Intervención Psicológica y Salud: Características y Objetivos

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INTRODUCCIÓN

Hasta mediados de los años 60, aproximadamente, el papel del psicólogo clínico se centraba, sobre todo, en la evaluación y el tratamiento de problemas que se suelen agrupar bajo la denominación de trastornos mentales, pero a partir de entonces, comenzó a prestarse una especial atención a otros campos relacionados con la salud en un sentido más amplio. En los últimos 25 años, el campo de acción de la Psicología Clínica se ha ensanchado considerablemente.
Las nuevas áreas de aplicación de la intervención psicológica se centran en los objetivos siguientes:
  • El aumento de la salud y el bienestar de las personas.
  • La prevención y modificación o alivio de enfermedades vinculadas a aspectos psicosociales que puedan ser controlados.
  • En los casos de trastornos crónicos, la consecución del mejor funcionamiento y el máximo bienestar posibles, tanto de los enfermos como de las personas allegadas
Esta tendencia expansiva del campo de acción de la Psicología Clínica, ha sido confirmada. Se observó el creciente interés de los investigadores de la primera parte de la década de los 80, por la aplicación de técnicas de Modificación de Conducta al campo de la salud en general.
Los factores que han podido contribuir al ensanchamiento del campo de acción de la Psicología Clínica y más en concreto de la Modificación de Conducta :
  • En la sociedad contemporánea los trastornos que afectan gravemente a la salud, en muchísimos casos, se relacionan con un estilo de vida poco saludable, tanto por sus demandas personales y sociales como por sus déficits o excesos comportamentales.
En general, estas alteraciones de la salud ( trastornos cardiovascuales, respiratorios, gastrointestinales, cáncer) han sido denominadas alteraciones biopsicosociales, trastornos psicofisiológicos o, más tradicionalmente enfermedades psicosomáticas, haciendo referencia a la destacada importancia de las cuestiones ambientales y psicológicas en su etiología, mantenimiento y/o tratamiento.
También en algunas enfermedades infecciosas más graves (SIDA) puede influir el comportamiento habitual de las personas.
  • La preocupación social, cada vez mayor, por su prevención antes de desarrollarse la enfermedad en sus fases más tempranas y el creciente interés por el aumento de la calidad de vida de las personas.
Todos estos conceptos, a los que se concede ahora una notable importancia (prevención, rehabilitación, promoción de la salud) se relacionan, en gran parte, con el comportamiento cotidiano de las personas y las condiciones del medio que les rodea.
En definitiva, el campo de actuación de la Psicología Clínica y la Modificación de Conducta se ha ensanchado considerablemente en las tres últimas décadas, abarcando tanto las enfermedades cuya aparición, desarrollo, intensidad, mantenimiento, alivio, eliminación o reaparición parecen depender de variables psicosociales, como las alteraciones de la salud de carácter crónico, cuyas impactantes consecuencias psicológicas y sociales deben ser consideradas dentro de la estrategia global del tratamiento, extendiéndose, además, hasta la prevención de la enfermedad y el aumento de la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas sanas, mediante el control de las variables psicosociales que resultan relevantes en este ámbito.
El peso específico de estas nuevas aplicaciones de la intervención psicológica en el área de la salud, ha supuesto el desarrollo de una especialidad, la Medicina Comportamental y de una subespecialidad, la Salud Comportamental.
La Medicina Comportamental fue definida como "el campo interdisciplinar que se ocupa del desarrollo e integración del conocimiento y las técnicas propios de las ciencias comportamental y biomédica, relacionados con la salud y la enfermedad y de la aplicación de este conocimiento y estas técnicas a la prevención, el diagnóstico, el tratamieno y la rehabilitación".
Así, la Medicina Comportamental abarca tanto la prevención como el tratamiento de las alteraciones biopsicosociales y psicosomáticas y de sus consecuencias perjudiciales para la salud y el bienestar. Sin embargo, según Matarazzo, la definición de esta especialidad no acentúa lo suficiente la importancia del mantenimiento de la salud y de la prevención de la enfermedad, haciendo necesaria la subespecialidad de la Salud Comportamental.
La Salud Comportamental: "campo interdisciplinar dedicado a promocionar una filosofía de la salud que acentúe la responsabilidad del individuo en la aplicación del conocimiento y las técnicas de las ciencias comportamental y biomédica, para el mantenimiento de la salud y la prevención de la enfermedad y la disfunción, mediante una variedad de actividades autoiniciadas, individuales o compartidas"
De este modo, la Salud Comportamental se ocupa más específicamente del campo de la salud y de la prevención de la enfermedad, mientras que la Medicina Comportamental, sin olvidar esta parcela específica, contempla, así mismo, el tratamiento de las enfermedades consolidades y la mejora de la calidad de vida, tanto de los enfermos como de las personas allegadas a ellos.

OBJETIVOS GENERALES DE LAS NUEVAS AREAS DE APLICACIÓN DE LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

En su conjunto, la intervención comportamental en este nuevo campo, puede dirigirse a 4 objetivos:
  • Prevención primaria: incluye la aplicación de estrategias comportamentales para fortalecer la salud y prevenir la aparición de enfermedades que todavía no están presentes.
  • Prevención secundaria: contempla el empleo de estrategias para eliminar o controlar situaciones de alto riesgo y manifestaciones leves antes de que el problema se agrave (eje: aplicación de un tratamiento para dejar de fumar antes de que se desarrolle un cáncer).
  • Tratamiento de enfermedades: uso de programas de intervención para la modificación de alteraciones ya consolidadas (eje: paquete de técnicas comportamentales para superar el dolor crónico)
  • Prevención terciaria: abarca la aplicación de estrategias con dos objetivos: reducir la probabilidad de recaídas y aliviar los efectos perjudiciales que se derivan de los trastornos crónicos.
Considerando estos cuatro grandes objetivos, la intervención comportamental suele dirigirse hacia alguna (o algunas) de las tres grandes áreas señaladas por Buceta:
  • El control del estrés, que incluye la modificación de situaciones potencialmente estresantes y de respuestas de afrontamiento habituales
  • El aprendizaje o eliminación de comportamientos habituales que favorecen o perjudican la salud.
  • La modificación de respuestas concretas y/o condiciones ambientales relevantes específicas de cada trastorno.
Intervención comportamental para el control del estrés.

La existencia de situaciones de carácter estresante, no es suficiente para que se presente la respuesta de estrés, siendo necesaria una interacción perjudicial entre situaciones estresantes y variables personales relevantes.
Así la presencia de determinados patrones de conducta y/o estilos de afrontamiento poco saludables, como el patrón de conducta tipo A, o la tendencia a negar, evitar o escapar de la situación estresante, o la ausencia de patrones de conducta y estilos de afrontamiento más saludables, como el patrón denominado dureza o fuerza mental, parecen aumentar la probabilidad de que las situaciones potencialmente estresantes provoquen un efecto perjudicial.
También se ha señalado que el impacto del estrés dependerá de la apreciación que se haga, por un lado, de la situación y, por otro, de los recursos propios disponibles para hacer frente a dicha situación. De la interacción de ambas valoraciones parece depender que las situaciones estresantes sean percibidas por el sujeto como un daño, una amenaza o un reto.
En estas valoraciones pueden intervenir factores como la información disponible, la mayor o menor tendencia a procesar la información y valorar los propios recursos de forma objetiva, y la existencia de habilidades eficaces en el repertorio de la persona.
Por tanto, la intervención comportamental para el control del estrés, debe tener en cuenta distintos aspectos: las situaciones ambientales estresantes, los patrones de conducta y estilos de afrontamiento, la forma de valorar las situaciones estresantes y los propios recursos y las habilidades de los sujetos para autocontrolar las situaciones estresantes.
Muchas de estas intervenciones se centran en la modificación del entorno estresante de las personas.
Otras veces, la intervención se centra en los propios sujetos, por ejemplo, entrenándolos para que dominen habilidades significativas, relajarse, utilizar autoinstrucciones. Estas habilidades son recursos que aumentan la eficacia de las personas para manejar las demandas estresantes del entorno o las propias manifestaciones del estrés.
Además, la intervención puede realizarse con el objetivo de modificar la disposición de las personas a reaccionar con estrés ante las demandas estresantes. Por ejemplo, modificando creencias, actitudes y valores que por ser irracionales o desproporcionados favorecen una percepción errónea de las situaciones estresantes o de los propios recursos para hacerles frente, así como alterando, en la medida posible, patrones de conducta y estilos de afrontamiento de riesgo (Tipo A, etc.)

Intervención comportamental para controlar conductas habituales

Determinadas conductas habituales, por exceso o defecto, se encuentran relacionadas con la salud, bien fortaleciendo, bien aumentando el riesgo de enfermedades. Las principales causas de muerte podrían disminuir controlando hábitos como la dieta alimentaria, el consumo de tabaco, el ejercicio físico, etc.
Al igual que en el caso del estrés, la aplicación de tratamientos comportamentales para modificar hábitos relacionados con la salud adquiere un importante auge a partir de los años 70.
Hasta la fecha, la intervención comportamental se ha centrado, sobre todo, en eliminar hábitos perjudiciales, y sólo anecdóticamente, en adquirir hábitos saludables. La intervención suele incluir técnicas basadas en el condicionamiento clásico y técnicas operantes.
Otro elemento importante de estos tratamientos, quizá el más esencial, es fortalecer la percepción de autoeficacia de los sujetos. Así, deben percibir que son capaces de lograr el objetivo que se han propuesto. En este proceso, una estrategia apropiada es establecer objetivos realistas. Se debe establecer un objetivo final y objetivos intermedios que se acerquen a él de manera progresiva; la consecución de las metas a corto plazo actuará, de este modo, como refuerzo de la conducta deseada y contribuirá a fortalecer la percepción de autoeficacia.
En el proceso de modificar hábitos relacionados con la salud existen momentos especialmente críticos que la intervención debe prevenir y controlar con sumo cuidado. También se deben prevenir las posibles recaídas, anticipando las situaciones de riesgo que las hacen más probables y preparando al paciente para afrontar tales situaciones eficazmente. En esta línea, en el caso de los hábitos a eliminar, se deben prevenir los síntomas de abstinencia, entrenando a los pacientes para que controlen este problema sin recurrir a la conducta eliminada.

Intervención comportamental en alteraciones biopsicosociales

Como hemos señalado se consideran alteraciones biopsicosociales aquellas en cuyos procesos de adquisición, desarrollo, intensidad, mantenimiento, alivio, eliminación o reparación, intervienen el comportamiento de las personas y el medio en el que éstas se desenvuelven.
La aplicación de estos tratamientos se ha centrado en un gran número de trastornos. Entre ellos, las alteraciones cardiovasculares, destacando, principalmente, la hipertensión arterial. En este contexto, la intervención se ha centrado en el control directo de la presión arterial, la disminución del nivel de activación simpática, el control de las experiencias estresantes a través de diferentes estrategias, la adquisición de hábitos alimentarios y de ejercicio físico saludables.
Otra área de intervención ha sido la relacionada con el dolor; en concreto el crónico, el dolor de cabeza y la dismenorrea funcional, la intervención puede incluir la utilización de biofeedback o de técnicas de relajación. Igualmente, se han utilizado estrategias cognitivo-comportamentales para controlar el impacto del dolor, tal es el caso de la inoculación de estrés adaptada al tratamiento de este problema; el entrenamiento en habilidades para afrontar las situaciones estresantes que pueden provocar dolor; y técnicas operantes para eliminar reforzadores que puedan contribuir al mantenimiento del dolor.
Los trastornos gastrointestinales, suelen estar estrechamente relacionados con el estrés, y en algunos casos con hábitos pocos saludables. En esta área se aplican técnicas como la relajación y estrategias de afrontamiento para reducir la activación y controlar el estrés, técnicas de exposición para eliminar síntomas adquiridos por condicionamiento clásico, técnicas operantes para eliminar reforzadores relacionados con los trastornos y técnicas de biofeedback con dos posibles objetivos: la modificación de las respuestas psicofisiológicas específicas del problema a tratar y la disminución de la activación psicofisiológica.
Otro trastorno asociado al estrés es el asma bronquial. El tratamiento de esta enfermedad es el control del estrés a través de diferentes vías: información al paciente y a sus familiares, prevención de las situaciones más estresantes y preparación del paciente para afrontar eficazmente las crisis asmáticas. También se pueden aplicar técnicas psicológicas para propiciar la adherencia adecuada a la medicación y modificar excesos y déficits conductuales relacionados con el trastorno.
El insomnio también puede beneficiarse de la intervención comportamental. El objetivo consiste en restablecer el patrón de sueño normal. Básicamente, el tratamiento requiere modificar conductas habituales relacionadas con el sueño, y controlar el estrés y la activación que afectan el comportamiento de dormir. Se pueden utilizar técnicas como el control del estímulo, la restricción del tiempo de sueño, la relajación, el biofeedback, la intención paradójica o técnicas cognitivas.
La rehabilitación neuromuscular es un área de trabajo a la que también pueden contribuir las estrategias comportamentales. En concreto, el biofeedback puede ayudar al paciente a mejorar su control sobre la actividad muscular, bien para aumentar la actividad del músculo deteriorado, bien para disminuir la hiperactividad muscular. También son apropiadas técnicas psicológicas para el control del estrés que sufren los pacientes, el fortalecimiento de la adherencia al tratamiento de fisioterapia, y los cambios de vida que, en muchos de estos casos, son imprescindibles.
En esta línea, la intervención psicológica puede ser muy útil en el proceso de rehabilitación de las lesiones deportivas. Buceta ha detallado las técnicas psicológicas que pueden contribuir a la recuperación de los deportistas lesionados, ayudándolos a controlar el impacto emocional de la lesión, a fortalecer su motivación y su autoconfianza respecto a la rehabilitación, y a prepararse para afrontar situaciones estresantes. Además, técnicas psicológicas como el biofeedback, la relajación, la práctica en imaginación, las autoinstrucciones y estrategias específicas para controlar el dolor, son útiles para optimizar el proceso de curación de la lesión.
Las técnicas psicológicas también pueden ser muy apropiadas en el tratamiento de pacientes con diabetes, cáncer, sida o de aquellos que han sufrido un infarto.

APLICACIÓN DE LA INTERVENCION PSICOLÓGICA

A pesar del creciente interés por los aspectos psicológicos en el ámbito de las enfermedades biopsicosociales, todavía son muy pocos los psicólogos que trabajan regularmente en este campo. En muchos casos, centran sus esfuerzos en investigaciones relacionadas con tesis doctorales o proyectos concretos, pero son pocos los que investigan con continuidad, y mucho menos los que tienen un puesto laboral en hospitales y centros de salud para atender las necesidades de estos enfermos, o se dedican específicamente a estas poblaciones en la práctica privada.
Paralelamente, aumenta el número de médicos, profesionales de enfermería, fisioterapeutas y trabajadores sociales, interesados en adquirir conocimientos de psicología mediante lecturas o cursos de distinto tipo. Consideran que pueden mejorar su trabajo con los pacientes si dominan conceptos y estrategias psicológicos; otras veces, pretenden asumir el papel que, en realidad, debería realizar un psicólogo.
Es evidente que los profesionales de la salud no psicólogos, en contacto directo con enfermos, pueden ayudar mejor si dominan conceptos y estrategias psicológicos que puedan incorporar a su trabajo como médicos, fisioterapeutas, personal de enfermería, etc., pero eso no quiere decir que puedan hacer el trabajo de un psicólogo. En ocasiones, el trabajo del psicólogo no es necesario, pero cuando lo es, es irreemplazable y, de hecho, en su ausencia, o no lo hace nadie o suelen hacerlo mal otros profesionales.
En definitiva, el trabajo psicológico del psicólogo y el de otros profesionales de la salud son diferentes y complementarios.
La distinción entre el trabajo psicológico y el trabajo psicológico de otros profesionales de la salud es un elemento esencial para que los pacientes que sufren alteraciones biopsicosociales puedan beneficiarse de todas las posibilidades que ofrece la intervención psicológica. Esta distinción debe reflejar en los cursos de formación que imparten los psicólogos a otros profesionales; en líneas generales, estos cursos deberían detener en cuenta:
  • Señalar la importancia de diferenciar la intervención del psicólogo de la intervención psicológica de otros profesionales de la salud, aportando argumentos que justifiquen esta distinción.
  • Acentuar la trascendencia de ambos tipos de intervención psicológica, así como la importancia de que ambos interactúen debidamente cuando proceda.
  • Explicar en qué consiste la intervención psicológica del psicólogo dentro de cada contexto concreto.
  • Centrarse, fundamentalmente, en los conceptos y estrategias psicológicos que pueden incorporar otros profesionales de la salud a su cometido cotidiano.
La intervención psicológica de los profesionales de la salud no psicólogos

En líneas generales, se puede influir en el funcionamiento psicológico de los pacientes, para propiciar un comportamiento saludable, a través de tres líneas de actuación:
  • Controlando estímulos antecedentes y consecuentes, tanto externos como internos.
  • Propiciando una apropiada disposición psicológica de los pacientes; teniendo en cuenta que la disposición presente puede ser más flexible o más rígida y, por tanto, más o menos abierta a la influencia externa.
  • Entrenando a los pacientes para que dominen habilidades que les permitan autocontrolar su propio comportamiento.
Dentro de este marco general, la conducta de los profesionales de la salud que no son psicólogos puede ser efectiva a través de dos vías: el control de estímulos antecedentes y consecuentes externos, y la influencia en la disposición psicológica más flexible. Sin embargo, es difícil que estos profesionales puedan alterar la disposición psicológica más rígida y no es su cometido el entrenamiento de los pacientes para que dominen habilidades de autoaplicación.
Los profesionales de la salud no psicólogos deben adquirir los conocimientos pertinentes, en lugar de actuar, simplemente, con "sentido común". La psicología no es sentido común, son conocimiento científico y ambos suelen diferir en matices que pueden ser trascendentes en el proceso de la intervención, siendo a veces totalmente contrapuestos.

a) Estrategias para controlar estímulos externos
Es interesante que los profesionales de la salud comprendan en qué consiste el análisis funcional de la conducta, y sean capaces de aplicarlo a un nivel básico.
Así mismo, deben conocer principios básicos de aprendizaje, así puede ser interesante que aprendan a utilizar estrategias operantes como el control del estímulo, la utilización de conducta incompatibles, el reforzamiento social y material a través de distintas técnicas, la extinción y el castigo positivo y negativo.
Finalmente, puesto que uno de los objetivos de la intervención psicológica es contribuir al control del estrés, también es importante que los profesionales de la salud conozcan en qué consiste el estrés psicosocial, y aprendan a identificar situaciones y estímulos potencialmente estresantes.

b) Estrategias para influir en la disposición psicológica más flexible
Es muy conveniente que los profesionales de la salud adquieran conocimientos que les permitan comprender cuál es la disposición de los pacientes respecto a la enfermedad y su tratamiento. Además, deben aprender a desarrollar una buena relación con los pacientes. Para ello, deben dominar estrategias verbales y no verbales que aumenten su efectividad interpersonal.
Así mismo, es aconsejable que aprendan a transmitir información a los pacientes, teniendo en cuenta los contenidos que en cada caso particular deben transmitir, la forma en que deben hacerlo y los objetivos psicológicos que deben procurar. En general, es importante que la transmisión de información contribuya a dos objetivos: reducir la incertidumbre del paciente y fortalecer su percepción de control sobre la enfermedad y el proceso de curación de la misma.
Una técnica interesante, en este contexto, es el establecimiento de objetivos centrados en la propia conducta del paciente (objetivos de realización), en vez de referidos a las consecuencias de la conducta (objetivos de resultado). Mediante esta estrategia se puede propiciar una expectativa realista y provocar una experiencia de éxito, debiéndose promover una atribución interna, específica, controlable y, según los casos, estable o inestable, respecto al logro alcanzado. El trabajo en esta dirección favorecerá que se fortalezcan la autoconfianza y la motivación del paciente.
En ocasiones, deben procurar incrementar la motivación inicial de los pacientes y lograr una motivación alta y estable durante el proceso del tratamiento. Para ello, es conveniente que dominen la forma en la que pueden utilizar modelos significativos, y modo en que pueden mejorar la relación entre costes y beneficios, teniendo en cuenta el peso y la inmediatez de ambos, y las estrategias mediante las que pueden implicar al paciente en la toma de decisiones terapeúticas.
También es interesante que los profesionales de la salud comprendan la importancia de reducir la ansiedad de los pacientes en determinados momentos, pudiendo utilizar estrategias como el planteamiento de "periodos de prueba" o la intención paradójica.
Por último, es muy conveniente que estos profesionales adquieran habilidades terapéuticas para manejar eficazmente a los pacientes conflictivos o poco cooperativos.

La intervención psicológica del psicólogo

Uno de los cometidos de los psicólogos en este ámbito, consiste en entrenar y asesorar a los profesionales de la salud que están en contacto directo con los pacientes. Además resultará apropiado que los psicólogos trabajen conjuntamente con estos profesionales, diseñando programas de intervención.
Sin embargo, en otras ocasiones, serán los propios psicólogos los que tendrán que aplicar directamente técnicas operantes u otras estrategias señaladas en el apartado anterior, para controlar estímulos externos; igualmente puede ser necesario que apliquen técnicas basadas en el condicionamiento clásico para alterar la relación entre estímulos antecedentes y respuestas y, finalmente, siempre que estén en contacto directo con los pacientes, tendrán que intervenir, en mayor o menor medida, para influir favorablemente en su disposición psicológica más flexible.
Además, los psicólogos deben ser los responsables de intervenir por otras dos vías: el entrenamiento de los pacientes para que dominen habilidades psicológicas que les permitan autocontrolar su propia conducta y el debilitamiento de la disposición psicológica más rígida.
Las habilidades psicológicas de los pacientes incluyen procedimientos como la autoevaluación de experiencias internas, los autorregistros, el establecimiento de objetivos, técnicas de relajación, autoinstrucciones, detención del pensamiento, técnicas para solución de problemas y cualquier estrategia específica de afrontamiento que pueda resultarles útil. El entrenamiento para el dominio de habilidades eficaces favorecerá el buen funcionamiento psicológico de los pacientes, contribuyendo, entre otros, a los objetivos de controlar el estrés y desarrollar hábitos saludables.
Por lo que respecta a la disposición psicológica más rígida, ésta tiene que ver con creencias y actitudes irracionales o desproporcionadas que afectan el procesamiento de la información y el comportamiento de los pacientes, favoreciendo un elevado estrés y/o la presencia de conductas habituales poco saludables. En estos casos, el debilitamiento progresivo de las creencias y actitudes disfuncionales, sustituyendo un estilo de funcionamiento cognitivo rígido por otro más flexible, exige la intervención de un psicólogo altamente especializado en Terapia Cognitiva.
No se trata, por tanto, de "convencer" al paciente de sus errores, ni de darle, de cualquier manera, otros argumentos alternativos, señalarle que no es tan grave lo que sucede, o decirle que piense de manera positiva, sino de favorecer un proceso de cambio complejo que necesita tiempo y una gran habilidad por parte del terapeuta. Es un error muy grave pretender que otros profesionales de la salud apliquen este tipo de terapia, incluso los psicólogos tendrán que especializarse específicamente para ello y adquirir experiencia, si pretenden abordar con éxito una intervención de estas características.
Por otra parte, los psicólogos también deben ser los responsables de la evaluación psicológica de los pacientes, aunque sea interesante que cuenten con la colaboración de otros profesionales.
Así mismo, cuando la intervención implique la actuación de distintos profesionales y/o la aplicación de distintas técnicas, los psicólogos deben ser los que tengan una visión de conjunto y controlen el proceso del tratamiento en su totalidad.
Finalmente, los psicólogos que trabajen en este ámbito deben acostumbrarse a trabajar con otros profesionales de la salud, aceptando, en muchos casos, la mayor jerarquía de éstos en el organigrama del equipo interdisciplinar.
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Técnicas de Modificación de Conducta en el Ámbito de la Salud

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TÉCNICAS DE CONTROL DE LA ACTIVACIÓN

Breve descripción

Las distintas técnicas de control de la activación (técnicas de relajación) figuran entre los tratamientos conductuales más utilizados. Su utilización es muy frecuente, ya sea de forma aislada, como elemento constituyente de otros procedimientos terapéuticos o, dentro de intervenciones más amplias. Su objetivo básico es enseñar al sujeto a controlar su propio nivel de activación a través de la modificación directa de las condiciones fisiológicas sin ayuda de recursos externos.
Se dispone de una amplia gama de técnicas de control de la activación, que van desde los diversos procedimientos de relajación, a las estrategias meditacionales, pasando por las técnicas de control de la respiración o los procedimientos de sugestión, como la hipnosis.
De todas ellas, la más utilizada es la relajación progresiva, en los que se alterna la tensión y relación de los distintos grupos musculares. La técnica permite modificar el nivel de tensión general del organismo, o bien tan sólo el de una zona concreta (recibiendo relajación diferencial)
También muy utilizado es el entrenamiento autógeno, basado en la utilización de una serie de frases elaboradas con el fin de inducir estados de relajación fisiológica a través de sugestiones sobre sensaciones de peso, calor, regulación cardíaca y respiratoria… incluye además, en su ciclo superior ejercicios de meditación.
Existen otros procedimientos de relajación menos difundidos como la relajación pasiva, en la que sólo se utilizan ejercicios de relajación de los grupos musculares, sin tensarlos antes, combinándolos con la inducción de sensaciones de peso y calor, tomadas del entrenamiento autógeno, y ejercicios de respiración. Esta técnica está indicada en personas en las que no es posible o aconsejable la tensión de determinados grupos musculares.
En la relajación condicionada se asocia la relajación a una palabra o frase, generalmente de contenido relajante que el sujeto se dice a sí mismo. También se puede recurrir a la imaginación o visualización de escenas relajantes. Estas variantes de relajación presentan la ventaja de poder aplicarse en cualquier tipo de situación o contexto, permitiendo al sujeto relajarse en situaciones de su vida cotidiana.
Como alternativa a los diversos procedimientos de relajación, están cobrando importancia, por la brevedad del entrenamiento y su fácil aprendizaje, las técnicas de control de la respiración, que tienen como objetivo básico facilitar el control voluntario de la respiración y automatizar ese control de modo que se mantenga en distintos tipos de situaciones, incluidas aquellas que resultan más problemáticas. Lo más habitual es el entrenamiento en respiración diafragmática, dirigido a conseguir una utilización más completa de los pulmones que facilita una respiración profunda, con un ritmo lento y regular.
Finalmente, comienza a considerarse, en los últimos años, la relajación mediante inducción hipnótica. La hipnosis lleva a una disminución de la conciencia, sin llegar nunca a una perdida total de la conciencia, utilizando métodos diversos, en todos los cuales ocupan un lugar central la imaginación y las sugestiones.

Aplicaciones en el ámbito de la salud

La aplicación de las diversas técnicas de control de la activación en el ámbito de la salud es muy frecuente, y abarca muy diversas áreas, entre ellas:
a) Trastornos relacionados con un exceso de activación o estrés (ej. Cardiovasculares, grastrointestinales, asma)
Carlson y Hoyle efectuaron una revisión cuantitativa de las investigaciones publicadas desde 1980 sobre relajación progresiva. Analizaron 29 trabajos todos los cuales al menos una parte de la muestra recibía únicamente entrenamiento en relajación, sin ninguna otra técnica adicional. Los resultados mostraron que la relajación era eficaz en el tratamiento de los trastornos analizados, siendo el efecto especialmente notable en cefales, y mejor en entrenamiento individual que grupal. Además a mayor práctica y entrenamiento, mejores efectos.
b) Problemas de dolor
La relajación se aplica al tratamiento de diversos síndromes dolorosos tales como lumbalgias, artritis, dismenorrea, cefalea, dolor del miembro fantasma, etc. De hecho, el entrenamiento en relajación está incluido en casi todos los programas de tratamiento del dolor crónico. Su utilidad se relaciona con el descenso general de la activación simpática, el descenso de los niveles de tensión muscular excesiva y la reducción de los altos niveles de ansiedad. La técnica más utilizada en este tipo de problemas es la relajación progresiva en sus diversas variantes abreviadas y, en menor medida, el entrenamiento autógeno o la respiración diafragmática. Es importante adaptar los ejercicios a las necesidades del paciente, evitando tensar las zonas en las que presenta dolor, para no agravar el problema. La evidencia indica que las técnicas de relajación son eficaces para el tratamiento del dolor crónico, independientemente del tipo de dolor o síndrome. Así mismo existe evidencia de la eficacia de la hipnosis.
Las técnicas de control de la activación también se aplican en la prevención del dolor agudo (ej.: preparación parto).
c) Preparación para la hospitalización y para diversas intervenciones médicas (ej.: cirugía, pruebas diagnósticas dolorosas)
El entrenamiento en relajación se aplica en pacientes quirúrgicos para proporcionarles un método de autocontrol. En este contexto, las técnicas más utilizadas por su brevedad y facilidad de aplicación son la relajación progresiva, la relajación pasiva y la respiración diafragmática. Un elemento importante para la eficacia de esta técnica es el momento de aplicación: es importante dejar un margen de tiempo para que el paciente pueda practicar la técnica y adquirir la habilidad necesaria antes de precisar su aplicación.

Así mismo, estas técnicas se han aplicado en el tratamiento de la diabetes, de las náuseas y vómitos condicionados en pacientes oncológicos sometidos a quimioterapia (relajación progresiva) y para la mejora de la salud y la calidad de vida. Por otra parte, es habitual su inclusión en programas multicomponentes para el tratamiento de problemas diversos como tabaquismo, obesidad, etc.
Dentro de los listados de tratamientos empíricamente validados de la APA, aparecen técnicas de control de la activación como tratamientos probablemente eficaces para dos tipos de trastornos: para el tratamiento de la obesidad, se incluye la hipnosis en conjunción con terapia cognitivo-conductual, y en el de las migrañas, la relajación autógena completada con biofeedback de temperatura. No obstante, la mayoría de los problemas de salud que aparecen en el listado (dolor de cabeza, dolor asociado a enfermedad reumática, etc.) se incluye, como tratamiento bien establecido o probablemente eficaz, lo que los autores denominan terapia de conducta o terapia cognitivo-conductual, término con el que frecuentemente se designan programas multicomponente en los que acostumbra a estar presente algún procedimiento de control de la activación.

TÉCNICAS DE EXPOSICIÓN

Breve descripción

La exposición constituye un componente terapéutico incluido en la mayor parte de los tratamientos para la reducción de la ansiedad, se basa en la presentación repetida del estímulo que evoca la ansiedad hasta que ésta remita. La norma básica de aplicación es la presentación al individuo de la situación ante la que tiende a realizar las conductas de evitación, logrando que se enfrente a ella repetidamente hasta que el malestar disminuya. Está indicada cuando el objetivo es superar la evitación del paciente de situaciones o acontecimientos objetivamente inocuos.
La exposición adopta diversas formas que pueden situarse a lo largo de un continuo, en función de la graduación de los estímulos o situaciones temidas. El polo de máxima graduación estaría ocupado por la Desensibilización Sistemática (DS), mientras que en el de mínima graduación se encontraría la inundación, en la que la exposición se realiza de manera masiva y prolongada.

Aplicaciones en el ámbito de la salud
Las técnicas de exposición tienen un indudable valor para la eliminación de miedos médicos.
El tratamiento de algunas de estas fobias sigue pautas similares al de otras fobias simples, y se basa en la exposición sistemática, ya sea en imaginación o, preferiblemente, en vivo, al estímulo o situación temida, pudiendo utilizarse la relajación como respuesta incompatible con la ansiedad. Sin embargo, las fobias a la sangre y las inyecciones presentan ciertas peculiaridades. En concreto, mientras otras fobias se caracterizan por la aparición de respuestas de ansiedad y un incremento de la activación, las fobias a la sangre y las inyecciones se caracterizan por la aparición de náuseas, vómitos, desvanecimientos y desmayos, que se producen incluso ante el relato de historias, pudiendo aparecer ansiedad ante la anticipación del desmayo. Así mismo, presentan un patrón fisiológico diferenciado: en las fobias a la sangre y las inyecciones suele producirse una respuesta difásica en la que dichos incrementos van seguidos por una rápida caída de la presión y del ritmo cardíaco que puede conducir al desmayo. Este tipo de reacción, denominada síndrome vagal, se da en todo tipo de sujetos, sin embargo, en el caso de los sujetos fóbicos es más pronunciada. No obstante, no todos los fóbicos a la sangre o las inyecciones presentan este patrón.
Para prevenir el desmayo provocado por el síndrome vagal se pueden utilizar estrategias para favorecer la llegada de la sangre al cerebro (tumbarse, bajar la cabeza), la inducción de tensión muscular o de una respuesta de ira, las cuales generalmente se aplican en combinación con la exposición en vivo a los estímulos fóbicos, que suele implicar la presentación de fotos o películas en las que aparecen personas heridas, intervenciones médicas, etc., así como con exposición en imaginación. No conviene, en cambio, aplicar la relajación, ya que ésta puede propiciar la aparición de desmayos. Una alternativa es la tensión aplicada, en la que se combina la tensión de grandes grupos musculares y la exposición a los estímulos fóbicos.
Los miedos médicos tienen una especial relevancia en niños. En este tipo de población, además de las técnicas de exposición habituales en adultos se suele recurrir a la aplicación de la imaginación emotiva, cuyo objetivo es provocar en el niño emociones incompatibles con la reacción de temor. Su aplicación supone la elaboración y presentación, en imaginación, de escenas con los héroes y personajes favoritos del niño, introduciendo, como parte natural de la narración, los diversos elementos que le provocan ansiedad.
La imaginación emotiva es ingrediente habitual en los programas psicológicos aplicados en oncología pediátrica para reducir la ansiedad y el dolor causado por procedimientos invasivos, así como en los programas de preparación de los niños para la hospitalización.

TÉCNICAS OPERANTES PARA ADQUIRIR O INCREMENTAR CONDUCTAS

Breve descripción

Las técnicas operantes se basan en los principios del condicionamiento operante e implican la disposición ordenada de estímulos antecedentes y consecuentes con objeto de alterar la probabilidad de emisión de una conducta. Se trata de un grupo heterogéneo de procedimientos que pueden utilizarse para mantener o incrementar conductas (ej.: programas de reforzamiento directo, contratos conductuales, economía de fichas, control de estímulos, reglas) para enseñar o establecer conductas nuevas (ej.: encadenamiento, moldeamiento), o bien para eliminarlas o disminuirlas, tal y como se comentará.
Las técnicas operantes ocupan un lugar preeminente entre las estrategias de intervención conductual, hasta el punto que es difícil imaginar una intervención en la que no se vean implicadas o en la que no se utilicen, en un momento u otro, a lo largo del tratamiento. Igualmente, suelen formar parte de los programas conductuales que se aplican en el ámbito de la salud, teniendo como objetivo básico propiciar la aparición de conducta y hábitos saludables, y disminuir la emisión de conductas perjudiciales para la salud o que deterioran la calidad de vida de los individuos, o que interfieren la emisión de conductas saludables. Con frecuencia, su aplicación supone la participación de personas del medio del sujeto.

Aplicaciones en el ámbito de la salud

Las aplicaciones de estas técnicas dentro del ámbito de la salud son muy diversas, y abarcan cualquier programa en el que se intente incrementar, potenciar o mantener la emisión de una respuesta (generalmente mediante contratos conductuales y reforzamiento positivo o programa de economía de fichas), o bien, y menos frecuentemente, enseñar una conducta nueva, no existente en el repertorio del sujeto (ya sea por moldeado o encadenamiento). Entre sus utilizaciones más frecuentes:
a) Mejora de la adherencia a tratamientos médicos.
Se aplican programas de reforzamiento positivo director, economía de fichas o contratos conductuales, en los que se refuerza al sujeto por el cumplimiento de las prescripciones médicas, pudiendo además penalizar los incumplimientos.
b) Mantenimiento y mejora de hábitos de salud y de la calidad de vida de los individuos (ej.: cambio de hábitos de alimentación, hacer ejercicio)
Este tipo de programas suele implicar el establecimiento de objetivos progresivos, el reforzamiento de las conductas a potenciar, y, en su caso, el coste de respuesta por su incumplimiento o por la emisión de conductas incompatibles con éstas. Las condiciones de los programas suelen ser especificarse en contratos conductuales. Este tipo de programas es especialmente relevante en conductas como hacer ejercicio, cuyas consecuencias positivas se producen a largo plazo, mientras que las consecuencias a corto plazo resultan aversivas. En estos casos es crucial recurrir a la aplicación de reforzadores externos que ayuden al sujeto a mantener la conducta en aquellos momentos iniciales en los que ésta tan solo obtiene consecuencias negativas.
c) Tratamiento de dolor crónico
Como parte integrante de los programas de tratamiento para este tipo de problemas se incluyen técnicas para la reorganización de las contingencias de reforzamiento presentes en el medio del sujeto y que contribuyen a mantener las conductas de dolor del sujeto. Las quejas, peticiones de ayuda y solicitudes de reposo de los pacientes con dolor, son conductas que suelen ser reforzadas por la atención de las personas que rodean al enfermo, así como por la evitación y delegación de responsabilidades. Resulta esencial entrenar a los familiares y personas que conviven con el paciente en los principios básicos del aprendizaje, y enseñarles a extinguir las conductas inadecuadas y reforzar, en su lugar, conductas adaptativas del paciente.
d) Otras aplicaciones
También se han utilizado programas de economía de fichas para fomentar las conductas de higiene y autocontrol entre pacientes con deterioro cognitivo, niños institucionalizados o ancianos internados en residencias. También se puede recurrir a la aplicación de moldeado o encadenamiento para la enseñanza de hábitos higiénicos básicos, no presentes en el repertorio conductual del sujeto, o de tratamientos médicos autoaplicados.
Así mismo, es frecuente la utilización de contratos conductuales, centrados en diversos aspectos de la terapia, entre los que figuran horario, duración, cumplimiento de las tareas para casa, colaboración activa, participación en las sesiones de seguimiento, etc. Este tipo de contrato actúa como facilitador de la adherencia al tratamiento o como factor motivador; para incrementar este último efecto, incluso puede establecerse un contrato de contingencias acompañado de un depósito monetario que el sujeto irá recuperando paulatinamente y contingentemente a la asistencia a las distintas fases del tratamiento y a los sucesivos seguimientos.

TÉCNICAS OPERANTES PARA ELIMINAR O REDUCIR CONDUCTAS

Breve descripción

Aunque el objetivo fundamental de las intervenciones conductuales es el desarrollo de nuevas conductas que permitan una actuación más adaptativa y adecuada, en ocasiones se hace necesario reducir determinadas conductas que alteran, dificultan o impiden el desarrollo o la puesta en práctica de esas conductas adaptativas. Con este fin, se pueden aplicar diversas técnicas centradas en el control de la presencia de estímulos reforzadores, y basadas esencialmente en procesos de condicionamiento operante. Entre ellas figuran la extinción, los distintos procedimientos de reforzamiento diferencial, el coste de respuesta, el tiempo fuera de reforzamiento, la saciación y la sobrecorrección.
Estos procedimientos se diferencian de aquellos otros que consiguen la reducción o eliminación de la conducta mediante la presentación de estímulos aversivos.
Como norma general, las técnicas centradas en la reducción/eliminación de la conducta han de completarse con la aplicación de otras, encaminadas al desarrollo de conductas alternativas a aquellas que se pretende eliminar.

Aplicaciones en el ámbito de la salud

Se han utilizado para la modificación de hábitos perjudiciales o de riesgo que se encuentran presentes en el repertorio del paciente (ej: tabaco, alcohol, …) recurriendo fundamentalmente al coste de respuesta, que ha de complementarse con el refuerzo positivo de las conductas adaptadas e incompatibles con la conducta a eliminar. Las condiciones del programa suelen especificarse en un contrato conductual entre el terapeuta y el cliente. Esta estrategia suele ser parte básica de los programas multicomponentes para el tratamiento, por ejemplo, el tabaquismo, utilizándose fundamentalmente en las primeras fases, dado su bajo coste y sencillez de aplicación.

TÉCNICAS AVERSIVAS

Breve descripción

Las técnicas aversivas asocian una conducta o patrón comportamental no deseado y socialmente sancionado, con una estimulación desagradable, o bien reorganizan la situación de tal manera que las consecuencias de este comportamiento resulten desagradables para el sujeto, provocando un cese total en la emisión de esa conducta. En realidad, las técnicas aversivas son muy diversas. Sin embargo, todas ellas tienen como característica común la utilización de estímulos aversivos, entre los que figuran choques eléctricos, sustancias químicas, etc.
El uso de las técnicas aversivas plantea importantes problemas éticos y sociales, relacionados con los efectos desagradables producidos por la estimulación empleada y con la animadversión popular hacia ellas. Por esta razón, su utilización es limitada, restringida a casos que plantean importantes problemas o peligros para el sujeto y su entorno. Así mismo, se han mostrado eficaces en el tratamiento de conductas que se mantienen por la apetitividad del estímulo desencadenante, tal y como sucede, por ejemplo, en las adicciones a diversas sustancias.

Aplicaciones en el ámbito de la salud

Dentro del ámbito de la salud, las técnicas aversivas se han utilizado fundamentalmente para la eliminación de hábitos perjudiciales, fundamentalmente alcoholismo y tabaquismo, pudiendo aplicarse, en menor medida y con menor eficacia, en la obesidad. Así mismo, se han empleado para la eliminación de conductas automáticas, como las parálisis histéricas de un miembro.
En el tratamiento de la conducta de fumar se ha condicionado ésta a una situación aversiva, en su mayoría específica para esta conducta. También suelen implicar la presentación de la conducta, con una frecuencia o intensidad suficientemente elevada como para hacer que desaparezcan los aspectos reforzantes de la misma, convirtiéndose en aversivos, lo que llevará a la debilitación o desaparición del hábito. Se trata, por tanto, de procedimientos de saciación (fumar rápido, la retención del humo…). Estas técnicas suelen utilizarse dentro de programas multicomponentes y tienen como objetivo facilitar el abandono del hábito.
En el tratamiento del alcoholismo los estímulos de elección son los fármacos eméticos y la aversión encubierta, en la que se utiliza predominantemente la imagen de la náusea. Al igual que en el caso de la adicción tabáquica, la utilización de la técnica aversiva para el tratamiento del alcoholismo suele enmarcarse dentro de programas más amplios, ya que las ganancias a corto plazo, obtenidas por estos procedimientos, no suelen mantenerse a largo plazo.

BIOFEEDBACK

Breve descripción

El objetivo básico del biofeedback es la eliminación o reducción del trastorno a través del desarrollo de un adecuado control, por parte del propio sujeto, de la respuesta fisiológica alterada. Para ello, el biofeedback recurre a la utilización de instrumentación que proporcione al sujeto información inmediata, precisa y directa sobre la actividad de sus funciones fisiológicas, facilitando la percepción de éstas y su control voluntario. En consecuencia, el elemento clave e imprescindible del proceso es la información (feedback) que el sujeto recibe sobre la variable fisiológica de interés.
En un sentido estricto, el entrenamiento en biofeedback pretende que la persona consiga el control de una respuesta fisiológica, que suele relacionarse con la presencia de algún trastorno. Desde un punto de vista más amplio, su objetivo final es resolver un problema, o bien prevenir la aparición de un trastorno, para lo que suele incluirse dentro de programas de tratamiento más amplios, en los que se abordan las diversas variables que afectan a la aparición y mantenimiento de dicho problema, entre las que se consideran, además del cambio fisiológico específico, otras respuestas, tanto fisiológicas como motrices y cognitivas.
Existen diversas modalidades de biofeedback que suelen clasificarse en función del tipo de respuesta sobre el que se proporciona información y de los aspectos o dimensiones específicas de esas respuestas que se consideran. Entre ellas cabe destacar:
  • Biofeedback electromiográfico (EMG), que proporciona información sobre la actividad del músculo o grupo muscular sobre el que se ubican los electrodos.
  • Biofeedback electrokinesiológico, porporciona información sobre el movimiento de una articulación.
  • Biofeedback de actividad dermoeléctrica, fundamentalmente conductancia de la piel, que se relaciona con la actividad de la rama simpática del sistema nervioso autónomo.
  • Biofeedback de temperatura periférica, proporciona una estimación directa de la circulación periférica y, por ende, de la activación simpática.
  • Biofeedback de tasa cardíaca.
  • Biofeedback de volumen de pulso sanguíneo, informa de la cantidad de sangre que pasa por un determinado vaso o de la dilatación que éste alcanza.
  • Biofeedback de presión sanguínea.
  • Biofeedback de presión
  • Biofeedback electroencefalográfico (EEG), informa de la actividad eléctrica en la corteza cerebral.
Las distintas modalidades se diferencian en dos tipos, los llamados usos directos y los indirectos. Lo directos se basan en el supuesto de la especificidad, y asumen que existe una disfunción fisiológica específica que se relaciona o asocia con un trastorno también específico ( ej.: elevada tensión muscular frontal en las cefaleas tensionales). Desde este punto de vista, el biofeedback se centra en la modificación de esta disfunción.
Por su parte, los usos indirectos se basan en el supuesto de la generalidad, que implica que diversos trastornos específicos tienen factores comunes subyacentes (ej.: ansiedad), centrándose el biofeedback en la modificación de éstos. Este tipo de aplicaciones suele implicar la utilización del biofeedback EMG frontal. En el mismo sentido, se han utilizado el biofeedback EEG de ritmo alfa, el biofeedback de frecuencia cardiaca y el actividad dermoeléctrica. En la actualidad este tipo de usos se encuentra en remisión por sus indudables problemas teóricos, de eficacia y económicos. En cambio, los usos directos del biofeedback se mantienen e incluso progresan.

Aplicaciones en el ámbito de la salud

El biofeedback (en sus usos directos) ocupa un papel central dentro de las técnicas conductuales aplicadas en el contexto biomédico, siendo las áreas donde mayor aceptación y éxito está teniendo:
  1. Rehabilitación neuromuscular
  2. Trastornos que implican un exceso de tensión muscular
  3. Trastornos cardiovasculares, básicamente arritmias, hipertensión y trastornos circulatorios periféricos.
  4. Disfunciones sexuales.
  5. Trastornos gastrointestinales.
Otras aplicaciones son epilepsia, asma, dolor, incontinencia urinaria, insomnio, así como otras de desarrollo más reciente, que aún pueden considerarse tentativas, como trastornos oculomotores, estreñimiento crónico, dismenorrea, trastornos dermatológicos o las náuseas y vómitos condicionados secundarios a la quimioterapia.
En todos estos trastornos, el biofeedback se aplica para prevenir su aparición o, más frecuentemente, como estrategia de intervención una vez que se ha desarrollado, bien sólo o como parte de un programa terapéutico más amplio, en el que además del biofeedback habitualmente se incluye una técnica de relajación y otros procedimientos de intervención, que pueden implicar tratamientos farmacológicos.
La eficacia del entrenamiento en biofeedback en este tipo de trastornos parece estar bien establecida, aunque permanece por determinar el proceso a través del cual consigue sus efectos.
Por otra parte, en algunos casos, el coste y la complejidad de la instrumentación necesaria para aplicar el entrenamiento pueden dificultar, si no imposibilitar, su utilización.

MODELADO

Breve descripción

El modelado es un proceso de aprendizaje a través de la observación de la conducta de otras personas. El procedimiento consiste en mostrar al niño o adulto uno o varios modelos que exhiben un comportamiento, pidiéndole que centre la atención en dicho comportamiento, el contexto o situación adecuado a la conducta y las contingencias que se siguen.
A través del modelado se pueden modificar los comportamientos motores, las emociones y la activación fisiológica, así como cogniciones tales como opiniones, creencias y actitudes. El modelado, tal como expone Bandura, puede utilizarse para las siguientes funciones: a) adquisición de nuevos repertorios de conductas o habilidades, b) inhibición o deshinibición de conductas que la persona poseía previamente en su repertorio; c) facilitación de conductas que, previamente a la presentación de modelos, no se emitían por la ausencia de estímulos inductores, no por falta de habilidad o procesos de inhibición; d) incremento de la estimulación ambiental; e) cambios en activación emocional y valencia afectiva.

Aplicaciones en el ámbito de la salud

El modelado alcanza una amplia aplicación en el ámbito de la Psicología de la Salud, ya se aplique de forma única o en combinación con otras técnicas. Los procedimientos pueden ser bastante variados; básicamente, consisten en conseguir la atención de los observadores, instruirlos adecuadamente, presentar modelos que exhiben los comportamientos adecuados e inadecuados, a los que siguen los incentivos o consecuencias correspondientes y las explicaciones pertinentes. Entre las aplicaciones más relevantes se encuentran las siguientes:

En programas de prevención primaria:
  • Aprendizaje y actitudes adecuadas acerca de comportamientos de riesgo, como por ejemplo todas las conductas asociadas al riesgo de infección VIH, el tabaquismo, el alcohol, las drogas, etc.
  • Cambios actitudinales favorables para el inicio de hábitos saludables (ejercicio físico, alimentación, etc.)
  • Adquisición de conductas y hábitos saludables (higiene, ejercicio físico, alimentación, etc.)
  • Aprendizaje de comportamientos de autoprotección (entrenamiento en prevención de asaltos y violaciones, búsqueda de ayuda en situaciones problemáticas, etc.)
  • Adquisición de habilidades sociales
  • Entrenamiento en paraprofesionales
En programas de prevención secundaria:
  • Implantar conocimientos y actitudes adecuados acerca de las pruebas de screening o detección precoz, pruebas de inmunodeficiencia, revisiones periódicas, etc.
  • Aprender conductas de autoexploración.
  • Facilitación de conductas de realización de pruebas de screening, revisiones periódicas, etc.
  • Adquisición de conductas necesarias para la adecuada adherencia a los tratamientos médicos.
  • Aprendizaje de comportamientos terapéuticos.
  • Preparación para intervenciones médicas dolorosas o con efectos colaterales negativos.
En programas de prevención terciaria:
  • Instauración de repertorios de conductas de autocuidado, lenguaje y otras habilidades.
  • Aprendizaje de solución de problemas
  • Mantenimiento y restauración de habilidades cognitivas en ancianos
TÉCNICAS DE AUTOCONTROL

Breve descripción

El término autocontrol hace referencia a conductas concretas en situaciones específicas y no a rasgos globales como fuerza de voluntad, tesón, esfuerzo o entereza. En consecuencia, el autocontrol es una habilidad, resultado de un proceso de aprendizaje, que se puede entrenar mediante técnicas o programas de autocontrol.
Las técnicas de autocontrol pueden definirse como el conjunto de procedimientos a través de los cuales el terapeuta enseña a los sujetos estrategias que les permiten diseñar autointervenciones, con el objetivo de alcanzar determinadas metas a corto y largo plazo, mediante la modificación de su propia conducta, en distintos contextos, a través de la manipulación de las consecuencias o de la reorganización de las situaciones antecedentes. Se trata, en definitiva, de que el propio sujeto logre el control de su conducta, que "aprenda a ser su propio terapeuta". Para ello, enseñan al paciente a conocer los principios de la conducta para que él mismo pueda aplicar los procedimientos para modificarla, para que sea el director de su propia conducta, en lugar de depender del terapeuta.

Aplicaciones en el ámbito de la salud

Las técnicas de autocontrol están cobrando en la actualidad un auge creciente, siendo aplicables a un dilatado rango de problemas, bien sea como estrategia única, o más frecuentemente, dentro de programas multicomponente. Dentro del ámbito de la salud, aplicados al establecimiento de hábitos saludables y a la eliminación o corrección de conductas de riesgo, jugando un importante papel en la prevención y promoción de la salud.
En efecto, buena parte de los comportamientos de riesgo se mantienen por las consecuencias positivas inmediatas, las cuales prevalecen sobre las consecuencias negativas a largo plazo. Por ejemplo, la conducta de fumar se mantiene por el placer subjetivo; del mismo modo, la ingesta excesiva de dulces se ve reforzada inmediatamente por el sabor agradable. En ambos casos, cada emisión de la conducta conlleva contingencias positivas inmediatas y altamente probables. Alternativamente, los comportamientos de salud (realización de ejercicio físico) conllevan consecuencias negativas inmediatas, apareciendo consecuencias positivas únicamente a largo plazo.
A través de las técnicas de autocontrol se favorece y facilita la realización de comportamientos de salud, al mismo tiempo que se dificulta o impide la emisión de conductas de riesgo. Para conseguirlo se utilizan diversas estrategias basadas en:
  • Autoobservación y autorregistro, ofrecen un feedback inmediato de los progresos.
  • Establecimiento de objetivos a corto, medio y largo plazo, ajustados a la realidad.
  • Planificación ambiental, eliminando o restringiendo los estímulos desencadenantes de las conductas de riesgo y favoreciendo, en cambio, la aparición de aquellos otros que facilitan el comportamiento de salud. Se lleva a cabo fundamentalmente mediante control de estímulos, incluyendo también contratos de contingencias.
  • Programación de consecuencias, básicamente en forma de refuerzo y castigo autoimpuestos.
Entre las estrategias más utilizadas en el ámbito de la salud, cabe destacar:
  1. Para el control de la ingesta y el establecimiento de hábitos de alimentación adecuados.
  2. Para el establecimiento de hábitos regulares de ejercicio físico
  3. En el tratamiento de conductas adictivas, tales como el consumo de tabaco
También pueden utilizarse procedimientos de autocontrol para incrementar la adherencia a los tratamientos médicos, o a la toma de precauciones en las relaciones sexuales, así como el tratamiento de los problemas del sueño, especialmente insomnio.
Una variante de las técnicas de autocontrol, de utilidad en el ámbito de la salud, es el entrenamiento en administración del tiempo que permite racionalizar la utilización del tiempo mediante el aprendizaje de un estilo de vida que incluya las actividades laborales de forma racional y permita al individuo disponer de tiempo para el descanso y el ocio.
Estos procedimientos tienen especial interés para el control del estrés y, por ende, para el tratamiento y prevención de los distintos trastornos relacionados con él; así mismo, pueden jugar un papel esencial en el tratamiento de los sujetos que presentan patrón de conducta Tipo A.

TÉCNICAS COGNITIVAS

Las técnicas cognitivas abarcan un conjunto muy amplio de procedimientos y estrategias con objetivos diversos. Estas técnicas pueden centrarse en los siguientes aspectos de la actividad cognitiva:
  • Sucesos o acontecimientos cognitivos, tal como ocurre en el Entrenamiento Autoinstruccional de Meichenbaum, que tiene como objetivo la modificación del diálogo interno o autoinstrucciones, o en la Terapia Cognitiva de Beck, cuando se trabaja en la modificación de los pensamientos automáticos.
  • Procesos cognitivos, tal es el caso de la Resolución de Problemas de D'Zurilla, la Solución de Problemas de Spivack y Shure o la modificación de estilos atribucionales y errores de inferencia o deducción, dentro de la Terapia Cognitiva de Beck.
  • Estructuras cognitivas (esquemas, creencias), tal como ocurre en la Terapia Racional.Emotiva de Ellis o la Terapia Cognitiva de Beck.
  • Habilidades de afrontamiento, caso de la Inoculación de Estrés de Meichenbaum, el Entrenamiento en el Manejo de Ansiedad de Suinn y Richardson o la Desensibilización de Autocontrol de Goldfried.
Por otra parte, las técnicas cognitivas suponen la aplicación de procedimientos conductuales, si bien aquí se usan como experimentos para modificar o generar creencias, procesos o contenidos de pensamiento que, una vez alterados u optimizados, producirán un cambio consistente y efectivo en el comportamiento.
La aplicación de las técnicas cognitivas en el ámbito de la psicología de la Salud se ha extendido ampliamente en las dos últimas décadas

Entrenamiento autoinstruccional y control del diálogo interno

Aquello que las personas se dicen a sí mismas, las autoverbalizaciones o autofrases, guían o dirigen la conducta hacia sus objetivos, sirven para iniciar y perseverar, orientar la conducta, o bien para interrumpir cadenas de conducta. El entrenamiento Autoinstruccional es un importante procedimiento para el control de la conducta. Los pasos de que se compone básicamente son:
  • Autoobservación y autorregistro del autodiálogo.
  • Definición del problema.
  • Aproximación al problema.
  • Focalización de la atención.
  • Autorrefuerzo "me fijo en lo que voy consiguiendo y tengo que felicitarme por ello".
  • Verbalizaciones para hacer frente a los errores.
  • Autoevaluación.
  • Autorrefuerzo.
La autoobservación y el autorregistro del diálogo interno y de sus efectos en el comportamiento es un aspecto esencial para su modificación.
El entrenamiento autoinstruccional en el ámbito de la Psicología de la Salud se ha utilizado en las siguientes áreas:
  1. Entrenamiento de niños hiperactivos e impulsivos
  2. Entrenamiento para superar dificultades de aprendizaje, escritura, dibujo o mejora en solución de problemas.
  3. Entrenamiento para mejorar habilidades interpersonales en el aula, atención al profesor o creatividad.
  4. Entrenamiento en control del estrés y trastornos de ansiedad.
  5. Tratamiento de problemas de autocontrol relacionados con dificultades de resistencia a la tentación, demora de la gratificación, tolerancia a estimulación aversiva o control de la ira.
Solución de Problemas

El término solución de problemas se refiere al proceso cognitivo, emocional y conductual a través del cual un individuo, o grupo, identifica o descubre medios efectivos de enfrentarse con los problemas que se encuentra en la vida diaria. Incluye, tanto la generación de soluciones alternativas, como la toma de decisiones o elección conductual. Constituye un proceso de aprendizaje, una técnica de automanejo y una estrategia de afrontamiento.
El Entrenamiento en Solución de problemas sociales de D'Zurilla, consta de 5 fases: 1) orientación general al problema, 2) definición y formulación del problema, 3) generación de soluciones alternativas, 4) toma de decisiones, y 5) puesta en práctica y verificación de la solución.
Dentro del ámbito de la Psicología de la Salud, las áreas de mayor utilización son:
  1. Control del estrés, ansiedad e ira
  2. Intervención en crisis: divorcio, separación, muerte
  3. Control de comportamientos adictivos
  4. Trastornos de la alimentación
  5. Entrenamiento de madres con hijos con problemas de conducta.
  6. Solución de problemas de la vida diaria asociados a enfermedades crónicas.
  7. Problemas de adherencia a tratamientos médicos
Reestructuración Cognitiva

Las terapias de reestructuración cognitiva se fundamentan en la consideración de que las personas enfrentadas a situaciones estimulares no responden automáticamente, sino que, antes de emitir una respuesta emocional o conductual, perciben, clasifican, interpretan, evalúan y asignan significado al estímulo, en función de creencias o supuestos tácitos contenidos en esquemas cognitivos.
Las terapias de reestructuración cognitiva más reconocidas y aplicadas son la Terapia Racional-Emotiva de Ellis y la Terapia Cognitiva de Beck.
La terapia Racional-Emotiva de Ellis tiene como objetivo modificar el comportamiento a través de la modificación de creencias irracionales, desadaptativas, para lo cual utiliza estrategias de identificación de creencias, discusión, análisis lógico, reducción al absurdo, etc.; así como técnicas conductuales para probar la invalidez de las ideas irracionales, erradicarlas y sustituirlas por pensamientos adaptativos.
La Terapia Cognitiva de Beck es una intervención terapéutica activa, de tiempo limitado, que utiliza una combinación integrada de técnicas cognitivas y conductuales, con el objetivo de a) eliminar los síntomas conductuales, fundamentalmente mediante la identificación y eliminación de pensamientos automáticas negativos, y b) prevenir las recaídas. Este procedimiento se desarrolla en un marco de empirismo colaborativo en el que se anima a los pacientes a tratar sus pensamientos y creencias como hipótesis que deben ser comprobadas empíricamente, apoyándose sobre todo en las consecuencias de sus conductas para obtener pruebas de realidad. Se usa la propia experiencia del paciente. Todo el proceso se estructura bajo un modelo de entrenamiento en habilidades, con el objetivo de ayudar a los pacientes a desarrollar estrategias, que les puedan ser útiles una vez terminada la terapia, para identificar y modificar pensamientos y creencias disfuncionales.
Las técnicas de reestructuración cognitiva se han aplicado con éxito contrastado en trastornos de depresión y otros trastornos emocionales, si bien, su uso se ha generalizado a cualquier trastorno en el que el control del estado emocional sea relevante. En Psicología de la Salud, las áreas de mayor aplicación han sido:
  1. Trastornos de alimentación
  2. Trastornos adictivos
  3. Mejora de la autoestima en imagen corporal
  4. Prevención de trastornos de ansiedad y depresión y mejora de la calidad de vida en pacientes con cáncer.
  5. Control de estados emocionales negativos de ansiedad y depresión y mejora de calidad de vida en enfermedades crónicas tales como el asma o la diabetes.
  6. Reducción del impacto emocional y adaptación tras el infarto de miocardio
  7. Tratamiento del dolor crónico
  8. Adaptación y mejora de la calidad de vida en amputados
  9. Afrontamiento del estrés en personal sanitario y prevención y tratamiento del síndrome de burnout.
Entrenamiento en Inoculación de Estrés

El Entrenamiento en Inoculación de Estrés es un procedimiento a través del cual las personas aprenden a conceptualizar y valorar adecuadamente las demandas estresantes, adquieren un repertorio de habilidades para afrontar el estrés y lo practican exponiéndose ante distintos tipos de acontecimientos estresantes graduados en intensidad creciente, aumentando así su resistencia ante el estrés.
El Entrenamiento en Inoculación de Estrés se compone de tres fases :
  1. Educación o conceptualización, el terapeuta instruye al paciente o cliente acerca de en qué consiste su problema o acontecimiento estresante o doloroso al que se enfrenta, cómo puede controlarse, los recursos con los que cuenta y las estrategias, que una vez aprendidas, le dotarán de los medios para superar y resistir el estrés.
  2. Adquisición de habilidades, tales como relajación, resolución de problemas, habilidades sociales, etc. Se enseña al paciente a descomponer el acontecimiento estresante en segmentos, a identificar, en cada uno de ellos, los pensamientos catastrofistas o negativos, y a sustituirlos por otros positivos.
  3. Fase de aplicación. Se expone al paciente a los estímulos estresantes en intensidad creciente y de forma variada, para ensayar las habilidades aprendidas, mejorar su nivel de autoeficacia y su sentido de dominio personal del estrés.
La utilización del Entrenamiento de Inoculación de Estrés en el ámbito de la Psicología de la Salud, ha sido muy amplia. Entre las aplicaciones:
  1. Afrontamiento del estrés
  2. Preparación para intervenciones médicas
  3. Tratamiento del dolor agudo: unidades de quemados
  4. Tratamiento del dolor crónico
  5. Tratamiento psicológico de la hipertensión
  6. Control del patrón de conducta Tipo A y de la ira o la hostilidad
  7. Trastornos crónicos (diabetes, asma)
  8. Entrenamiento en manejo de situaciones estresantes y prevención del burnout en grupos profesionales del ámbito sanitario, además de policías, atletas, maestros, etc.
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES

Las habilidades sociales son las capacidades de las personas para percibir, entender y responder de forma adecuada en las situaciones sociales y, en especial, al comportamiento de los demás. En el ámbito de la salud son fundamentales para asegurar la adecuada atención sanitaria, la comunicación óptima profesional de la salud con los pacientes y familiares, así como entre los miembros del equipo sanitario.

Habilidades sociales en los profesionales de la salud

El personal de atención sanitaria debe poseer las habilidades sociales necesarias para asegurar:
  • El establecimiento de una relación de confianza con el paciente que permita la adecuada evaluación y recogida de información diagnóstica.
  • La mejora de la satisfacción con la atención y disminución del impacto estresante de la hospitalización, de la aplicación de pruebas diagnósticas y de los tratamientos médicos.
  • La emisión adecuada del diagnóstico y el pronóstico.
  • El saber dar las malas noticias
  • La adherencia por parte del paciente al tratamiento.
Tal como resume Bayés, las habilidades básicas que debe exhibir el profesional sanitario son las siguientes:
  • Ser capaz de mostrar empatía con el enfermo.
  • Graduar, en la medida de lo posible, la información negativa que le proporciona
  • Proporcionar mensajes cortos y con esperanza, en un lenguaje claro y comprensible.
  • No mentir
  • Ser asequible y estar disponible
  • Procurar que la información posea un alto grado de congruencia con la que suministra a los demás profesionales sanitarios que atiendan al mismo enfermo
  • Facilitar las condiciones para que el enfermo y familiares puedan expresar libremente sus emociones
  • Saber aguantar los silencios
  • No temer preguntar
  • Ser capaz de escuchar con atención al paciente sin interrumpirlo
  • Ser capaz de explorar los temores, preocupaciones y recursos del paciente y sus familiares
  • Tratar de evitar la sobreprotección del enfermo y fomentar en él la máxima percepción de control.
  • Evitar los indicios innecesarios de empeoramiento
  • Cuando el enfermo pregunta o comenta su estado de forma pesimista, no utilizar expresiones verbales cerradas, las cuales cortan la comunicación.
  • Ayudar al paciente a priorizar sus objetivos, ofrecerle alternativas y sugerirle posibles caminos.
  • No tirar nunca la toalla
  • Pedir ayuda a un profesional especializado para la adopción de estrategias específicas.
Con respecto a lenguaje verbal, debe cumplir:
  • Atención
  • Comprensión
  • Relevancia personal
  • Credibilidad
  • Aceptabilidad
Con respecto al lenguaje no verbal, deben cuidarse:
  • La expresión facial
  • La mirada
  • La postura
  • Los gestos
  • La proximidad física
  • El contacto físico
  • Las claves vocales, como tono, volumen, velocidad…
  • La apariencia personal
Así mismo, las habilidades sociales son un elemento esencial para el adecuado mantenimiento de un clima social satisfactorio.

Habilidades sociales en pacientes

La adquisición de competencias sociales es un aspecto básico para el mantenimiento de la salud y del bienestar, y es muy positivo para la recuperación de la salud en los enfermos y la adaptación y el mantenimiento de la calidad de vida en trastornos crónicos.
En primer lugar, va a permitir contar con una buena red de apoyo social que es un importante predictor de mantenimiento de hábitos saludables, de realización de pruebas de screening y revisiones periódicas, así como de adherencia a los tratamientos médicos y del bienestar y calidad de vida ante enfermedades crónicas.
En segundo lugar, frente a una enfermedad, el paciente debe mantener comportamientos asertivos y de relación social que le permitan establecer adecuadas relaciones con el personal de atención, informarse del diagnóstico, pronóstico, calidad del tratamiento y asegurar sus derechos de forma adecuada.
En tercer lugar, tanto el paciente como sus familiares deben aprender a manejar el estrés, comunicar sus sentimientos y necesidades de forma adecuada y controlar problemas de interacción personal asociados a la enfermedad.
Finalmente, en el caso de trastornos crónicos pueden presentarse problemas relacionados con la autoestima, dificultades de comunicación y aislamiento social. El Entrenamiento en habilidades sociales es un aspecto necesario para el mantenimiento de la calidad de vida y para abordar problemas de comunicación específicos que afectan negativamente a las relaciones sociales.

CONSIDERACIONES FINALES

La Modificación de Conducta proporciona una serie de técnicas fundamentadas en la Psicología Experimental que ofrecen criterios objetivos para la valoración de la eficacia de la intervención. Esta se establece mediante la determinación de la consecución de los objetivos a medio y largo plazo y del grado de satisfacción del propio paciente. La pertinencia de una técnica dada, y su elección, ha de venir siempre determinada por el análisis individualizado del caso y por los objetivos concretos del tratamiento, adaptándose a las capacidades y necesidades del paciente.
La intervención psicológica en el ámbito de la salud ha de ir precedida de una valoración rigurosa de las necesidades y posibilidades de intervención que permita determinar las aportaciones concretas que puede realizar el psicólogo. No olvidar que este tipo de intervenciones suele enmarcarse dentro de tratamientos y equipos multidisciplinares.
Atendiendo a estas consideraciones, las intervenciones conductuales en el ámbito de la salud adoptan formas muy diversas que incluyen desde intervenciones comunitarias (esenciales en los programas de prevención primaria), hasta grupales e individuales, intentando siempre llegar al mayor número de sujetos con el menor coste posible, y ajustando los programas a las posibilidades reales de los sujetos y a los recursos disponibles. El concepto de sujeto adopta así mismo una consideración amplia en este ámbito e incluye a todas aquellas personas afectadas por la enfermedad o implicadas en su tratamiento y asistencia, es decir, el propio paciente, pero también sus familiares y el personal sanitario y de servicios sociales, en sus diversos estamentos.
Todas estas circunstancias hacen que buena parte de los programas a utilizar no sean aplicados directamente por el psicólogo, por lo que es frecuente el recurso al entrenamiento de paraprofesionales (sanitario, personas de organizaciones no gubernamentales..) que actuarán como agentes de tratamiento. No obstante, la intervención mediante paraprofesionales no siempre es posible o aconsejable. Así, los procedimientos operantes resultan especialmente adecuados para este tipo de aplicaciones, mientras que otras técnicas, más complejas en su ejecución, requieren de una formación especializada, y suelen quedar reservadas al psicólogo. En cualquier caso, corresponde al modificador de conducta el cometido de la evaluación y el diseño del programa de intervención, los cuales requieren una preparación profesional específica.
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Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Hipertensión Arterial

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EVALUACIÓN COMPORTAMENTAL

El sistema de evaluación más comúnmente utilizado ha consistido en la mera distinción entre normotensión e hipertensión, pero esta evaluación presupone que, los procesos de regulación que están actuando son homogéneos; sin embargo, dentro de la normotensión nos podemos encontrar tanto con personas con una presión normal-alta, y dentro de la hipertensión arterial nos podemos encontrar, a su vez, distintos grados de establecimiento. Por el contrario, el establecer un mayor número de entidades clasificatorias hace más complejo el proceso de evaluación.
Esta evaluación más compleja proporciona una información mucho más precisa y permite realizar una verdadera evaluación comportamental frente a la mera distinción de niveles por encima o por debajo de los valores hipertensivos, que son fruto, la mayoría de las veces, de una medición “asituacional” o “causal”. Las mediciones “causales” o asituacionales realizadas en el contexto clínico son habitualmente superiores a las realizadas en el ambiente natural del paciente.
Además de evaluar los factores hemodinámicos, será necesario evaluar factores psicosociales y facilitares.

Evaluación de factores hemodinámicos

La existencia de distintos momentos en el establecimiento de la hipertensión esencial, hacen necesaria una puntual evaluación psicofisiológica del estado actual del trastorno en cada persona, para una correcta selección de las técnicas y objetivos a plantearse con el tratamiento. Para la realización de tal evaluación habrá de obtenerse información de la presión arterial, tanto sistólica como diastólica, y de la salida cardíaca o de la tasa cardíaca, usándose comúnmente esta última como estimación de la anterior, por ser más fácil su medición.
Las condiciones bajo las cuales debe realizarse la medición deben comprender, por un lado, una medición basal que sirva como línea base de referencia, para cuya realización puede utilizarse un período entre 10 y 20 minutos de relajación y, por otro lado, una medición bajo influencias principalmente beta y alfa-adrenérgica, para lo cual se pueden emplear condiciones de afrontamiento activo y pasivo respectivamente. En tales condiciones los patrones psicofisiológicos que aparezcan, permitirán determinar los componentes implicados en la elevación de la presión y la fase hemodinámica en que se encuentra la persona.
La diferenciación entre una presión normal y una reactiva o normal-alta podremos realizarla comparando los resultados en tasa cardíaca y presión sistólica, para las condiciones de afrontamiento activo y pasivo. La tasa cardíaca se elevará entre un 10% y un 12%, en ambas condiciones en el caso de la presión normal y en la condición de afrontamiento pasivo en el caso de la presión reactiva; y entre un 20% y un 25% en la condición de afrontamiento activo en la presión reactiva. La presión sistólica presentará un perfil semejante, elevándose entre un 5% y un 8% en la presión normal y en el afrontamiento pasivo en la reactiva; elevándose entre un 8% y un 13% en el afrontamiento activo de los reactivos.
En todos los casos, los reactivos recuperan antes y los limítrofes mantienen por más tiempo las elevaciones. Para el afrontamiento pasivo, los limítrofes presentarán elevaciones en la presión diastólica ligeramente superior a los reactivos.
Por ultimo, cuanto más semejantes sean las elevaciones de las presiones sistólicas y diastólicas, o menores las diferencias en esta última entre afrontamiento activo y pasivo, mayor elevación de la resistencias periférica y, por tanto, mayor cronificación del trastorno.

Evaluación de factores psicosociales

En función del grado de establecimiento del trastorno (presión normal-alta, hipertensión limítrofe y de grado 1 o hipertensión de grados 2 y 3), habrá que prestar una mayor atención en la evaluación a unos u otros tipos de factores psicosociales.
De forma general, habrá que detectar si se han producido cambios en las situaciones o estilos de vida; así mismo habrá que evaluar los entornos estresantes y, de una manera especial, el estrés relacionado con el trabajo y con la familia, las habilidades sociales, los estilos de enfrentamiento, el autocontrol, la capacidad de resolver problemas y, por último, los factores de personalidad.
De todos estos factores, los que tienen una forma de evaluación más específica y operativa son los factores de personalidad recogidos en el patrón de conducta Tipo-A. Este patrón de conducta, en determinadas situaciones se presenta como una medida valida de reactividad y riesgo hipertensivo. Factores que componen el Tipo-A son: sobrecarga, impaciencia, hostilidad competitiva, dependencia social, pérdida de control, etc. El mejor instrumento para realizar tal evaluación es la propia Entrevista Estructurada de Friedman y Rosenman; las versiones en forma de cuestionarios e inventarios no se han mostrado validas como predictoras de trastornos hipertensivos.
La delimitación de las situaciones estresantes y la forma en que el sujeto responde ante ellas, es otro de los puntos importantes de la evaluación y, más concretamente, de cara a un entrenamiento para el manejo de tales situaciones.

Evaluación de factores facilitadores

La evaluación sobre los hábitos alimenticios y el número de cigarrillos que se fuman diariamente se llevará a cabo mediante técnicas de autoobservación, para lo cual se utilizarán tarjetas de autorregistro en las que deberá anotarse cada una de las conductas bajo observación. Por ejemplo, en el caso de los hábitos alimenticios se anotará el tipo de alimentos, la cantidad de sodio que contienen, la proporción de grasas y el valor calórico. Este autorregistro se mantendrá durante el proceso terapéutico, en el transcurso del cual se añadirá, en todos ellos, un apartado para anotar el objetivo o meta a lograr.

Registro de la presión

Además de los anteriores puntos de evaluación, es conveniente realizar un registro continuado de los niveles de presión arterial, tanto durante el período de evaluación, como durante el tratamiento. Es necesario que el propio sujeto realice, en dos o tres momentos del día, mediciones de las presiones sistólica y diastólica, y anote sus valores en una hoja de registro junto con las condiciones y estado emocional en que fueron realizadas. Así mismo es conveniente que se realicen varias medidas hasta que se estabilicen los valores, dados los efectos reactivos de la propia medición. La información que proporciona este registro de la presión es muy útil como control del proceso terapéutico.

TÉCNICAS DE TRATAMIENTO

Con la información obtenida de la evaluación es posible realizar una estimación del patrón hemodinámico que presenta la persona y, así, saber los principales mecanismos implicados en el trastorno (corazón, vasculatura, riñón, etc.). para el tratamiento de estos mecanismos deberán emplearse técnicas tanto más específicas cuanto más puntuales y fásicos sean y/o técnicas más generales cuanto más tónicos. En lo que se refiere a los factores psicosociales y facilitadores, su tratamiento dependerá del factor de riesgo que impliquen y de la incidencia que tengan en el mantenimiento de la actual fase de establecimiento del trastorno.
Un caso especial es el de las presiones de la categoría normal-alta, en las cuales aún no se ha producido el trastorno a tratar. No obstante, sería posible realizar un tratamiento preventivo.

Técnicas para el control de factores hemodinámicos

Las técnicas empleadas para el control de los distintos factores hemodinámicos que intervienen en la hipertensión son muy numerosas, pudiendo clasificarse en función de que intenten establecer un control de forma directa y específica o de forma indirecta, actuando más global e inespecificamente.

Control directo
Los métodos directos de control de factores hemodinámicos se han basado en técnicas de feedback para la reducción de la presión en sí misma, o para actuar sobre ella mediante otras actividades, o índices de actividades especialmente relevantes en la regulación de la presión.
El feedback de presión sistólica y diastólica han mostrado ampliamente su validez como técnicas terapéuticas. Sin embargo, la forma de medida no invasiva de la presión arterial presenta tales problemas para su utilización en entrenamiento de feedback, que ha sido necesario crear sistemas de detección específicos para que se ajusten a la técnica; entre estos sistemas cabe destacar los sistemas de ciclo rápido, sistemas de doble manguito, sistemas oscilométricos, sistemas de presión constante o sistemas de manguito con rastreo.
A pesar de los muchos intentos de acondicionar los sistemas de medida no invasivos de la presión para su uso en feedback, la solución adoptada ha surgido del empleo de índices de tal actividad; así, la velocidad de la onda de pulso es utilizada como índice de la presión diastólica y/o medida, y el tiempo de tránsito del pulso es utilizado como índice de la presión sistólica. Estas alternativas son en la actualidad las más empleadas, y su efectividad está ampliamente comprobada.
Además de la presión arterial y sus índices, el interés por el control de actividades especialmente relacionadas con el funcionamiento miocardial, ha hecho que se desarrollen otro tipo de técnicas de feedback, como la amplitud de la onda T del ECG, la dP/dt, el período de pre-ejección miocardial, o el tiempo de tránsito del pulso entre la onda Q del ECG y el flujo sanguíneo periférico. Todas estas técnicas intentan ser un índice de la contractilidad miocardial y su empleo estaría especialmente indicado para el control de la presión normal-alta o de la hipertensión limítrofe; sin embargo, su uso se encuentra restringido por los múltiples problemas de tipo metodológico que presentan, siendo sustituidos por la tasa cardiaca, como un índice de la actividad miocardial menos problemático aunque mucho más impreciso, ya que refleja efectos tanto adrenérgicos como colinérgicos.
Un último tipo de feedback ha intentado servir como control sobre el metabolismo miocardial, utilizando un feedback compuesto de la presión sistólica y de la tasa cardíaca; los resultados no son concluyentes y su empleo está muy restringido.
En resumen, las técnicas directas pretenden ejercer cambios específicos sobre la actividad hemodinámica, además de ser susceptible su empleo para reducciones tanto tónicas como fásicas; consecuentemente, podrán ser utilizadas en cualquier fase del establecimiento de la hipertensión, aunque algunas, como el feedback de presión diastólica, no tendrían sentido en las primeras fases, y otras, como las de contractilidad miocardial, no lo tendrían en una hipertensión cronificada.

Control indirecto
Los métodos indirectos empleados en el control de la presión arterial se corresponden históricamente con los primeros intentos en este campo. El tipo de técnicas empleadas abarcan, desde la relajación y la meditación hasta entrenamiento en feedback.
Las técnicas de relajación que han probado su efectividad en la reducción de los niveles tónicos de la presión comprenden la relajación progresiva y variantes de ésta, como la relajación condicionada al metrónomo, el entrenamiento autógeno y la relajación hipnótica.
Las técnicas de meditación, la meditación trascendental, la respuesta de relajación y la relajación psicológica pueden ser beneficiosas, pero no para la totalidad de las personas, su utilidad se restringiría a las primeras etapas de establecimiento, siendo incluso contraindicado su uso en etapas de cronificación.
El empleo del entrenamiento en feedback de respuestas fisiolótgicas, indirectamente relacionadas con la regulación de la presión, se ha reducido al feedback de EMG, principalmente del músculo frontal, de la actividad electrodérmica y de la temperatura periférica; el uso de estos entrenamientos ha sido siempre acompañado de otras técnicas, en paquetes terapéuticos más amplios, por lo que no se puede saber puntualmente cuál ha sido su contribución al conjunto de los resultados; de cualquier forma, la efectividad mostrada por los citados paquetes los presenta como uno de los métodos más útiles de entre los existentes.
Una última técnica indirecta, es la REST (Terapia de Estimulación Ambiental Restringida), utilizada en algunos casos conjuntamente con la relajación progresiva. La inexistencia de trabajos controlados y el corto período de tiempo de existencia, no permiten extraer ninguna conclusión sobre su efectividad.
En resumen, todas las técnicas indirectas, a pesar de su diversidad, tienen unos puntos comunes entre sí; todas buscan una reducción de la actividad, especialmente de la tensión muscular, y todas focalizan la atención hacía un punto, ya sea interno o externo. El empleo de estas técnicas cobra especial sentido por sus menores requerimientos instrumentales; su utilización suele realizarse conjuntamente con otras técnicas y son escasas las referencias de su empleo en solitario.

Técnicas para el control de factores psicosociales

Abarcan prácticamente todo el abanico de técnicas existentes en Modificación de Conducta; sin embargo, los programas de manejo de la ansiedad y estrés son los que presentan una mayor incidencia, además de ser uno de los abordajes terapéuticos que suelen presentar mejores resultados.
A pesar de existir diferentes programas de este tipo, es el programa de Chandra Patel el que más se ha difundido. Consta de:
  • Entrenamiento en relajación autógena,
  • entrenamiento en feedback de actividad electrodérmica,
  • información acerca del trastorno,
  • entrenamiento en solución de problemas, e
  • instrucciones para aplicar lo aprendido con el programa en el enfrentamiento a las situaciones de la vida real.
Sobre la base del Programa de C. Patel, u otros equivalentes, suele montarse el paquete de técnicas de intervención terapéutica para los factores psicosociales, añadiendo, según los casos, entrenamiento en asertividad, habilidades sociales, autocontrol, etc. y sustituyendo, también según los casos, el entrenamiento en feedback de actividad electrodérmica por alguna técnica directa de control de factores hemodinámicos.
En todo lo que se refiere a los factores relacionados con el patrón de conducta Tipo-A, las técnicas cognitivas, y más específicamente la Terapia Racional Emotiva, se han mostrado eficaces en la reducción de este tipo de factores.

Técnicas para el control de factores facilitadores

Dado que la mayor parte de los factores facilitadores provienen de hábitos alimenticios inadecuados, las técnicas a emplear irán enfocadas a controlar la ingesta, tanto de alcohol, café, sodio o grasas, como de la dieta, en general, para mantener un peso normal y estabilizado. Igualmente, habrá de controlar el consumo de tabaco y de cualquier fármaco. Otro punto importante, es la cantidad de actividad física que, en caso de ser insuficiente, deberá complementarse con un entrenamiento en ejercicios físicos.
Todas estas intervenciones se realizarán mediante técnicas de autocontrol, haciendo especial hincapié en proporcionar información sobre los efectos de estos facilitadores, ya que por los períodos relativamente largos que tardan en hacer efectos, no siempre es fácil lograr la adherencia a esta parte del programa.

El diseño de la intervención

El programa de intervención terapéutica deberá ser realizado específicamente para cada persona y habrá de tener en cuenta la incidencia de los distintos tipos de factores que intervengan en el trastorno. La actuación parcial sobre alguno de los factores, aunque modifique los niveles de presión, no garantizará el éxito de la intervención.
Un problema adicional, es la posible medicación que se encuentre tomando la persona como tratamiento del propio trastorno hipertensivo. Cuando los fármacos sean de tipo diurético, no influirán ni sobre la evaluación hemodinámica ni sobre el tratamiento. Por el contrario, los fármacos beta-bloqueantes afectarán tanto a la evaluación como al tratamiento.

GUIA PARA LA INTERVENCION PSICOLOGICA

Como toda intervención psicológica, ésta debe iniciarse con una primera entrevista en la que se debe delimitar el problema, su historia y si la presión se encuentra o no controlada en ese momento. Habrá de prestarse especial atención a otra serie de condiciones, principalmente farmacológicas, que puedan producir elevaciones de la presión, como los antiflamatorios no esteroides, los contraceptivos orales y, ocasionalmente, los tratamientos hormonales sustitutivos, la cocaína y el regaliz.
La intervención psicológica debe realizarse siguiendo una serie de pasos que van delimitando distintos objetivos y métodos de actuación:

Primer paso.- Evaluación situacional de la presión arterial
Habitualmente, la detección y diagnóstico de la hipertensión se ha realizado en un contexto médico, donde las determinaciones de los niveles de la presión para su diagnóstico han sido realizadas de forma asituacional o “causal”, es decir, sin controlar las condiciones bajo las cuales se están produciendo tales niveles de presión. Tal forma de medida de la presión, tiende a proporcionar valores superiores a los ”reales”, sobre todo en el caso de la presión sistólica.
Ante tales diagnósticos hemos de tener especial precaución, puesto que algunas de las personas diagnosticadas como hipertensas son en realidad personas reactivas a las condiciones de medida. Es decir, estas medidas reflejan no sus valores habituales de presión, sino unos valores muy superiores, con lo cual las estimaciones utilizadas para su diagnóstico están falsamente alteradas a la alta.
Para controlar este tipo de situaciones es conveniente realizar una medición de la presión arterial que nos permita verificar si se están dando tales activaciones emocionales (reactividad) o, alternativamente llevar las condiciones de medida a un contexto distinto del clínico.
La verificación de una activación emocional, puede realizarse utilizando de forma simultánea otro índice de la activación emocional, al tiempo que realizamos la medida de la presión. Así, podemos utilizar un instrumento que nos permita realizar un registro continuado de la conductancia de la piel o la frecuencia cardíaca; de este modo podemos apreciar si este índice se ve sensiblemente alterado, desde el momento en que informamos al paciente de que vamos a proceder a medir su presión arterial hasta el momento en que terminamos tal procedimiento y, por lo tanto, detectar la existencia o no de una reactividad al procedimiento de medida.
Otra alternativa consiste en la utilización de un sistema de medida ambulatoria de la presión arterial, a lo largo de 24 horas. Si no se dispone de un equipo de medida ambulatoria, se entrenará al paciente en el uso de un esfignomanómetro de lectura automática, con el fin de que pueda cumplimentar un autorregistro, a lo largo de una semana, durante distintos momentos del día y en diversas condiciones.
La reactividad de medida es la causante de lo que en ámbitos clínicos se conoce mo la “hipertensión de bata blanca”, es decir, hipertensiones que son erróneamente diagnosticadas, debido a que la presión arterial se encuentra elevada durante el proceso de medida como consecuencia de una respuesta emocional. La primera actuación a realizar en el caso de detectar tal reactividad de medida consiste en la intervención mediante una DS.
Tanto si no hemos encontrado indicios de reactividad de medida, como si los resultados de la DS no llevan a la obtención de valores normotensivos, será necesario continuar la intervención, como se recoge en el siguiente punto.

Segundo paso.- Verificar la confluencia de factores de riesgo coronario.
Tiene como objetivo verificar si conjuntamente con la hipertensión se dan o no otros factores de riesgo, lo que supondrá, en caso afirmativo, que el tratamiento de la hipertensión no puede centrarse exclusivamente en este punto, sino que deberá abordar el tratamiento desde una perspectiva más general de prevención de factores de riesgo cardiovascular.
Cuando además de la hipertensión no se encuentran otros factores de riesgo el pronóstico de riesgo de accidente cardiovascular es bajo, cuando la hipertensión coincide con uno o dos factores de riesgo se considera medio, cuando coincide con tres o cuatro se considera de riesgo alto y cuando la hipertensión va acompañada de más de 4 factores de riesgo es muy alto.
Así pues, es crítica la evaluación de otros factores de riesgo que nos obliga a ampliar el objetivo terapéutico de la intervención, de la exclusiva reducción de los niveles de presión arterial, a la prevención de accidentes cardiovasculares, mediante la reducción de todos los factores de riesgo que presente el sujeto.

Tercer paso.- Programa de intervención primaria, estandarizada.
En el caso de que la reducción de la hipertensión sea el objetivo terapéutico de la intervención, tanto por ser el único factor de riesgo significativo que presente el paciente, como en un conjunto de intervención más amplio, el tercer paso a seguir se concreta en la realización de una primera intervención sobre la hipertensión, basada en un programa estandarizado que pueda ser realizada por cualquier clínico generalista.
Este planteamiento de un tratamiento no farmacológico de la hipertensión, se fundamente en una intervención en dos etapas secuenciales en el tiempo: una primera fase de intervención primaria, realizada por personal y medios no especializados y, si es necesaria, una segunda fase de intervención secundaria, realizada por personal y medios especializados.
El planteamiento de una intervención primaria y estandarizada viene avalado por las limitaciones de recursos que plantea la realización de los procesos de evaluación y tratamiento especializados, así como por la excelente relación coste/eficacia que ha mostrado este tipo de intervención.
Así pues el paquete terapéutico a utilizar en esta primera etapa de la intervención va a estar compuesto por una técnica basada en métodos indirectos para el control de la presión arterial. El objetivo de la mayoría de estas técnicas es conseguir una reducción de la actividad simpática y del tono muscular. Su utilización parece tener su máxima efectividad cuando se utilizan conjuntamente con otras técnicas de apoyo y no ellas solas.
Las técnicas indirectas abarcan, desde la relajación y la meditación, hasta entrenamiento en biofeedback. Todas las técnicas de relajación han probado su efectividad en la reducción de los niveles tónicos de la presión arterial; las técnicas de meditación se han mostrado efectivas en las primeras etapas y finalmente el empleo del entrenamiento en biofeedback EMG de la actividad electrodérmica y de la temperatura periférica, ha mostrado su efectividad en los trabajos, tanto experimentales como clínicos, en los que se ha empleado conjuntamente con otras técnicas.
El paquete terapéutico tendrá que contar también con técnicas para el control de los factores psicosociales y facilitadores que inciden sobre la hipertensión. En esta parcela, el entrenamiento en resolución de problemas y las técnicas de autocontrol emocional son los procedimientos más frecuentemente incluídos en los programas de manejo de ansiedad y estrés utilizados para el tratamiento de la hipertensión. Además deberán incorporarse a la intervención técnicas dirigidas al control de la ingesta, a fin de modificar los hábitos alimenticios inadecuados.
Como se ha visto, todo programa de intervención terapéutica debería ser realizado específicamente para cada persona y habría de tener en cuenta la incidencia de los distintos tipos de factores que intervinieran en el trastorno. Sin embargo, la complejidad y coste de tal tipo de tratamiento en este campo, hacen que su realización no sea posible en un centro no especializado o de atención primaria y, por tanto, tenga que estar reservado a un tratamiento especializado, realizado en centros, a su vez, altamente especializados.
Por el contrario, un programa de tratamiento en su primera etapa, debería poder realizarse según un programa terapéutico estandarizado, que sea implementado por procedimientos que no requieran de la realización de una evaluación compleja y que se compongan de técnicas que sean susceptibles de aplicarse incluso en grupos, para optimizar la razón costes/beneficios. La revisión de los trabajos controlados sobre intervención psicológica en hipertensión, ponen de manifiesto que los mejores resultados en reducción de los niveles de la presión arterial se obtienen mediante paquetes combinados.
Un posible paquete terapéutico para esta primera etapa de intervención primaria debería establecer tan sólo una breve línea base de una semana de duración de los propios niveles de presión arterial y mantener esta evaluación durante todo el tratamiento como control de sus efectos.
El paquete terapéutico en sí, que se aplicaría de forma estandarizada a todos los pacientes, estaría compuesto por una técnica indirecta de reducción de la presión, por ejemplo, mediante un entrenamiento en la relajación progresiva, unas técnicas de actuación sobre los factores psicológicos (ej: resolución de problemas) y, con respecto a los factores facilitadores, un programa para el control de la ingesta, así como del ejercicio físico; respecto a este último, la realización moderada de ejercicio aeróbico puede ser muy beneficiosa, mientras que, por el contrario, el ejercicio isométrico tiene los efectos contrarios y, por lo tanto, debe ser evitado.
Si una vez terminada la aplicación de este paquete, el paciente no presenta mejoría, se pasará a la segunda etapa del tratamiento, la cual debería realizarse en un centro especializado que daría lugar a una intervención personalizada y específica para cada paciente. La intervención primaria no habrá sido en ningún caso una perdida de tiempo, ya que el paciente habrá aprendido una serie de habilidades que le habrán preparado y facilitarán la realización de la propia intervención espcializada.
Así pues, una vez terminada esta primera fase, habrán de evaluarse de nuevo los niveles de la presión y, si las reducciones obtenidas no han sido suficientes para llegar a mantener unos valores normotensivos, será necesaria la aplicación de la segunda fase del tratamiento especializado, que deberá comenzarse con la realización de una evaluación específica que permita establecer el grado de cronificación de la hipertensión que presenta el paciente.

Cuarto paso.- Evaluación específica de factores hemodinámicos, así como otros factores que pueden estar implicados.
Tiene como objetivo la realización de una evaluación especializada de factores hemodinámicos, para establecer el grado de cronificación, así como la evaluación de otros factores.
Así, la realización de la evaluación comportamental de la hipertensión esencial, implica, a su vez, dos partes diferenciadas: por un lado, una evaluación psicofisiológica de los factores hemodinámicos y, por otra, la evaluación de los factores psicológicos y los asociados que puedan estar incidiendo en el mantenimiento de la elevación de la presión. También, es conveniente realizar un registro diario de la presión arterial y la frecuencia cardíaca.

Quinto paso.- Programa de intervención específica
Se trata de un tratamiento especializado, establecido en función de la información obtenida mediante la evaluación realizada siguiendo las indicaciones del paso anterior.

Sexto paso.- Seguimiento de la intervención y mantenimiento
Tiene como objetivo realizar un seguimiento y control de los efectos de la intervención, así como la realización de sesiones de mantenimiento. Este seguimiento debe realizarse no sólo después de terminar la intervención especializada expuesta en los pasos 4 y 5, sino también, y casi de una forma más especial, cuando el tratamiento ha dado por terminado en el paso 3 tras una intervención exitosa con el programa estandarizado.
Es de especial importancia realizar sesiones de control y recordatorias con una frecuencia entre 6 y 8 meses durante los dos años siguientes a la terminación del tratamiento.

Hipertensión controlada farmacológicamente

Una situación diferente es el caso de la hipertensión que se encuentra bajo control farmacológico. En tales situaciones los objetivos terapéuticos posibles son dos:
  • Aumento de la adherencia al tratamiento médico
  • Reducción de la medicación: en el caso de hipertensión correctamente controladas con medicación, pero que o bien el control se ha establecido con dos o más familias de fármacos y/o el tratamiento farmacológico altera severamente el bienestar del paciente, el objetivo de la intervención es reducir la dosis de un medicamento o eliminar uno cuando son varios los utilizados, manteniendo el control de la presión arterial. En tales casos, el entrenamiento en biofeedback de temperatura periférica es el tipo de intervención que ha presentado mejores resultados en este campo.
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