradas.
Esta imposibilidad de separar la edad y la generación constituye, sin duda, la principal amenaza a la validez interna de este tipo de diseños, a lo que habría que añadir la posibilidad de que se produzca un sesgo selectivo en los grupos de estudio, es decir, la posibilidad de que los grupos seleccionados no sean equiparables (semejantes en todas las variables, excepto en la que se va a manipular en el experimento), una posibilidad bastante probable incluso cuando el investigador es consciente de la importancia del problema y deliberadamente trata de evitarlo.
Los problemas asociados a los diseños longitudinales son diferentes, dado que también son diferentes los aspectos fijos y variables implicados en la situación. En este caso, el aspecto fijo es, precisamente, la muestra (un solo grupo), lo que tiene en principio efectos positivos. De entrada, se evita el sesgo selectivo: los sujetos comparados son necesariamente equivalentes, puesto que son los mismos en todas y cada una de las observaciones. En contrapartida, las medidas repetidas sobre una misma muestra pueden tener consecuencias negativas importantes, como lo son los posibles efectos en la practica en los tests aplicados. El principal problema, sin embargo, se refiere aquí a la representatividad de la muestra que, en los diseños longitudinales, se selecciona entre individuos que pertenecen a una sola generación. Siendo así, los resultados no podrán generalizarse a otras generaciones.
Por otro lado, de la misma manera que en los diseños transversales el único momento de la medida obliga a disponer de varias muestras de edad, en los diseños longitudinales es el hecho de limitarse a una sola muestra generacional lo que impone la necesidad de múltiples momentos de medida para poder observar cada edad; es decir, el tiempo en que medimos es distinto para cada una de las edades. Así, se produce, inevitablemente, una confusión entre los efectos de ambas variables: en este caso, entre edad y momento de la medida. En otras palabras, al no incluir grupos con distintas “historias”, este tipo de diseño no permite separar los efectos madurativos y los derivados de la experiencia vivida hasta los distintos momentos de medida.
Diseños secuenciales
Los problemas de validez que acabamos de abordar con respecto a los diseños longitudinales y transversales se derivan, básicamente, del particular muestreo que cada uno de ellos supone respecto a las tres dimensiones en juego: edad cronológica, generación y momento de la medida. Debido a que estos aspectos no son independientes (cada uno de ellos viene determinado por los otros dos), los diseños tiene el serio inconveniente metodológico de que los efectos de la edad se confunden con el posible efecto de otra variable: la generación en los transversales y el momento de medida en los longitudinales. Los llamados diseños secuenciales surgieron como un intento de solventar este tipo de problemas, especialmente tratando de separar los efectos de la generación sobre la base de una aproximación mixta. En términos generales, estos diseños no son más que distintas formulas de muestreo y recogida de datos que implican el estudio de dos o mas secuencias longitudinales y /o transversales. A este respecto, dos son las propuestas mas significativas: el “modelo evolutivo general de Schaie” y el “modelo de Baltes”. Es importante señalar que, aunque con algunas diferencias, ambas propuestas han pretendido proporcionar modelos de selección y análisis de datos que no sólo sirvieran para describir el cambio evolutivo, sino también para explicarlo en función de los distintos factores en juego.
Un diseño de investigación no es más que un procedimiento que permite contrastar las hipótesis de partida con ciertas garantías de fiabilidad y validez.
Muy ligada a la decisión sobre las variables que interesa estudiar (manipular) como VIs y las variables extrañas que interesa controlar (igualar, aleatorizar), la siguiente decisión importante al comparar edades es la de si se utilizaran los mismos o distintos sujetos para cada nivel de interés. En otras palabras, debe decidirse si se realizaran comparaciones intra-grupo (un solo grupo para todos los niveles o valores que toma la VI) o comparaciones inter-grupo (un grupo distinto para cada nivel o valor de la VI). Estas dos formas de comparación corresponden respectivamente a dos tipos de diseños característicos dentro de la psicología, los diseños intra-sujeto, o de medidas repetidas, puesto que son los mismos sujetos los que se observan repetidamente al pasar por las distintas condiciones; y los diseños inter-sujeto, o de medidas independientes, dado que se utilizan distintas muestras o grupos para las distintas condiciones experimentales.
En relación con esta doble posibilidad, la variable edad también resulta especial justamente por permitir ambas aproximaciones metodológicas. Con la variable edad se pueden seleccionar grupos de sujetos que ya posean los distintos niveles de interés (diferentes edades), pero también se tiene la opción de elegir sólo un grupo y esperar a que los sujetos vayan tomando los distintos valores, es decir, vayan pasando de una edad a otra. De hecho, es de esta doble posibilidad metodológica de la que se derivan directamente los dos diseños característicos de la psicología evolutiva: el diseño transversal como estrategia intersujeto (se estudian diferentes sujetos de distintas edades) y el diseño longitudinal como estrategia intrasujeto (se estudia a los mismos sujetos a través de sus diversas edades).
Diseños longitudinales y transversales
Un estudio longitudinal se basa en el seguimiento de los mismos sujetos a lo largo de un cierto periodo de tiempo, es decir, implica la observación repetida (al menos dos veces, dos medidas) de una misma muestra de sujetos en distintos niveles de edad (al menos dos niveles). Se trata de un diseño intrasujeto o de medidas repetidas y, por tanto, relacionadas.
En un estudio transversal, por el contrario, se comparan en un único momento temporal distintos grupos de edad; es decir, son diferentes sujetos los que se observan en cada edad de interés, lo que supone un diseño de medidas independientes o intersujeto.
Objetivos de investigación
La principal diferencia implicada en cuanto a los objetivos posibles en los dos tipos de diseños tiene que ver de manera fundamental con la importante distinción que hemos hecho entre diferencias con la edad y cambios con la edad. Puesto que los estudios transversales utilizan diferentes muestras de edad, sus resultados permitirán establecer las diferencias existentes entre las diferentes edades, pero no aclarar si tales diferencias reflejan de hecho cambios evolutivos, es decir, cambios debidos al efecto de las variables asociadas con la edad. Esto puede inferirse, pero no demostrarse. Un estudio longitudinal, por el contrario, al seguir en el tiempo a los mismos sujetos, permite detectar y medir directamente el cambio evolutivo intraindividual. Esto significa que es únicamente a través de la aproximación longitudinal como podemos tratar de responder a las cuestiones sobre la consistencia y /o el cambio de la conducta a través de la edad. En este sentido, hay que destacar que no sólo permite establecer el ritmo y la forma de cualquier función evolutiva individual (esto es, precisar el conjunto de transformaciones progresivas y continuas que dibujan el curso evolutivo de una determinada conducta o sistema de conductas), sino también las diferencias y semejanzas inter-individuales en estas funciones (comparación de la evolución del mismo aspecto en distintos sujetos) y las relaciones que puedan existir entre funciones y dimensiones diferentes en un mismo individuo (comparación de la evolución de distintos aspectos en un mismo sujeto).
Este tipo de cuestiones son las que interesan esencialmente a la psicología evolutiva, de manera que, desde este punto de vista, puede decirse que los diseños longitudinales son claramente superiores a los diseños transversales.
Pero la posibilidad de estudiar la evolución intraindividual mediante los diseños longitudinales también constituye la única opción posible cuando el interés está en determinar los factores influyentes o determinantes de esa evolución y de sus variaciones; es decir, siempre que se trate de relacionar el desarrollo con cualquier acontecimiento previo, sea este otro aspecto del desarrollo (p.e. la edad en que se empieza a caminar) o determinadas condiciones ambientales. En general, constituye el único método valido cuando se trata de determinar la relación entre algo que ocurre antes y algo que ocurre después, es decir, cuando se compara la relación entre distintas variables a lo largo del tiempo.
Los objetivos que pueden perseguirse a través de los diseños transversales son mucho más limitados: sólo permiten obtener información general sobre las diferencias existentes entre sujetos de distintas edades, sin que puedan precisarse sus relaciones o su naturaleza evolutiva. Pese a ello, los estudios transversales son mucho mas frecuentes que los longitudinales. Las razones de este desequilibrio son eminentemente practicas: los estudios longitudinales no sólo requieren mas tiempo, sino que, por lo general, también resultan mas costosos en otros muchos aspectos, como el mantenimiento de los sujetos, personal investigador, infraestructuras materiales, planificación, etc; con lo que también resultan mas difíciles de ser llevados a cabo con éxito.
Por otro lado, puede pensarse que, aunque los datos transversales no reflejen la función evolutiva individual, si pueden constituir una buena aproximación a lo que se obtendría con un estudio longitudinal. Evidentemente, en la medida en que se de esta correspondencia entre los dos tipos de datos, las ventajas de un acercamiento transversal se vuelven sustanciales. Desafortunadamente, raramente es este el caso. Los resultados transversales no suelen coincidir con los obtenidos en estudios longitudinales.
La principal razón de esta discrepancia está en que, por la propia naturaleza de los diseños, los datos obtenidos a partir de las distintas muestras de edad en los diseños transversales son poco comparables o, al menos, no lo son tanto como los obtenidos en la única muestra de un diseño longitudinal.
Problemas metodológicos: control y validez
Los diseños longitudinales y transversales pueden verse como diferentes formas de muestreo al estudiar las distintas edades en relación con otras dos dimensiones temporales importantes: el momento de la observación, por ejemplo los años en que tiene lugar; y la generación observada, relativa al año de nacimiento de los sujetos. Así, en los diseños longitudinales se investiga con individuos de una misma generación de los que se van obteniendo medidas en distintos momentos temporales. En los diseños transversales los participantes pueden pertenecer a distintas generaciones (cuando los grupos comparados tienen edades muy distintas), pero son evaluados en un mismo momento temporal.
Así, tenemos tres tipos de diseños simples que surgen de la combinación particular de los tres factores temporales aludidos: el longitudinal, el transversal y el diseño de intervalo temporal, donde se observan muestras de distintas generaciones en distintos momentos temporales.
El concepto de generación es un concepto demográfico (un tipo de cohorte) que se refiere al conjunto de personas nacidas en un mismo momento histórico y tienen aproximadamente la misma edad y han vivido experiencias o circunstancias semejantes (una guerra, por ejemplo). Este aspecto es importante en la medida en que las diferentes generaciones están sujetas a diferentes influencias socio-culturales (los llamados efectos de cohorte o generacionales) que deberán tenerse en cuenta al estudiar la evolución individual. Estos efectos generacionales son imposibles de controlar en el diseño transversal.
En los diseños transversales, edad y generación covarían de forma paralela (cada edad corresponde a una generación distinta y viceversa), con lo que no solo no se gana en representatividad, sino que los efectos de ambas variables se confunden: no se puede distinguir en qué medida lo observado se debe a la edad y en que medida al efecto particular de la cohorte generacional. En general, podremos esperar mayor efecto generacional cuanto menos biológica sea la variable dependiente observada y mayor la separación entre las edades consideradas.
Esta imposibilidad de separar la edad y la generación constituye, sin duda, la principal amenaza a la validez interna de este tipo de diseños, a lo que habría que añadir la posibilidad de que se produzca un sesgo selectivo en los grupos de estudio, es decir, la posibilidad de que los grupos seleccionados no sean equiparables (semejantes en todas las variables, excepto en la que se va a manipular en el experimento), una posibilidad bastante probable incluso cuando el investigador es consciente de la importancia del problema y deliberadamente trata de evitarlo.
Los problemas asociados a los diseños longitudinales son diferentes, dado que también son diferentes los aspectos fijos y variables implicados en la situación. En este caso, el aspecto fijo es, precisamente, la muestra (un solo grupo), lo que tiene en principio efectos positivos. De entrada, se evita el sesgo selectivo: los sujetos comparados son necesariamente equivalentes, puesto que son los mismos en todas y cada una de las observaciones. En contrapartida, las medidas repetidas sobre una misma muestra pueden tener consecuencias negativas importantes, como lo son los posibles efectos en la practica en los tests aplicados. El principal problema, sin embargo, se refiere aquí a la representatividad de la muestra que, en los diseños longitudinales, se selecciona entre individuos que pertenecen a una sola generación. Siendo así, los resultados no podrán generalizarse a otras generaciones.
Por otro lado, de la misma manera que en los diseños transversales el único momento de la medida obliga a disponer de varias muestras de edad, en los diseños longitudinales es el hecho de limitarse a una sola muestra generacional lo que impone la necesidad de múltiples momentos de medida para poder observar cada edad; es decir, el tiempo en que medimos es distinto para cada una de las edades. Así, se produce, inevitablemente, una confusión entre los efectos de ambas variables: en este caso, entre edad y momento de la medida. En otras palabras, al no incluir grupos con distintas “historias”, este tipo de diseño no permite separar los efectos madurativos y los derivados de la experiencia vivida hasta los distintos momentos de medida.
Diseños secuenciales
Los problemas de validez que acabamos de abordar con respecto a los diseños longitudinales y transversales se derivan, básicamente, del particular muestreo que cada uno de ellos supone respecto a las tres dimensiones en juego: edad cronológica, generación y momento de la medida. Debido a que estos aspectos no son independientes (cada uno de ellos viene determinado por los otros dos), los diseños tiene el serio inconveniente metodológico de que los efectos de la edad se confunden con el posible efecto de otra variable: la generación en los transversales y el momento de medida en los longitudinales. Los llamados diseños secuenciales surgieron como un intento de solventar este tipo de problemas, especialmente tratando de separar los efectos de la generación sobre la base de una aproximación mixta. En términos generales, estos diseños no son más que distintas formulas de muestreo y recogida de datos que implican el estudio de dos o mas secuencias longitudinales y /o transversales. A este respecto, dos son las propuestas mas significativas: el “modelo evolutivo general de Schaie” y el “modelo de Baltes”. Es importante señalar que, aunque con algunas diferencias, ambas propuestas han pretendido proporcionar modelos de selección y análisis de datos que no sólo sirvieran para describir el cambio evolutivo, sino también para explicarlo en función de los distintos factores en juego.
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