Tratamiento Psicológico del Comportamiento Sedentario

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INTRODUCCIÓN

a) Los especialistas de la salud aceptan que el comportamiento sedentario, en su acepción de ausencia de actividad física habitual, es perjudicial para las personas:
  • Favoreciendo o agravando el riesgo de enfermedades diversas.
  • Contribuyendo a deteriorar el funcionamiento cotidiano.
  • Impidiendo el mayor disfrute de las experiencias diarias.
b) En contraposición, se considera que una actividad física moderada y apropiada a la persona que la lleva a cabo realizada con continuidad:
  • Ayuda a prevenir, superar o aliviar enfermedades.
  • Contribuye a incrementar la salud, el bienestar y la calidad de vida.
c) Pero la práctica inadecuada de actividad física, bien por exceso cuantitativo o cualitativo puede también tener efectos perjudiciales.

d) Desde la perspectiva comportamental, por tanto, pueden distinguirse en este ámbito tres relevantes conductas alternativas:
  • La conducta sedentaria.
  • La actividad física apropiada.
  • La actividad física inapropiada.
e) El tratamiento psicológico puede contribuir:
  • En primer lugar, a modificar la primera y tercera de estas opciones, sustituyéndolas por la segunda.
  • Y más tarde, consolidar y mantener como hábito la actividad física apropiada.
f) Los beneficios del ejercicio físico apropiado desde el punto de vista fisiológico parecen claros:
  • En el funcionamiento cardiorrespiratorio y las enfermedades relacionadas.
  • Ayuda en la recuperación en enfermedades cardiovasculares, atrofias musculares, lesiones, etc.
g) La realización de ejercicio físico puede tener también efectos psicológicos positivos:
  • Puede aliviar estados de ánimo adversos.
  • Mejorar variables de estrés más estables como la ansiedad-rasgo.
  • Disminuir la sintomatología de pacientes con agorafobia, ansiedad generalizada y depresión.
  • Prevenir la depresión.
  • Prevenir y modificar conductas adictivas y otros comportamientos perjudiciales como la conducta antisocial.
h) Aunque la mejora de la forma física puede contribuir a obtener algunos de estos beneficios psicológicos, se ha observado, que a diferencia de lo que sucede con los posibles beneficios fisiológicos, no es el elemento esencial para conseguir la mayoría de ellos. En este caso, se ha comprobado que existen otros factores que pueden ser más decisivos, fundamentalmente:
  • El aumento y el fortalecimiento de la autoeficacia.
  • La obtención de gratificación de distinto tipo (divertimento, aprendizaje de habilidades, etc.).
i) Esto implica que puedan diseñarse y llevarse a cabo programas de ejercicio físico que no se dirijan prioritariamente a la mejora de la forma física, sino a conseguir otros objetivos que sean más trascendentes.

j) La consecución de estos objetivos, gracias a sus beneficios psicológicos, favorecerá, además, que se consolide la práctica del ejercicio físico en sustitución del sedentarismo; y esta práctica, a su vez, contribuirá progresivamente a la mejora de la forma física, repercutiendo beneficiosamente en la salud y rendimiento general de la persona.

k) Como sucede con otros hábitos no es fácil sustituir las conductas consolidadas por otras alternativas en principio más costosas y menos gratificantes a corto plazo y carentes de vínculos potentes con estímulos antecedentes discriminativos.

l) Es en esto donde, sobre todo, puede tener cabida el tratamiento psicológico del comportamiento sedentario: contribuyendo a modificar una conducta habitual difícil de eliminar, y sustituyéndola por otra difícil de consolidar.

EVALUACION COMPORTAMENTAL INICIAL

a) La ayuda psicológica a una persona sedentaria que pretende adquirir un estilo de vida más activo, en el que tenga cabida la práctica regular de ejercicio físico, debe comenzar con una evaluación apropiada del problema que permita diseñar y realizar una intervención más eficaz.

b) En primer lugar, el psicólogo debe considerar que se encuentra ante personas que por iniciativa propia, prescripción médica o como parte del tratamiento de una alteración psicológica, deben habituarse a una nueva conducta (realizar ejercicio físico con regularidad) y por tanto, debe explorar y valorar todas las circunstancias personales y ambientales que pueden influir, positiva y negativamente, en la adquisición y en el posterior mantenimiento del hábito deseado.

c) En segundo lugar, debe tener en cuenta que necesita saber el nivel de sedentarismo y de sus consecuencias desde el que se parte (línea-base), con el fin de poder evaluar el progreso durante el tratamiento y en los seguimientos que posteriormente puedan realizarse.

d) En tercer lugar, debe considerar la importancia de desarrollar un sistema de evaluación que permita que cliente y terapeuta evalúen lo mismo y puedan comunicarse correctamente mediante un procedimiento fiable de intercambio de datos entre ambos.

e) En cuarto lugar, debe tener presente la importancia terapéutica de la autoevaluación del proceso y el progreso de la intervención, pues además de proporcionar información puede contribuir, decisivamente, a objetivos de suma importancia en la trayectoria del tratamiento.

f) En quinto lugar, el terapeuta debe tener en cuenta que el proceso de evaluación debe contribuir a fortalecer, y no a dificultar, la relación terapéutica con su cliente y la motivación de éste por el tratamiento, lo que implica, en algunos casos, el aplazamiento de la búsqueda de información en beneficio de ello.

Motivos para iniciar un programa de ejercicio físico

a) A través de la entrevista entre el psicólogo y la persona que desea realizar ejercicio se deben conocer los motivos por los que quiere hacerlo.

b) Se debe explorar por qué ahora, y no antes, se propone este objetivo.

c) En muchos casos, el miedo puede contribuir en gran medida a la adherencia al ejercicio físico, pudiéndose aprovechar esta “ventaja” inicial para la adquisición del hábito; sin embargo, conforme se disipa aumenta la probabilidad de que la adherencia disminuya, indicando la necesidad de sustituirlo progresivamente por la percepción de beneficios diversos.

d) Por su parte, el interés por mejorar la salud, el bienestar y el funcionamiento diario, en ausencia de miedo, es una actitud positiva hacia el ejercicio que sin embargo, en numerosos casos, no resulta suficiente para compensar el alto coste inicial que supone la práctica regular; el psicólogo debería considerar la posibilidad de reducir este coste inicial, ajustándolo en relación directa al grado de necesidad e interés que observase en su cliente.

e) Si el motivo de iniciar un programa de ejercicio físico es la recomendación del propio psicólogo en casos de pacientes con ansiedad, depresión estrés obesidad o cualquier otra alteración que pudiera aconsejarlo, será conveniente que el paciente, una vez informado, participe y se involucre en la decisión terapéutica de incluir el ejercicio como parte de su tratamiento.

Expectativas respecto al ejercicio físico

a) El conocimiento de las expectativas previas del cliente respecto a los efectos del tratamiento (costes y beneficios) debe considerarse fundamental en cualquier programa de intervención; será necesario ajustar estas expectativas antes de aplicar estrategias de intervención concretas.

b) Esta información orientará al terapeuta sobre los efectos específicos que pueden ser reforzantes o aversivos para el cliente, facilitando la elaboración de un programa de tratamiento que en la medida de lo posible contribuya a la obtención de los primeros y la neutralización de los segundos, junto con un sistema de evaluación que propicie la percepción de los beneficios deseados.

Creencias y actitudes sobre la practica del ejercicio físico y la propia competencia

a) El conocimiento de motivos y expectativas, parece conveniente completarlo mediante la evaluación de variables relevantes más estables, como son las creencias y las actitudes en relación a la práctica de ejercicio y a la propia competencia para hacerlo.

b) Este apartado de la evaluación supone profundizar más allá de la información que se obtiene en los dos apartados anteriores.

c) La evaluación de este apartado, añadida a la de los dos anteriores, permite una aproximación al conocimiento del grado de estrés que para el cliente puede suponer la práctica de ejercicio físico.
  • Por un lado, se puede detectar hasta qué punto la realización de ejercicio, con todo lo que ello implica, es una situación amenazante para el cliente.
  • Por otro lado, en qué medida percibe que puede manejar la situación aceptablemente.
Ansiedad social específica

a) De manera muy específica, la práctica de ejercicio físico puede resultar estresante por la exposición que a menudo conlleva ante los demás, en unas condiciones muy particulares (ropa, tareas a realizar, etc.) y la percepción de sentirse evaluado negativamente.

b) Este estrés interpersonal suele ser más probable entre personas insatisfechas con su imagen corporal, en baja forma física, con poca habilidad para realizar las tareas y, de forma más general, con escasas habilidades sociales, una elevada ansiedad interpersonal y una deficitaria autoestima.

c) HART, LEARY y REJESKI (1989) elaboraron un sencillo instrumento para evaluar esta variable, el SPAS (Social Physique Anxiety Scale).

d) Las respuestas a ésta o a otras escalas de este tipo, complementadas con la información que se obtenga a través de la entrevista, pueden ser de gran utilidad para detectar y aliviar un problema que podría resultar crucial.

Apoyo familiar y social.

a) Es aconsejable evaluar el apoyo familiar y social de que dispone el cliente respecto a la realización de ejercicio físico.

b) Se debe conocer hasta que punto la red de apoyos familiares y sociales del cliente comprende y apoya su iniciativa, constituye una fuente de reforzamiento social o, todo lo contrario, de estimulación aversiva.

c) Algunos especialistas estiman que un buen apoyo familiar y/o social (sobre todo del cónyuge) contribuye notablemente a la adherencia al ejercicio.

d) El psicólogo puede decidir la conveniencia de incluir en el programa al cónyuge o a otra persona allegada, pero siempre que estime que es viable y que puede resultar beneficioso; en este caso, debe delimitar las obligaciones concretas que adquiere esta persona y conseguir, como elemento imprescindible, un compromiso firme respecto a su participación.

Variables psicológicas relacionadas con la adherencia y los riesgos del ejercicio

a) Además de las cuestiones expuestas en los apartados anteriores, incluyendo el estrés vinculado específicamente a la práctica de ejercicio físico, es recomendable evaluar otras variables psicológicas, relacionadas fundamentalmente con el ajuste emocional del cliente, que podrían influir en la adherencia a la práctica y en la probabilidad de posibles riesgos.

A. Sintomatología emocional

a) En primer lugar, puede ser interesante conocer el nivel general de sintomatología emocional, utilizando algún instrumento como el SCL-90, cuestionario que permite obtener una puntuación global de manifestaciones de estrés junto a puntuaciones en escalas más específicas.

b) Estas puntuaciones pueden orientar al psicólogo sobre la estabilidad emocional del cliente y su posible vulnerabilidad a no cumplir con las prescripciones del programa o a ser objeto de posibles consecuencias perjudiciales de la práctica de ejercicio físico.

c) A partir de los datos de un cuestionario como el SCL-90, el psicólogo puede recabar, cuando lo considere oportuno, más información sobre los síntomas o las escalas más relevantes.

B. Sucesos estresantes y estilos de afrontamiento

a) La entrevista y, en ocasiones, algún cuestionario pueden servir para recoger información sobre la posible presencia de sucesos vitales estresantes, mayores y cotidianos, y sobre el estilo de afrontamiento característico del cliente.

b) La presencia de situaciones estresantes relevantes, junto a estilos de negación-distanciamiento o de evitación-escape podría indicar la presencia de una vulnerabilidad emocional tendente a incrementar la probabilidad de una baja adherencia o de consecuencias perjudiciales de la práctica.

c) En definitiva, la presencia de desajustes emocionales, eventos estresantes y estilos de afrontamiento como los anteriores, podría alertar al psicólogo sobre la conveniencia utilizar el ejercicio físico con cautela

d) Bien empleado, podría contribuir a la superación de estos déficits, pero deben tenerse en cuenta los riesgos existentes y prevenir las dificultades que puedan aparecer.


C. Fuentes de autoeficacia, autoestima y gratificación

a) En esta dirección, conviene también evaluar, fundamentalmente a través de la entrevista, las fuentes que en general tiene el cliente para fortalecer su autoeficacia y su autoestima y obtener gratificación.

b) La ausencia de oportunidades ajenas a la práctica de ejercicio, aumentará la trascendencia de éste respecto a cuestiones de tanta importancia psicológica, ya que los riesgos psicológicos del ejercicio serán menores.

D. Locus de control

a) Se ha observado que las personas con un control más interno tienden a no responsabilizarse más de sus conductas de salud.

b) Al contrario, una clara puntuación de control externo podría alertar al psicólogo sobre la necesidad de supervisar más el cumplimiento del programa, mientras el cliente desarrolla su responsabilidad personal hacia el mismo, con:
  • Sesiones psicólogo-cliente menos espaciadas inicialmente.
  • Una atención más prolongada en el tiempo.
  • Un distanciamiento progresivo de las sesiones terapéuticas.
  • Sesiones de mantenimiento no demasiado lejanas.
Historia de actividad física

El conocimiento de la historia de actividad-inactividad del cliente, con sus períodos activos, sus abandonos y las circunstancias relacionadas con ambos, pueden proporcionar una información muy valiosa para el diseño eficaz de la intervención y la anticipación de posibles dificultades.

Actividad física y actividad cotidiana

a) Es conveniente conocer el nivel y el tipo de actividad física presente del cliente dentro de su funcionamiento cotidiano, valorando las posibilidades existentes de mejora como parte de una vida menos sedentaria.

b) Un primer paso para evaluar la actividad física diaria, puede consistir en preguntarle al cliente por los desplazamientos que realiza y la forma en que los lleva a cabo.

c) Se trata de saber en qué medida realiza actividad física durante su funcionamiento diario para decidir, más adelante, si es conveniente y viable, procurar que se produzcan cambios en estos comportamientos de manera paralela a la implantación de un programa de ejercicio físico.

d) En líneas generales, estos cambios suelen resultar muy positivos, pues conllevan una cantidad de actividad aeróbica que, según los casos, puede contribuir a la mejora de la forma física y/o a otros beneficios, con la ventaja de adaptarse en gran medida a la vida cotidiana del cliente.

Determinantes de la inactividad física y de la práctica de ejercicio

a) Parte de la información recogida en los apartados anteriores, con el complemento subsiguiente de preguntas más específicas, puede servir como punto de partida para:
  • Detectar circunstancias antecedentes (variables ambientales y personales) y estímulos consecuentes del comportamiento sedentario que se pretende modificar.
  • Establecer unas primeras hipótesis sobre las circunstancias antecedentes que favorecerían la adquisición y el mantenimiento de una mayor actividad física cotidiana y, más específicamente, del ejercicio físico regular.
  • Plantear hipótesis sobre las posibles consecuencias de la adquisición y consolidación de los nuevos comportamientos.
Preferencias, recursos y dificultades para la realización de ejercicio físico

a) La elección de la actividad física a realizar y de la manera de llevarla a cabo debe considerarse un factor de suma trascendencia, debiendo tenerse en cuenta:
  • Las preferencias personales del cliente.
  • Los recursos existentes.
  • Las posibles dificultades que pueden interferir en la realización de la actividad.
b) En cuanto a las preferencias además de preguntarle al cliente por la actividad concreta que más le gustaría realizar, se deben valorar sus gustos en cuanto al grado de competitividad de la actividad, la presencia o ausencia de otras personas durante la misma, el lugar y el horario, etc.

c) Deben tenerse en cuenta también los recursos existentes para poner en práctica estas preferencias:
  • Recursos materiales y sociales (instalaciones, monitores, etc.).
  • Recursos personales (económicos, habilidades, etc.).
d) Por último, deben considerarse posibles dificultades interferentes que perjudicarían el curso de la actividad (enfermedades, lesiones, etc.).

Forma física

a) La evaluación de la forma física presente permite conocer la situación del organismo antes de determinar las características de:
  • Frecuencia.
  • Periodicidad.
  • Duración.
  • Intensidad.
  • Tipo de actividad física que se debe realizar.
b) Constituye asimismo, una medida de “línea-base” que podrá ser comparada con medidas posteriores similares para evaluar el progreso.

A. Reconocimientos médicos

a) Una evaluación completa de la forma física puede conseguirse a través del reconocimiento médico al que debería someterse previamente cualquier persona que pretenda realizar ejercicio físico con continuidad.

b) En su cometido preventivo, el reconocimiento médico:
  • Corroborará o rechazará la conveniencia del ejercicio físico.
  • Aportará una información valiosa sobre el tipo de ejercicio a realizar y su intensidad más aconsejable.
B. Pruebas objetivas

a) Además de las medidas que se obtienen en los reconocimientos médicos, otras medidas sencillas pueden ser de utilidad para la evaluación individualizada más frecuente de diferentes aspectos de la forma física.

b) Tasa cardíaca:
  • La tasa cardíaca ha mostrado una relación directa con la capacidad de consumo de oxígeno.
  • Se mide tomando las pulsaciones del practicante en momentos diferentes, debiéndose hacer como mínimo en tres:
    1. En reposo.
    2. Justo al finalizar un determinado esfuerzo.
    3. Un minuto después del esfuerzo.
  • Repitiéndose periódicamente la misma prueba y comparándose sus resultados a nivel intra-sujeto, se podrá observar la evolución del cliente en su forma física cardiorrespiratoria.
c) Medidas conductuales:
  • Este tipo de medidas permiten conocer lo que es capaz de conseguir el cliente en su forma física actual. Son ejemplos de medidas conductuales:
    1. Distancia recorrida en un tiempo fijo.
    2. Tiempo de esfuerzo (p.ej. correr lo más rápido posible una distancia larga -600 ó 1000 m.).
    3. Distancia recorrida a una intensidad moderada.
  • En la línea de algunos datos de los reconocimientos médicos, este tipo de medidas más sencillas, además de servir para observar la evolución de la forma física cardiorrespiratoria pueden contribuir a orientar sobre la intensidad del esfuerzo a llevar a cabo en las sesiones de trabajo físico.
d) Otros ejercicios-test:
  • Otros ejercicios-test de este tipo podrían incorporarse a la evaluación para medir otros apartados específicos de la forma física (flexibilidad, fuerza y resistencia muscular).
  • Será recomendable contar con asesoramiento de especialistas del entrenamiento deportivo.
  • En general, puede ser interesante conseguir medidas de este tipo en relación con el funcionamiento cardiorrespiratorio, la fuerza, la flexibilidad y la resistencia muscular, aunque dependiendo, fundamentalmente, de lo que convenga evaluar en cada caso concreto.
e) Evaluación intrasujeto:
  • En definitiva, lo verdaderamente importante de este tipo de medidas es que resulten útiles, de manera específica, para la persona a la que se aplican, teniendo en cuenta sus necesidades y sus circunstancias particulares.
    1. Los reconocimientos médicos son más estandarizados y proporcionan datos que, en numerosos casos, pueden ser comparados a los datos normativos de una población y analizados en función de éstos, permitiendo realizar un diagnóstico.
    2. La utilización de medidas sencillas y la trascendencia de sus datos deben situarse en una dimensión intrasujeto; en este caso:
      • Las pruebas que se utilicen deben responder, sobre todo, a la conveniencia y viabilidad de hacerlo de forma individualizada con una persona en concreto.
      • El análisis de sus resultados debe realizarse respecto a la propia persona en comparación consigo misma.
  • Además debe considerarse que este tipo de pruebas objetivas (las medidas sencillas) puede llegar a tener un destacado valor terapéutico per se, siempre que el cliente:
    1. Las considere útiles para él.
    2. Domine y se involucre en su funcionamiento.
    3. Perciba que constituyen indicadores válidos que le proporcionan retroalimentación (feedback) sobre su progreso y reforzamiento por los logros alcanzados.
  • La utilización acertada de medidas como éstas en cada caso particular, puede contribuir a aumentar la motivación por el programa de ejercicio físico y a fortalecer la percepción de autoeficacia en relación al mismo; por ello la importancia de adaptar su uso a las necesidades y circunstancias individuales de cada cliente, en lugar de adaptar al cliente a pruebas estandarizadas.
f) Motivación y autoeficacia respecto a las pruebas:
  • El desarrollo de la motivación y de la autoeficacia durante el proceso del programa de ejercicio físico, puede llegar a modificar algunos resultados de pruebas sobre la forma física.
  • Esta problemática conduce a la conveniencia de conseguir el máximo interés posible en los ejercicios-test previos al programa de ejercicio físico y de mantener alto el interés y estable el estado de ánimo en los siguientes controles.
  • Manteniendo estas variables constantes, la observación de mejoras en el rendimiento físico a través de un conjunto de medidas indicará que el cliente se está beneficiando de la práctica del ejercicio, debiendo considerarse, no obstante, que a este resultado favorable es probable que contribuyan, conjuntamente, la evolución positiva de la forma física y de la autoeficacia.
APLICACIÓN DE ESTRATEGIAS PSICOLOGÍAS

a) A partir de la información que aporta la evaluación, la correcta aplicación de diversas estrategias psicológicas puede contribuir a la adquisición y al mantenimiento de la práctica del ejercicio físico como hábito.

b) Estas estrategias no deben ser empleadas de forma estandarizada, sino en función de la conveniencia de cada caso concreto.

c) Cada una de ellas debe estar integrada en el conjunto del tratamiento, y nos ser aplicada como una solución independiente del resto de la intervención.

Aportación de la información y ajuste de expectativas

a) Muchas personas que desean hacer ejercicio físico (o dudan sobre la conveniencia de hacerlo), carecen de la información suficiente sobre los posibles costes y beneficios (a corto y a largo plazo) de la inactividad física y de la práctica de ejercicio, el tipo de actividad que más les convendría realizar y la mejor forma de llevarla a cabo, siendo el desconocimiento mayor cuando se trata de pacientes con desajustes psicológicos o psicosomáticos (p.ej. insomnio).

b) En líneas generales, el enriquecimiento de la información que tiene el cliente y el ajuste de sus expectativas deben servir para conseguir un estado de motivación elevada y sólida, que sirva de base para iniciar la práctica de ejercicio físico con verdaderas posibilidades de éxito.

c) Según KNAPP (1988), este estado de motivación favorecedor puede depender de estos cinco puntos:
  • Que la persona perciba que es vulnerable a los problemas que conlleva la inactividad.
  • Que considere estos problemas verdaderamente perjudiciales y que, por tanto, desee evitarlos.
  • Que estime que la práctica de ejercicio físico puede ser eficaz para prevenir los problemas apuntados.
  • Que considere que los costes que conlleva la práctica de ejercicio no superan a los beneficios que aporta.
  • Que crea que puede llevar a cabo el programa de ejercicio que se le propone.
d) En muchos casos, la consecución de estas cinco condiciones no dependerá únicamente del aporte de información y del ajuste de expectativas, y serán necesarias otras estrategias y una intervención más prolongada, para modificar progresivamente creencias y actitudes muy estables; sin embargo, la información apropiada y el ajuste de las expectativas serán, en cualquier caso, pasos ineludibles del tratamiento.

e) En esta dirección, se debe insistir en la importancia de aportar información sobre distintas cuestiones (beneficios, perjuicios, costes, etc.) situando los efectos y sus costes en los plazos de tiempo apropiados (corto, medio y largo plazo). Se debe cuidar no cometer errores habituales como los siguientes:
  • Sobrevalorar los posibles beneficios de la práctica de ejercicio, contribuyendo a desarrollar falsas expectativas que tarde o temprano pueden conducir a que el cliente se desanime porque no consigue lo esperado.
  • Acentuar los beneficios a medio/largo plazo, ignorando sus costes a corto plazo; lo que puede propiciar una débil reacción favorable “coste-beneficio” antes de comenzar la práctica, que se transformará en una relación muy desfavorable en cuanto comience la misma y los costes a corto plazo prevalezcan claramente sobre los supuestos beneficios.
  • Acentuar en exceso los posibles riesgos y perjuicios para la salud como consecuencia de la inactividad;
    1. Excepto con los pacientes cardíacos, se ha observado que esta medida no propicia la participación en programas de ejercicio físico, e incluso, que puede provocar evitación en personas que tienden a evitar situaciones temidas o que ven amenazada una “creencia de invulnerabilidad personal” a las enfermedades graves.
    2. En el caso de los pacientes cardíacos o de otros enfermos, el riesgo de acentuar en exceso estos problemas es que, cuando disminuya el miedo a los mismos, habrá desparecido el único estímulo que mantenía la conducta, aumentando la probabilidad de que también desaparezca ésta.
  • Ignorar la importancia de que el cliente perciba que el tipo de actividad a realizar se encuentra a su alcance; al contrario, se debe propiciar el desarrollo de la percepción de autoeficacia que será tan relevante en los procesos de adquisición y consolidación del hábito.
Utilización de instrumentos para la toma de decisiones

a) El contenido educativo de la aportación de información y del ajuste de expectativas, puede complementarse con la utilización de instrumentos para la toma de decisiones, siendo los objetivos de éstos:
  • Incrementar el estado de alerta del cliente sobre las ventajas e inconvenientes de la práctica de ejercicio físico.
  • Potenciar la percepción de beneficios interesantes y prevenir en lo posible dificultades interferentes.
  • Establecer relaciones favorables entre costes y beneficios.
  • Propiciar una decisión responsable respecto a la realización del ejercicio, en la que el cliente se implique personalmente.
  • Comenzar a desarrollar una percepción de autocontrol eficaz de la actividad física.
  • Incrementar por diversas vías la motivación del cliente por el programa.
b) El uso apropiado de instrumentos como hojas-balance para la toma de decisiones o de matrices de decisiones puede contribuir a los objetivos anteriores.

A. Hojas de balance

a) Las hojas de balance o de estado de cuentas para la toma de decisiones consisten en un papel en el que el cliente debe hacer un balance de ventajas e inconvenientes que puede acarrear la realización de ejercicio físico.

b) Tras la elaboración de estas listas, el cliente debe valorar conjuntamente las ventajas e inconvenientes de realizar ejercicio físico, y tomar después una decisión responsable.
  • En el caso de que este análisis condujera a una decisión negativa, se debería considerar la posibilidad realista de solucionar o aliviar los inconvenientes más influyentes.
  • Si aún así el cliente insistiera en una decisión contraria, sería inapropiado seguir aconsejándole un programa de ejercicio que estaría claramente condenado al fracaso; el psicólogo deberá centrarse en otras alternativas terapéuticas.
B. Matrices de decisiones

a) Consisten en que el cliente anote los beneficios y costes, a corto y a medio/largo plazo, de tres posibles opciones:
  • Mantenerse físicamente inactivo.
  • Realizar ejercicio físico saludable.
  • Realizar ejercicio físico de cualquier manera.
b) Se pretende que el cliente disponga de una amplia visión de conjunto sobre las posibles repercusiones de su decisión, y que establezca comparaciones y relaciones entre costes y beneficios que resulten favorables en el marco de la intervención.

Matriz de decisiones

c) Básicamente, el instrumento debe servir para comparar los beneficios y costes a medio/largo plazo, considerando las diferencias existentes a corto plazo como parte del inevitable proceso que, en cada caso, conduce a las consecuencias a medio/largo plazo.

d) En concreto, parece especialmente relevante que el cliente perciba que existe una relación causal entre los costes a corto plazo y los beneficios a medio/largo plazo de la opción del ejercicio físico saludable (los dos espacios destacados en la tabla), de forma que asuma la presencia de estos costes como una inversión favorable que le acercará progresivamente a la obtención de los beneficios deseados.

e) El desarrollo y fortalecimiento de la percepción de esta relación causal, debe considerarse un elemento decisivo en el proceso del tratamiento, y el uso de la matriz de decisiones puede contribuir a ello.

f) La matriz de decisiones puede, además, detectar la existencia de un balance muy desfavorable entre los beneficios y los costes a corto plazo, sugiriendo la conveniencia de aliviar este problema mediante medidas que ayuden en lo posible a incrementar los beneficios y a reducir los costes.

Planteamiento de objetivos

Tipos de Objetivos

A. Objetivos a largo y a corto plazo

a) En general, conviene combinar los objetivos a largo y a corto plazo.

b) Los objetivos a largo plazo señalan una meta final que constituye el propósito concreto de la conducta a implantar:
  • Delimitando el compromiso adquirido.
  • Justificando la inversión personal a realizar.
  • Orientando sobre la dirección correcta en la que se debe avanzar.
  • Contribuyendo a crear una base estable de motivación que ayudará a perseverar en el camino.
c) Los objetivos a corto plazo deben constituir pasos progresivos hacia la meta final:
  • Sirviendo como referencia hacia la que debe dirigirse la conducta cotidiana y como indicador del progreso.
  • Pudiendo contribuir a la motivación diaria cuando contienen retos cercanos interesantes y alcanzables, y ofrecen la oportunidad de obtener reforzamiento inmediato, fortalecer la autoeficacia y percibir que se está más próximo del objetivo final.
B. Objetivos de resultado y de realización

a) También debe tenerse en cuenta la distinción entre objetivos de resultado y objetivos de realización (o de ejecución):
  • Los objetivos de resultado se refieren a los logros que pueden derivarse de realizar o ejecutar una determinada conducta.
  • Los objetivos de realización incluyen únicamente, con independencia de su resultado, la realización de la conducta a un nivel específico de rendimiento.
b) Los objetivos de realización se refieren, por tanto, a la ejecución apropiada de las conductas que constituyen la “llave” para alcanzar los objetivos de resultado, y su importancia radica, precisamente, en que:
  • Acentúan la trascendencia de la propia conducta.
  • Contribuyen a que el cliente se centre, se ocupe y utilice como indicador de progreso una variable que depende de él al cien por cien: su propia conducta.
  • Ayudan a realizar una valoración más realista sobre la accesibilidad de los objetivos a conseguir.
  • Facilitan una evaluación sencilla y fiable de lo conseguido.
  • Contribuyen a que se establezcan contingencias entre la propia conducta y estímulos consecuentes favorables.
c) Todo ello deriva en considerable aumento de la percepción de autocontrol de la situación al hacer ejercicio, y en una oportunidad notable para incrementar el interés diario, potenciar la autoeficacia y fortalecer la motivación por el conjunto del programa.

Definición de objetivos

En el contexto que nos ocupa, es frecuente que las personas comiencen a practicar sin haber definido y ajustado previamente sus objetivos finales e intermedios, aumentando, en gran medida, la probabilidad de abandono de la práctica regular.

Combinación de objetivos

a) Una eficaz combinación de objetivos puede conseguirse utilizando un instrumento como el de la siguiente tabla.

Instrumento para el planteamiento global de objetivos en relación
con la práctica del ejercicio físico

b) Parece conveniente que el cliente, utilizando el primer apartado, exponga los objetivos que le gustaría conseguir a medio/largo plazo, cualesquiera que éstos sean y la fecha estimada para conseguirlos.

c) Casi siempre serán ambiguos o poco específicos y necesitarán una redefinición en términos conductuales más operativos, algo que cliente y psicólogo pueden realizar conjuntamente en el segundo apartado.

d) Además convendrá evaluar la viabilidad de estos objetivos en la fecha prevista, pudiendo plantearse la necesidad de replantear dichos objetivos y/o la fecha aproximada para su consecución.

e) A partir de aquí, se debe decidir si los objetivos a medio/largo plazo se encuentran demasiado lejos y conviene plantear objetivos intermedios más cercanos; en caso afirmativo, se pueden incluir, según los casos, objetivos intermedios de realización y de resultado, sin olvidar algún objetivo viable por el que el cliente pudiera estar especialmente motivado.

A. Objetivos a corto plazo

a) Seguidamente, conviene plantear objetivos de realización a corto plazo que, en principio, no sean ambiciosos en términos cuantitativos, ni se encuentren lejanos (como máximo una semana), debiendo prevalecer:
  • Que el cliente perciba que son alcanzables y muy poco amenazantes, para que se sienta confiado y se decida a acometerlos.
  • Que su consecución, altísimamente probable y muy cercana, potencie la motivación del interesado a seguir adelante.
b) Tras el planteamiento de objetivos finales y objetivos intermedios, parece aconsejable centrarse en el planteamiento del objetivo de realización más cercano y, progresivamente, una vez conseguido éste, en otros objetivos de realización que constituyan aproximaciones sucesivas a los objetivos intermedios.

c) En general, la accesibilidad y la cercanía del objetivo más próximo deben prevalecer en el inicio del programa, cuando se pretende que el cliente adquiera el hábito del ejercicio físico y se debe:
  • Por un lado, reducir el estrés potencial de una situación novedosa, difícil y de resultado incierto.
  • Por otro, fortalecer la percepción de autoeficacia con múltiples experiencias de éxito.
d) Más adelante, cuando la situación de realizar ejercicio ya no resulte estresante y el cliente perciba que es eficaz para afrontar los retos que la práctica le plantea, los objetivos, además de alcanzables, deberán ser más desafiantes, ayudando a incrementar el interés del participante y el valor de sus logros; contribuyendo, por esta vía, a la consolidación y el mantenimiento del hábito.

B. Objetivos inmediatos

a) Asimismo, como apoyo más directo al compromiso cotidiano de la práctica, se puede establecer un objetivo de realización inmediato relacionado con las tareas a realizar en la sesión de ejercicio físico (en la sesión inmediata).

b) Estos objetivos diarios, coincidirán total o parcialmente con el objetivo a corto plazo más próximo y servirán para que el cliente recuerde cuál es su cometido y el límite hasta el que debe perseverar en su esfuerzo, proporcionándole, además la oportunidad diaria de sentirse eficaz y satisfecho.

Precauciones individualizadas

a) En la dirección apuntada, se debe tener especial cuidado cuando se trabaja con personas que consideran la práctica de ejercicio físico una situación muy estresante como consecuencia de sus acusados déficits en autoeficacia y/o autoestima.

b) En estos casos, el planteamiento inicial de los objetivos sencillos que “pongan en funcionamiento” al cliente y le proporcionen la oportunidad de sentirse eficaz y de estimarse más, resulta sumamente trascendente, ya que el cliente:
  • Temerá enfrentarse a cualquier objetivo que constituya una amenaza de sentirse incompetente o inútil y de valorarse poco a sí mismo.
  • Tenderá a considerar como un grave fracaso personal el hecho de no alcanzar el objetivo, y utilizará este fracaso para fortalecer todavía más las creencias estables que sustentan los déficits de autoeficacia y autoestima.
Selección de la actividad y elaboración de un plan de ejercicio físico

a) A partir de la evaluación de las preferencias personales, los recursos disponibles y las posibles dificultades existentes, se debe seleccionar la actividad más apropiada y, teniendo en cuenta los objetivos planteados, elaborar el plan de trabajo que en cada caso particular se considere más conveniente.

b) Llegado a este punto es importante la participación o asesoramiento de los especialistas del entrenamiento deportivo, y también del médico en el caso de pacientes cardíacos u otros enfermos.

Selección de la actividad física a realizar

a) En lo que respecta a la selección de la actividad, será conveniente elegir una que sea muy accesible (con una alta probabilidad de realizarse con continuidad) y lo más reforzante posible (divertida, relajante, etc.), teniendo en cuenta que ambos atributos serán la clave para la consolidación de la actividad:
  • Si la accesibilidad es razonable, se podrá elegir una actividad previsiblemente muy reforzante, aún no siendo la más accesible.
  • En el caso de que se prevean dificultades que puedan perjudicar la adherencia, la accesibilidad deberá primar en un principio sobre el aparente valor reforzante de la actividad;
    1. Cuando esto ocurra, se deberá utilizar en mayor medida el reforzamiento extrínseco a la actividad hasta que el cliente pueda percibir la presencia de reforzamiento intrínseco.
Elaboración del plan de trabajo físico

a) En cuanto a la elaboración del plan, conviene tener en cuenta que inicialmente, el principal propósito del mismo debería ser la adquisición y consolidación del hábito de hacer ejercicio, puesto que sólo así podrán conseguirse, de forma estable, objetivos específicos (mejorar forma física, prevenir enfermedades, etc.).

b) Por tanto, en un principio, el plan debería ser muy poco amenazante, tener los mínimos costes posibles y resultar muy gratificante, aún debiendo dilatarse, en ocasiones, la elaboración de un plan más centrado en la mejora de la forma física.

c) Dejando aparte el componente psicológico, también es necesario preparar físicamente al organismo, de manera progresiva, para realizar posteriormente un trabajo más directo sobre la condición física a mejorar.

d) En definitiva, en una primera etapa se debe preparar al interesado, psicológica y físicamente, para realizar ejercicio físico con regularidad y, más adelante, cuando esté mínimamente preparado se le podrá someter a las cargas de trabajo que contribuyan significativamente a la mejora de su forma física.

e) En los casos de pacientes con ansiedad y depresión (y quizá en el caso de otros clientes con déficits de autoeficacia general o autoestima), puesto que se ha observado que la mejora de la forma física no es la aportación esencial del ejercicio físico a su tratamiento, los planes de trabajo deben centrarse, todavía más, en la consecución de beneficios psicológicos como el aumento de la autoeficacia y de la autoestima y en la obtención de gratificación variada, junto a la regulación del nivel de activación fisiológica y mental
  • Estos efectos que pueden conseguirse con planes interesantes pero sencillos:
    1. Con un compromiso razonable (p.ej. 2-3 días a la semana)
    2. De intensidad y duración moderada.
    3. Autocontrolados al máximo por el propio paciente (tomando decisiones, planteando objetivos, etc.).
  • Lo importante en estos casos es que es cliente adquiera un compromiso firme aunque cuantitativamente implique poca carga de trabajo, que cumpla con este compromiso sin escapar del mismo, y que perciba el éxito de haber cumplido.
f) En el caso de otros clientes cuyo objetivo principal sea mejorar la forma física, tampoco será mala idea comenzar con un plan de exigencia moderada, similar al anterior, que propicie la adherencia; pero, tras una primera etapa de acondicionamiento psicológico y físico, el plan deberá plantear, necesariamente, las demandas apropiadas para conseguir la mejora que se pretende.

A. Sobrecargas de trabajo físico

a) En este punto, se debe considerar que el entrenamiento físico del organismo requiere que éste se enfrente a sobrecargas de trabajo físico que le obliguen a realizar un esfuerzo de adaptación.

b) Cuando las cargas de trabajo físico ya no obliguen a este esfuerzo, se habrá producido una mejora de la forma física y será necesario trabajar con una nueva sobrecarga para que continúe el progreso, hasta que se considere que se ha alcanzado un nivel de forma física apropiado y el objetivo principal pase a ser su mantenimiento.

c) Las cargas de trabajo físico dependen del volumen o cantidad de trabajo a realizar y de la cualidad del mismo (intensidad y tipo de trabajo), debiendo valorarse ambos aspectos, cuantitativo y cualitativo, a la hora de determinar la carga más conveniente.

d) Un plan de trabajo completo debería abarcar tareas que se relacionaran específicamente con los diferentes aspectos o variables de la forma física que se pretendieran mejorar.

B. Variables relevantes

a) A partir de lo expuesto, la elaboración del plan conlleva determinar:
  • La frecuencia de las sesiones.
  • La periodicidad de las mismas.
  • La duración de cada sesión.
  • El tipo de trabajo a realizar en la sesión.
  • La intensidad del esfuerzo en la sesión.
b) Si nos centramos en la forma física cardiorrespiratoria, se puede resumir que, en general, el aumento progresivo de la frecuencia, la duración y/o la intensidad contribuirá a que el paciente mejore, pero llegado un punto también favorecerá un riesgo considerable de lesiones o complicaciones cardíacas.

c) En líneas generales, la duración y la intensidad deben tener una relación inversa, constituyendo una sencilla estrategia mantener constante una de estas dos variables junto a la frecuencia, y manipular la otra para conseguir una sobrecarga apropiada.

d) La decisión sobre estas variables dependerá en gran parte del tipo de actividad.

C. Fases del plan

a) Una primera fase de acondicionamiento básico (psicológico y físico) que ayude a consolidar la adherencia y prepare el organismo para una demanda mayor.

b) Una segunda fase caracterizada por el planteamiento de exigencias progresivas y cuyo propósito consista en la mejora significativa de la forma física hasta un nivel accesible y saludable.

c) La tercera fase va dirigida al mantenimiento de los logros alcanzados.

d) Los programas de ejercicio físico con pacientes que sufren trastornos psicológicos o personas que sólo buscan en el ejercicio diversión, distracción, etc. pero no necesariamente la mejora de forma física, podrían no pasar de la primera fase.

e) Las personas que persiguen prioritariamente una mejora de la forma física (p.ej.: pacientes cardíacos y personas que desean prevenir enfermedades o aumentar su capacidad de funcionamiento) inevitablemente deberán afrontar la segunda fase y alcanzar la tercera, dependiendo la rapidez de la progresión de la solidez de la conducta de adherencia y de la condición física desde la que parta el cliente.

D. Tareas físicas a realizar

a) Parece existir un acuerdo sobre la conveniencia de realizar sesiones con una duración máxima de alrededor de una hora, en las que se combinen tareas que contribuyan a la mejora de la flexibilidad, el acondicionamiento muscular y el funcionamiento cardiorrespiratorio; aunque la distribución de estas tareas no tienen por qué realizarse dentro de la misma sesión, sino en función de las circunstancias de cada cliente en concreto.

b) Como complemento del plan de ejercicio físico puede ser conveniente, en muchos casos, elaborar un plan para el aumento de la actividad física en el contexto de actividad diaria del cliente.

c) Este aumento de actividad no puede suplir al plan de trabajo físico convenientemente elaborado para producir mejoras significativas, pero puede contribuir, en su medida, a un estilo de funcionamiento general más activo y beneficioso.

Control de circunstancias antecedentes y conductas interferentes

a) En muchos casos, los pasos anteriores no resultan suficientes para conseguir adherencia a la práctica, entre otras razones, debido a la ausencia de un plan para el control de las circunstancias antecedentes y conductas interferentes que pueden ser relevantes.

b) El propósito de este plan debe ser doble:
  • Por un lado, anticipar y neutralizar las circunstancias y conductas que pueden interferir negativamente con la práctica regular de ejercicio físico.
  • Por otro, planificar la presencia de circunstancias antecedentes que aumenten la probabilidad de la conducta de adherencia.
A. Control de la ansiedad social

a) Para el control de la ansiedad social pueden emplearse estrategias como las siguientes:
  • Adoptar medidas concretas de funcionamiento individual y grupal que en un principio alivien la ansiedad y permitan, de esta forma, la participación en la actividad, tales como no usar el vestuario público, llevar ropa poco ajustada, etc.
  • Elaborar y llevar a cabo planes de trabajo físico y de autocontrol del mismo que favorezcan una percepción más positiva de la propia apariencia física.
  • Plantear experiencias de éxito personal, utilizar medidas que aumente la cohesión del grupo y aplicar apropiadamente el reforzamiento social, con el objetivo de ayudar a la exposición, cada vez mayor, a los estímulos estresantes.
  • Realizar un entrenamiento en habilidades interpersonales de aplicación específica en las situaciones temidas.
  • Aplicar una intervención cognitiva (debilitamiento de creencias y actitudes relevantes, y entrenamiento en autodiálogos de afrontamiento) junto a la planificación y el ensayo conductual, con el objeto de favorecer la exposición a la práctica de ejercicio físico.
B. Control del apoyo familiar y social

a) En cuanto al apoyo social y familiar, conviene tener en cuenta tres cuestiones:
  • La eliminación o alivio de situaciones sociales y/o familiares interferentes.
  • La consecución y el mantenimiento de una situación de comprensión y apoyo general de los demás aun no participando éstos en el desarrollo de la actividad.
  • La utilización de los apoyos existentes participando activamente en el programa de ejercicio físico.
b) En el primer caso, se deben abordar problemas que puedan dificultar la práctica regular y propiciar el abandono, bien solucionándolos en lo posible, bien ayudando al cliente a manejarlos.

c) En el segundo caso, se puede asesorar al cliente para que consiga una actitud favorable a su alrededor; también se puede hablar con las personas más allegadas para que comprendan la importancia que para el cliente tiene la práctica de ejercicio físico y faciliten que se lleve a cabo la actividad.

d) En el tercer caso, se puede intentar que los compañeros de trabajo, los amigos y, sobre todo, los familiares más allegados colaboren activamente con el interesado, bien participando con él en la misma actividad física, bien asumiendo tareas concretas de apoyo.
  • No es aconsejable, sin embargo, una dependencia de personas que no constituyan apoyos verdaderamente estables, pues al contrario de lo que se pretende acabarán siendo una dificultad añadida.
  • En líneas generales, el grado de apoyo participativo debe corresponder a un planteamiento realista de la disponibilidad de los demás, siendo aconsejable especificar con claridad la responsabilidad concreta de los que se involucran en el programa y conseguir su compromiso firme de llevar a cabo su cometido (p.ej. contratos conductuales).
e) Asimismo, se debe tener en cuenta el importante apoyo social que pueden proporcionar el monitor deportivo y los compañeros de actividad.

C. Control de estímulos antecedentes

a) Algunos antecedentes interferentes pueden ser problemas reales que a menudo se ignoran o se infravaloran y que sin embargo, por su trascendencia decisiva, se deben afrontar con interés.

b) Es importante saber cuándo, dónde y en qué circunstancias concretas tiene el cliente intención de realizar su plan de ejercicio, y valorar las posibilidades de supervivencia del plan en tales condiciones, debiendo solucionarse en la medida de lo posible, o buscarse alternativas más viables, todos los problemas que aumenten el riesgo de una deficiente adherencia que casi siempre derivará en el abandono.

c) Planificación del día:
  • En esta dirección debe considerarse especialmente relevante elegir lugares de fácil acceso y momentos del día en los que sea sencillo evitar otras actividades.
  • La planificación del día del cliente, incluyendo el momento más apropiado para la práctica de ejercicio físico, constituye una estrategia de suma importancia en el ámbito que nos ocupa.
  • Se trata, en definitiva, de decidir cuál es el mejor momento para realizar ejercicio en función de la presencia o ausencia de circunstancias que puedan resultar favorecedoras o interferentes.
d) Control del estímulo:
  • En general, parece conveniente que las conductas de acudir y realizar ejercicio físico se asocien a situaciones y estímulos antecedentes que aumenten su probabilidad de ocurrencia, tales como: un mismo lugar, los mismos días de la semana, etc.
  • Cuando la práctica se realice en lugares específicos como gimnasios, éstos serán ya estímulos favorecedores de la práctica, y lo serán todavía más, una clase concreta a una hora determinada y la presencia de un monitor y de unos compañeros habituales; el mayor riesgo en estos casos estará relacionado con los antecedentes asociados a la conducta de acudir al gimnasio o a la instalación.
  • Sin embargo, cuando la persona practica por su cuenta, es probable que esté expuesta permanentemente a los estímulos en cuya presencia debe practicar (las calles, su casa, etc.) y lo difícil será asociar estos estímulos, específicamente, como antecedentes de la práctica de ejercicio físico.
    1. En estos casos, será necesario introducir estímulos claramente discriminativos para la realización del ejercicio y evitar la presencia de actividades cotidianas que sean incompatibles.
D. Control de estímulos internos

a) Se debe tener en cuenta que los estímulos antecedentes pueden ser también internos y que en muchos casos, una vez iniciado el programa de ejercicio, los de mayor riesgo de adherencia deficitaria y abandono de la práctica, pueden ser precisamente de este tipo.

b) Una vez detectados los estados de respuestas internos de riesgo se pueden aplicar estrategias apropiadas para neutralizarlos. En los casos en los que se detecten estados de ánimo adversos, se podrá entrenar al cliente en:
  • La aplicación de autoinstrucciones positivas respecto a la práctica de ejercicio.
  • La utilización de estrategias específicas para mejorar el estado de ánimo o su impacto.
  • La preparación y puesta en funcionamiento de planes que dificulten las ausencias a la práctica (el compromiso con un amigo, etc.).
c) Cuando los estados de ánimo adversos sean síntomas de alteraciones emocionales más estables, y en otros casos, pueden emplearse estrategias cognitivas que permitan controlar los pensamientos de “autoconvencimiento” para evitar la sesión de ejercicio tales como la detención del pensamiento o autodiálogos.
  • En general, los autodiálogos que en cada caso sean eficaces para propiciar la adherencia podrán utilizarse como estímulos antecedentes favorables sustituyendo a la actividad cognitiva interferente.
Control de contingencias

a) Además de las circunstancias antecedentes, se deben controlar las posibles contingencias entre la conducta de adherencia al ejercicio físico y estímulos consecuentes de significado positivo y negativo.

A. Control de contingencias negativas

a) Es evidente que, en presencia de contingencias desfavorables, resultará muy improbable que se pueda consolidar y mantener la conducta de adherencia.

b) Sin embargo, el debilitamiento de estas contingencias, propiciará que aumente la probabilidad de que la adherencia se mantenga, debiendo ocuparse el tratamiento de la prevención y solución de este problema.

c) Con este propósito, muchas de las estrategias comentadas pueden ser de gran utilidad (aportar información y ajuste de expectativas, utilizar matrices de decisiones, etc.), pudiendo complementarse con otras que resulten apropiadas cuando surjan necesidades concretas.
  • Así, en ocasiones habrá que solucionar problemas como los conflictos familiares o la falta de horas de sueño utilizando estrategias como los contratos conductuales.
  • Otras veces, habrá que modificar cogniciones relevantes que estén contribuyendo a que el cliente perciba intensamente las contingencias desfavorables.
B. Control de contingencias positivas

a) Reforzamiento intrínseco y extrínseco:
  • La presencia de contingencias negativas puede neutralizarse, asimismo, aumentando el número y el valor de contingencias positivas, de manera que la conducta de realizar ejercicio resulte fundamentalmente gratificante y se produzca su reforzamiento, algo esencial para su consolidación como hábito.
  • Puesto que las contingencias positivas más eficaces son las que se perciben de forma inmediata respecto a consecuencias intrínsecas a la ejecución de la propia conducta, parece claro que las actividades que componen el programa de ejercicio deberían ser, por sí mismas, reforzantes; contribuyendo de esta forma a su propia consolidación y mantenimiento.
  • Sin embargo, la ausencia o presencia mínima de la conducta impide que la persona tenga suficientes oportunidades para percibir el reforzamiento intrínseco que conlleva, por lo que, en principio, este potencial reforzamiento es probable que no baste para incrementar la ocurrencia del comportamiento deseado.
    1. Este problema tiene que resolverse consiguiendo que la conducta se produzca asiduamente, necesitándose, para ello, el reforzamiento extrínseco.
    2. El objetivo del reforzamiento extrínseco o ajeno a la propia conducta, es que el cliente que se inicia en la práctica de ejercicio perciba que obtiene estímulos consecuentes que le interesan de manera contingente a la conducta de realizar ejercicio, de forma que la probabilidad de que persevere en la práctica sea mayor y existan suficientes oportunidades para que perciba el atractivo y la contingencia de los estímulos consecuentes intrínsecos.
  • Como parece lógico, la utilización de reforzamiento extrínseco resulta particularmente eficaz con practicantes principiantes interesados en adquirir el nuevo hábito, pero no tanto más adelante para mantenerlo, si bien su utilización esporádica puede contribuir a incrementar la adherencia de personas que ya eran asiduos participantes.
  • La conducta de adherencia de los practicantes puede depender, en un principio, de la contingencia con los reforzadores extrínsecos, pero, progresivamente, dependerá más del reforzamiento intrínseco.
b) Aplicación del reforzamiento extrínseco:
  • La aplicación del reforzamiento extrínseco en este ámbito consiste, fundamentalmente, en la utilización de distintas formas de reforzamiento positivo en función de las preferencias y recursos del interesado y del entorno en el que se realiza el ejercicio, aunque también se puede emplear el reforzamiento negativo.
  • El conjunto del trabajo de BAUN y BERNACKI (1988) apunta la conveniencia de introducir reforzamiento positivo extrínseco en diferentes fases.
    1. Puesto que la adherencia al ejercicio físico es una conducta que aun estando consolidada como hábito puede pasar por fases de ausencia o irregularidad, el reforzamiento positivo temporal, cambiando de procedimiento y de reforzadores, puede resultar eficaz como estrategia que contribuya al mantenimiento.
    2. Sin embargo, parece claro que no es suficiente para motivar a las personas a iniciar o regularizar con una mínima frecuencia la práctica del ejercicio, ni tampoco para mantener el hábito en ausencia de reforzamiento intrínseco.
  • Una interesante estrategia de reforzamiento positivo en este ámbito puede ser la aplicación del Principio de Premack, consistente en utilizar como reforzador alguna actividad gratificante que tenga lugar con frecuencia, y cuya realización, a partir de este momento, se convierta en una contingencia inmediata o muy cercana de la práctica de ejercicio.
  • En esta línea, puede ser apropiado también utilizar actividades gratificantes durante la práctica de ejercicio, de forma que se asocie el ejercicio a la obtención de reforzamiento que proporciona la actividad gratificante. Además, los efectos positivos de esta actividad pueden distraer la atención de las sensaciones adversas que a veces provoca la práctica de ejercicio, contribuyendo también a la reducción de las contingencias negativas.
c) Contratos conductuales:
  • Para formalizar la utilización del reforzamiento, se pueden elaborar por escrito contratos conductuales sencillos mediante los que el cliente se compromete a una determinada adherencia.
  • Como en otros contextos, pueden acordarse las “reglas del juego” estableciéndose con claridad cuál es el compromiso del cliente y las consecuencias de su incumplimiento y cumplimiento.
  • Los contratos conductuales han sido empleados con éxito para incrementar la adherencia al ejercicio físico.
  • Como en general se ha comentado respecto a la aplicación de reforzamiento extrínseco, los contratos conductuales parecen útiles para consolidar la conducta de adherencia y permitir que el ejercicio físico tenga la oportunidad de mostrar el reforzamiento intrínseco que conlleva.
d) Reforzamiento social:
  • Además del reforzamiento extrínseco materia, una estrategia de reforzamiento muy valiosa es la aplicación de reforzamiento social en forma de atención, aprobación, reconocimiento y/o feedback verbal.
  • El reforzamiento social, que puede o no acompañar al reforzamiento material, es fácil de aplicar y resulta muy eficaz para incrementar la conducta de la que depende.
  • En este ámbito, a su efecto directo sobre la conducta de adherencia, se debe añadir su contribución a un ambiente de trabajo agradable y positivo que favorece también la participación.
El reforzamiento social:
  1. Debe administrarse en un principio de manera generosa y frecuente, aunque con cuidado cuando se trata de personas con una elevada ansiedad social (puede resultarles muy estresante que se les destaque en público).
  2. Más adelante, puede aplicarse con un nivel de exigencias mayor y más intermitentemente, debiendo estar más o menos presente en función de la necesidad y la conveniencia de cada caso particular.
  3. Finalmente, lo interesante será que la propia estructura del programa propicie de forma automática reforzamiento social casi permanente, consolidándose una importante fuente de gratificación para el mantenimiento de la adherencia.
e) Autorreforzamiento verbal:
  • Se debe tener en cuenta la posibilidad de utilizar el Autorreforzamiento verbal de manera contingente a la conducta de adherencia; sobre todo en lo que concierne al cumplimiento de las tareas a realizar.
  • El cliente puede tener acceso a una fuente de reforzamiento que aporta grandes ventajas: depende únicamente de él, puede emplearse de forma inmediata y conlleva reforzadores muy valiosos como son la autoaprobación, el autorreconocimiento y la percepción de eficacia.
  • El Autorreforzamiento verbal puede introducirse en cualquier fase del programa, pero especialmente cuando:
    1. Sea necesario potenciar la autoeficacia.
    2. La demanda de trabajo físico tenga que aumentar.
    3. El interesado practique solo y no estén a su alcance otras fuentes de reforzamiento.
f) Otras estrategias:

Debe considerarse que además de las estrategias específicas para el control directo de contingencias, otras estrategias con objetivos específicos diferentes, pueden contribuir también, de manera indirecta, a evitar contingencias desfavorables y propiciar la obtención de reforzamiento, entre ellas:
  1. La selección de la actividad y del plan de trabajo físico.
  2. El feedback de la propia ejecución y de sus efectos.
  3. El uso de autorregistros.
  4. La consecución de objetivos.
  5. Las estrategias que favorecen la cohesión del grupo.
  6. Las estrategias que pretenden potenciar el apoyo familiar y social.
Feedback de la ejecución y sus efectos

a) El feedback es la información que el practicante recibe sobre su propia ejecución y/o sus efectos, constituyendo una estrategia sumamente eficaz al:
  • Proporcionar reforzamiento.
  • Aumentar el conocimiento del cliente sobre su progreso.
  • Incrementar su percepción de control sobre la situación de realizar ejercicio.
b) Suele ser aconsejable utilizar dos tipos de feedback:
  • Un feedback inmediato sobre la ejecución de la conducta y el logro de objetivos a corto plazo.
  • Un feedback periódico menos frecuente sobre los efectos no inmediatos y más estables de la práctica de ejercicio.
A. Feedback inmediato

a) El feedback inmediato que proporcionan algunas máquinas para la realización de ejercicio u otros instrumentos apropiados, sobre variables como distancia recorrida, velocidad de pedaleo, etc., puede cumplir una función destacada en el mantenimiento de la adherencia, sugiriendo la conveniencia de utilizar estos aparatos.

b) Asimismo, el feedback inmediato puede ser proporcionado, verbal o gestualmente, por el monitor que dirige la práctica.

c) Cualquiera de estas vías para la obtención de feedback inmediato puede resultar apropiada, siempre que la información que reciba el cliente sea relacionada con la conducta a la que corresponde e interpretada correctamente, algo que, como es lógico, requiere que se dedique un tiempo a la formación del interesado. En concreto será necesario que comprenda:
  • La relación entre su conducta y el feedback que obtiene.
  • Lo que significa los datos que recibe.
  • Las implicaciones que tienen esos datos.
B. Feedback Periódico

a) El feedback periódico, sobre los efectos no inmediatos y más estables de la práctica de ejercicio, puede ser suficiente evaluar en las fechas previstas el cumplimiento de los objetivos que se había planteado, y realizar cada cierto tiempo:
  • Tests sobre forma física.
  • Evaluaciones especialmente relevantes en cada caso concreto.
  • Reconocimientos médicos exhaustivos.
  • Una evaluación completa del funcionamiento general del interesado.
b) El conocimiento que aporta una información de este tipo, complementando la información cotidiana del feedback inmediato y más cercano, además de incrementar en muchos casos la percepción de autoeficacia y la autoestima, puede ayudar a fortalecer la confianza en el ejercicio y la importancia que se le concede a éste en el conjunto de los intereses personales y de la actividad diaria.

Autocontrol de la actividad

a) Será mucho más probable la consolidación y el mantenimiento del hábito, si el interesado aprende a autocontrolar todo el proceso que conlleva la realización de ejercicio físico y asume esta responsabilidad.

b) Para poder conseguir este trascendente objetivo, será necesario formar adecuadamente a los practicantes, de manera que progresivamente puedan elaborar y controlar su propio plan siguiendo las orientaciones de los especialistas.
Parece claro que si los instructores enseñan a los usuarios a funcionar con independencia, la motivación de los practicantes aumentará considerablemente, siendo bastante factible que se consolide el hábito de hacer ejercicio físico con regularidad.

c) No debe considerarse suficiente, por tanto, que los clientes hagan y repitan tareas que se consideran apropiadas, sino que deben adquirir un conocimiento amplio sobre la utilización de ejercicio físico en su caso particular, abarcando entre otras cuestiones:
  • Lo que les conviene y lo que no les conviene hacer en función de sus limitaciones, necesidades, objetivos y circunstancias presentes.
  • La forma de plantear objetivos y de elaborar planes de trabajo.
  • La manera de ejecutar las tareas apropiadas.
  • La forma de autocontrolar antecedentes y consecuentes relevantes.
  • Las reacciones de su organismo ante el ejercicio
  • La manera de obtener feedback inmediato y de evaluar el progreso realizado.
d) En general, cuanto más “expertos sean los practicantes, mayor será la motivación por la actividad física a realizar y mayor también , la probabilidad de continuidad.

e) Esta formación progresiva facilita, asimismo, que el interesado pueda asumir responsabilidades que le impliquen todavía más en su actividad física, pudiéndose fortalecerse la autoeficacia y también por esta vía, la motivación por la actividad.

f) La formación también propicia que el cliente realice mejor su cometido y se beneficie más de la actividad, previniéndose los graves perjuicios que pueden derivarse del abuso o uso inapropiado del ejercicio físico.

g) La autoobservación, la autoevaluación y el uso de instrumentos de autoaplicación y de autorregistros apropiados, pueden ser de gran ayuda para que desde el primer momento, y cada vez más, el cliente autocontrole beneficiosamente su actividad.

Control del cansancio y del dolor

a) En determinados momentos de la práctica de ejercicio físico, puede ser importante superar el cansancio o el dolor que las tareas conllevan, pues de lo contrario la falta de tolerancia podría provocar el escape de la actividad presente y su evitación en el futuro, derivando en el abandono permanente de la práctica.

b) En el ámbito que aquí no ocupa, puede ser necesario enfrentarse al dolor y en algunos ejercicios a las sensaciones de cansancio, debiendo diferenciarse entre:
  • El dolor y el cansancio que se deben tolerar para conseguir los objetivos de mejora sin riesgo de lesiones o complicaciones cardíacas: se trata de sensaciones (costes) que se deben superar para mejorar la forma física, la percepción de autoeficacia, etc., y disfrutar de la gratificación del ejercicio.
  • El dolor y el cansancio que constituyen claros indicadores de riesgo: se trata de una “señal de peligro” que indica la conveniencia de detener la práctica.
c) Centrándonos en las sensaciones de cansancio y dolor que pueden y deben ser controladas, diversas estrategias atencionales han mostrado su eficacia en este cometido, ayudando a los usuarios a perseverar en su esfuerzo y a cumplimentar las tareas programadas. Según MORGAN (1978), estas estrategias se pueden dividir en dos grupos:
  • Las que intentan apartar la atención de las sensaciones adversas.
  • Las que mantienen la atención en las sensaciones adversas intentando controlarlas.
d) Una aportación bastante útil es la matriz atencional, propuesta por HEIL (1993) con relación al dolor durante la rehabilitación de lesiones. Según este especialista se deben tener en cuenta:
  • Dos dimensiones atencionales:
    1. Atención-distracción del dolor (o del cansancio).
    2. Atención-distracción de la actividad física que se está realizando.
  • Cuatro tipos de estrategias que se derivan de la combinación de ambas:
    1. Las que intentan apartar la atención del dolor/cansancio y la centran en la actividad.
    2. Las que también intentan desviar la atención del dolor/cansancio pero, en este caso, sin atender tampoco a la actividad.
    3. Las que dirigen la atención hacia la sensación adversa y también hacia la actividad.
    4. Las que dirigen la atención hacia el dolor/cansancio pero desviándola de la actividad.
e) En el ámbito del ejercicio para mejorar la salud, el bienestar y la calidad de vida, el planteamiento de HEIL y las estrategias señaladas podrían ser adaptados convenientemente para el control del cansancio y el dolor, teniendo en cuenta, no obstante, que será muy improbable consolidar el hábito del ejercicio físico si permanentemente deben emplearse estas estrategias en ausencia de otros “ingredientes” que aporten la suficiente dosis de reforzamiento.

Desarrollo de la cohesión del grupo

a) CARRON y sus colaboradores han comprobado que la cohesión del grupo en el que se realiza la actividad física beneficia la adherencia al ejercicio de los miembros de ese grupo, sugiriendo diversas estrategias que aplicadas por el monitor han mostrado su eficacia para desarrollar la cohesión y potenciar, por esta vía, la participación individual.

b) Cinco categorías intervienen el proceso de desarrollar la cohesión del grupo:
  • El entorno que conforma el grupo, que debe acentuar características que identifiquen y distingan a ese grupo.
  • La estructura del grupo, sugiriéndose la conveniencia de dividir a los miembros del grupo den función de su nivel de forma física (medida útil para aliviar la ansiedad social).
  • Las normas del grupo.
  • Los procesos del grupo, que deben incluir el apoyo a los compañeros del grupo y la implicación personal en los objetivos comunes.
  • La interacción y comunicación entre los componentes del grupo.
c) El apoyo de la cohesión del grupo puede ser beneficioso si no eclipsa las necesidades y los logros individuales de sus miembros, debiendo estar lo colectivo al servicio de lo individual, aunque para ello sea conveniente que el individuo se comprometa e involucre en una estructura favorable de grupo.

Trabajo conjunto con el monitor deportivo

a) Cuestiones como al anterior y otras acentúan la importancia de los monitores que dirigen la práctica, en la dirección señalada por numerosos especialistas que los consideran “piezas clave” en los procesos de adquisición, consolidación y mantenimiento del hábito.

b) Además el psicólogo y el monitor deben colaborar estrechamente cuando se trate de pacientes que deban realizar ejercicio físico:
  • El psicólogo, de acuerdo con su cliente, debe explicarle al monitor la problemática psicológica existente y el tipo de colaboración que le gustaría obtener de él.
  • Después, los dos pueden estudiar, conjuntamente las directrices generales a seguir.
  • Una vez iniciado el programa de ejercicio físico, estar en contacto directo para comentar la evolución del cliente y modificar la actividad si fuera conveniente.
EVALUACIÓN DEL PROGRESO DE LA INTERVENCIÓN

a) La evaluación del progreso de la intervención, debe incluir medidas que permitan conocer, permanente o periódicamente, la evolución del cliente durante la aplicación del tratamiento, debiendo establecerse una valiosa interacción continua entre la información que aportan los procedimientos de evaluación y la utilización de las estrategias terapéuticas.

b) El uso apropiado de estos procedimientos puede tener un efecto terapéutico per se, potenciando la motivación del cliente por la intervención y su percepción de autocontrol y autoeficacia.

Medidas subjetivas de variables relevantes

A. Esfuerzo percibido

a) Diversos especialistas consideran que el grado de esfuerzo percibido por las personas que practican ejercicio puede constituir, en la mayoría de los casos, una interesante medida subjetiva de intensidad del trabajo físico y de forma física.

b) BORG (1962) elaboró una escala de esfuerzo percibido (The Rating of Perceived Exertion Scale, RPE) que ha sido ampliamente utilizada, encontrándose correlaciones muy elevadas entre el esfuerzo percibido a través de esta escala y medidas fisiológicas relevantes.

c) Las escalas de esfuerzo percibido pueden ser de gran ayuda dentro del contexto de los programas de ejercicio físico; en concreto, pueden constituir un interesante, fiable y sencillo indicador de la intensidad del esfuerzo presente:
  • Proporcionando un valioso feedback inmediato de la propia ejecución.
  • Fortaleciendo la percepción de autocontrol.
  • Aportando información muy útil al monitor que supervisa el programa.
  • Añadiendo un dato relevante sobre la evolución del cliente.
d) Incluso cuando se encuentre que no existe una relación lineal entre las puntuaciones de esfuerzo percibido y la tasa cardíaca, se pueden plantear interesantes hipótesis (posibles riesgos de ataques cardíacos o lesiones, baja motivación, etc.).

B. Otras variables relevantes

a) Cansancio:
  • En la misma línea que el esfuerzo, puede ser interesante calcular en grado de cansancio; de hecho POLLOCK (1988) considera que la escala RPE ofrece un índice de cansancio general percibido, pudiendo considerarse, quizá, que esfuerzo y cansancio percibidos pueden tener una relación lineal, en algunos casos, durante la realización de ejercicio.
  • Durante y después de la sesión, la estimación del cansancio debería ser consecuente con la carga de trabajo de la sesión y de la preparación del cliente para asimilarla.
  • Una medida de cansancio general durante el día o coincidiendo con determinados períodos o actividades de éste, puede servir para evaluar una situación antecedente relevante y también como variable dependiente que puede reflejar la influencia del ejercicio físico en el funcionamiento general del cliente.
  • Lógicamente, se debe esperar un nivel de cansancio mayor durante los períodos de más carga de trabajo, pero también una disminución del cansancio general en la medida que el cliente mejora su forma física.
b) Estado de ánimo:
  • Otra interesante medida se refiere al estado de ánimo, pudiendo especificarse la característica más sobresaliente de éste (deprimido, agitado, eufórico, etc.) junto a una puntuación de intensidad en una escala de 0-10.
  • El estado de ánimo puede alterar la percepción de cansancio general, autoevaluación de otras medidas y la conducta de adherencia, por lo que resulta interesante evaluar la variabilidad anímica del cliente y su vulnerabilidad perceptiva y de funcionamiento ante determinados estados de ánimo.
  • Asimismo, tomar esta medida antes y después de las sesiones de ejercicio físico, y estudiar los posibles cambios pre-post sesión, puede ayudar a evaluar, y a que el cliente perciba, los efectos inmediatos del ejercicio físico sobre una variable, el estado de ánimo, que en general:
    1. Debería mejorar tras una sesión apropiada de práctica.
    2. Constituye en cualquier caso un indicador sensible del tipo de consecuencias intrínsecas que el ejercicio puede proporcionar al que lo realiza.
  • La evaluación del estado de ánimo podría llevarse a cabo utilizando instrumentos habituales en la investigación en este ámbito como:
    1. El Profile of Mood States (POMS).
    2. El listado de síntomas de Lubin (1965).
    3. Las escalas de autoevaluación 0-10, incluidas en algún instrumento de autorregistro que, siendo útiles también, más sencillas y rápidas de cumplimentar y, por tanto, más fáciles de incorporar al hábito de autoevaluar y autorregistrar las experiencias cotidianas que pueden ser relevantes.
c) Otras variables:

Empleando medidas sencillas y útiles, que sobre todo tengan una alta probabilidad de ser utilizadas con asiduidad, pueden evaluarse numerosas variables, debiendo seleccionarse, en cada caso particular, las que se estimen más interesantes; por ejemplo:
  1. La apetencia de hacer ejercicio antes de la sesión.
  2. El dolor durante y después del esfuerzo.
  3. La diversión, el entretenimiento o la distracción conseguidos durante la sesión.
  4. El dominio sobre las tareas realizadas.
  5. La satisfacción personal.
  6. Cualquier otra variable que aporte información sobre el progreso de la intervención.
Adherencia al ejercicio físico

a) Una vez implantado el programa de ejercicio físico, se debe evaluar la conducta y la adherencia al mismo, incluyendo cuestiones relacionadas con la propia conducta, sus antecedentes y consecuentes, así como las circunstancias que están presentes cuando se produce la adherencia o se produce únicamente de forma parcial.

b) Se deben tener en cuenta los siguientes apartados:
  • La asistencia a sesiones de ejercicio y el grado de cumplimiento con las tareas correspondientes (conducta de adherencia).
  • Las circunstancias antecedentes en cuya presencia se produce adherencia (o la falta de adherencia, o la adherencia parcial).
  • Las consecuencias cercanas que proporciona la práctica de ejercicio físico (o la falta de adherencia).
c) Los objetivos de la evaluación de la adherencia al ejercicio físico utilizando hojas de autorregistro diario junto a autoinformes más globales durante la entrevista entre el psicólogo y su cliente, y en ocasiones los registros e informes de monitores que supervisan la práctica, son, en líneas generales, los siguientes:
  • Conocer si se produce y cómo se produce la conducta-objetivo de practicar ejercicio físico.
  • Delimitar las circunstancias antecedentes en cuya presencia es más probable la adherencia y las que, al contrario, parecen favorecer una falta de adherencia.
  • Conocer las consecuencias del ejercicio (y de la falta de adherencia) que pueden favorecer o dificultar la consolidación de la práctica como hábito.
d) El conocimiento de estas cuestiones ayudará a orientar y reorientar el plan de ejercicio físico siempre que se considere conveniente, teniendo en cuenta la importancia de fortalecer los vínculos más favorables entre antecedentes, conducta y consecuencias, y de prevenir los posibles determinantes del abandono.

Consecución de objetivos

a) En el apartado correspondiente, nos hemos referido a la importancia del planteamiento apropiado de objetivos dentro del conjunto de la intervención.

b) Evaluar su consecución, permite obtener una adecuada medida de progreso que puede ayudar al cliente a darse cuenta de sus logros e indicar la conveniencia de continuar avanzando en la misma dirección, detenerse a solucionar algún problema o reconducir el rumbo.

Percepción de autoeficacia

a) Puesto que la percepción de autoeficacia se considera una variable clave en el proceso de la intervención, y que el propio programa de ejercicio físico debe contribuir a desarrollarla, parece razonable que se tenga en cuenta en el conjunto de variables dependientes que pueden contribuir a la evaluación del proceso.

A. Autoeficacia específica:

a) En primer lugar, a través de la entrevista, el psicólogo debe valorar la evolución del cliente respecto a la autoeficacia relacionada específicamente con la práctica de ejercicio físico.

b) En este punto, POAG-DUCHARME y BRAWLEY (1993) han señalado la conveniencia de considerar tres apartados diferentes:
  • La superación de dificultades que pueden interferir con la práctica regular.
  • La habilidad para planificar el tiempo y no dejar de practicar por “falta de tiempo” o una mala organización del mismo.
  • La habilidad para responder a las demandas concretas de la actividad física a realizar.
c) Algunos de los procedimientos que se sugieren en este capítulo pueden ayudar a evaluar estos apartados, como:
  • Los registros de actividades diarias.
  • Los registros sobre adherencia.
  • Las hojas para el planteamiento y la evaluación de objetivos.
  • Escalas subjetivas de 0-10 puntos que en algunos casos puede ser interesante elaborar, de manera específica, para responder a preguntas concretas derivadas de las entrevistas.
d) En muchos casos bastará con una valoración global del psicólogo a partir del conjunto de la información que puede obtener a través de los diversos autorregistros diarios y entrevistas con el cliente.

B. Autoeficacia general

a) En segundo lugar, además de la autoeficacia específicamente relacionada con la práctica de ejercicio, puede ser interesante evaluar la autoeficacia en una dimensión más global, de forma que se pueda valorar si el compromiso, el autocontrol, la perseverancia, etc., que están desarrollando con la práctica de ejercicio, se generalizan a otros campos de actuación (ajenos al ejercicio físico), contribuyendo a un estilo de afrontamiento más activo, saludable y gratificante.

b) Puesto que en la evaluación inicial (previa a la intervención) se habrán tomado datos sobre la autoeficacia general del cliente, ahora se podrá observar si el conjunto de la intervención para el tratamiento del comportamiento sedentario, ha propiciado cambios en una variable personal de tanta importancia.

Funcionamiento general

a) Por último, se deben evaluar los efectos de la práctica de ejercicio en funcionamiento general de la persona que lo realiza.

b) Además de observarse una adherencia estable y mejoras en su forma física y en su autoeficacia, ¿rinde más en el trabajo?, ¿aprovecha más el día?, etc. Algunas de estas cuestiones no dependen únicamente de la práctica de ejercicio físico y éste no puede considerarse la panacea que soluciona todos los males.

c) Sin embargo, la observación de variables como éstas, que en muchos casos pueden coincidir con los objetivos del programa de ejercicio a medio/largo plazo, puede ayudar a valorar, aunque sea de forma global en algunos casos, la contribución parcial del nuevo hábito a la salud, el bienestar y la calidad de vida del interesado.
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