Tomaremos como referente a Jacques Lacan para definir la antropogénesis del sujeto: el sujeto que se constituirá, alcanzará su objetividad simbólica y su individualidad significante en una relación ternaria: a, a´, A
El primer momento de la constitución del sujeto es la situación especular (a-a´) del orden imaginario, donde el sujeto se aliena al deseo del otro (figura materna) y el segundo momento se caracteriza por la introducción del tercer elemento (A) como significante del Otro, que permite introducir como cultura, ley u orden simbólico encarnado en el Nombre del Padre e introducido por la palabra. De éste segundo momento emergería el sujeto, alienado al deseo del Otro (la Ley).
El sujeto quedará escindido. En un primer momento se constituye a partir del discurso del otro, por su prematuración, por su posición carencial que en el estadio del espejo logra unificar, unificar el cuerpo fragmentado a través de la alienación en el semejante; así logra una relación imaginaria que se establece en la relación dual madre-hijo, para luego introducirse en la relación edípica a través del discurso del Otro. Esto produce una pérdida para el sujeto, una pérdida irreductible del objeto del deseo, la palabra del Otro, articulada en y como un discurso constituye al sujeto en tanto escindido. El sujeto queda escindido, alienado en el discurso del Otro.
El sujeto queda simbolizado por un significante, si no queda simbolizado permanecerá en el plano imaginario (yo especular) constituyéndose como objeto del deseo del Otro, es decir, como falo, como significado de la carencia del Otro.
El primer momento de prematuración será el punto de partida de la constitución sobre la que se producirá la escisión del sujeto por la mediación del significante, para reestructurar lo vivido en función de la estructura edípica. Estructura que lo alienará del objeto del deseo por la introducción del tercero (cultura) que realizará un corte en la situación imaginaria dual.
Hay un pasaje del registro imaginario al simbólico, un pasaje del ser al tener, una falta en tener, por la cuál el deseo escapa a la demanda. Es un pasaje instituido por la escisión del sujeto, en cuanto significante de la cultura, por un lado, y, por el otro, constitución del inconsciente por el otro. Por ésto la historia del sujeto serán las resignificaciones significantes de los distintos momentos del acontecer.
Podemos intentar alcanzar al sujeto, producto de un discurso, desde la palabra, desde la dimensión en la que emerge la verdad.
Lacan define el inconsciente estructurado como un lenguaje.
El lenguaje como constitutivo del inconsciente, por lo cual será necesario enfocar el efecto de lo sincrónico sobre lo diacrónico, para aprehender las significaciones que brinda el significante por su función simbólica.
El lenguaje, encarnado en lo ternario de la estructura edípica, rescata al "infans", no singularizado, vacío, permitiendo que se constituya un sujeto singular objetivado pero atravesado, dividido.
Toma al lenguaje como la condición del inconsciente, esta estructura es idéntica a la del lenguaje en su dimensión sincrónica y se organiza con las leyes del discurso.
El inconsciente está regido por dos leyes: la metáfora y la metonimia (condensación y desplazamiento)
La primera, la metonimia es el desplazamiento significante, las relaciones de continuidad, las conexiones entre significantes. La relación palabra a palabra
La metáfora se define por la implantación de otro significante en la cadena significante, es la sustitución de un significante por otro. Es el lugar de la sutura entre lo real lo imaginario y lo simbólico, donde aparece el yo como metáfora del sujeto.
El sujeto al articular la cadena significante trae a la luz su carencia en ser y busca en el Otro el complemento; pero éste otro también es lugar de la carencia.
El deseo es el deseo del otro, desde la carencia en el objeto primordial materno, el sujeto buscará constantemente éso faltante, un complemento en el Otro, un objeto que no será aquél objeto perdido, sino un sustituto.
Así el deseo se desplazará permanentemente en la cadena metonímica, porque se busca algo que no se ha perdido, porque nunca se ha tenido.
Retomando el tema del sujeto, estructurado en un Discurso que lo constituye, lo posiciona en relación al deseo del Otro (lugar de la batería significante) podemos decir que su estructuración le permite acceder a un representante significante para otro significante, encontrar un lugar, una posición (el sujeto es lo que representa un significante para otro significante). El sujeto tiene que posicionarse, significar la falta originaria, su incompletud. Plantearse su existencia e identidad.
El posicionamiento del sujeto en el discurso constituyente implica su estructuración, ésto le permitirá construir o no la realidad, como lugar de lo simbólico, del reconocimiento.
Entonces, Lacan define al sujeto como efecto del significante, del lenguaje, en articulación con el campo del Otro.
El sujeto se constituye a partir de dos operaciones: la alienación y la separación
La alienación consiste en la inscripción del sujeto en el campo del Otro, pero por esta acción el sujeto sufre una sustracción irreductible, una división, el sujeto queda alienado de una parte de sí mismo, es un sujeto del inconsciente, nunca se conocerá completamente. El sujeto está escindido por el hecho de que es un ser hablante.
La separación consiste en buscar el deseo, que es siempre el deseo del Otro. El sujeto introduce una pregunta que le permite separarse del Otro: ¿qué quiere el Otro de mí?
El primer momento de la constitución del sujeto es la situación especular (a-a´) del orden imaginario, donde el sujeto se aliena al deseo del otro (figura materna) y el segundo momento se caracteriza por la introducción del tercer elemento (A) como significante del Otro, que permite introducir como cultura, ley u orden simbólico encarnado en el Nombre del Padre e introducido por la palabra. De éste segundo momento emergería el sujeto, alienado al deseo del Otro (la Ley).
El sujeto quedará escindido. En un primer momento se constituye a partir del discurso del otro, por su prematuración, por su posición carencial que en el estadio del espejo logra unificar, unificar el cuerpo fragmentado a través de la alienación en el semejante; así logra una relación imaginaria que se establece en la relación dual madre-hijo, para luego introducirse en la relación edípica a través del discurso del Otro. Esto produce una pérdida para el sujeto, una pérdida irreductible del objeto del deseo, la palabra del Otro, articulada en y como un discurso constituye al sujeto en tanto escindido. El sujeto queda escindido, alienado en el discurso del Otro.
El sujeto queda simbolizado por un significante, si no queda simbolizado permanecerá en el plano imaginario (yo especular) constituyéndose como objeto del deseo del Otro, es decir, como falo, como significado de la carencia del Otro.
El primer momento de prematuración será el punto de partida de la constitución sobre la que se producirá la escisión del sujeto por la mediación del significante, para reestructurar lo vivido en función de la estructura edípica. Estructura que lo alienará del objeto del deseo por la introducción del tercero (cultura) que realizará un corte en la situación imaginaria dual.
Hay un pasaje del registro imaginario al simbólico, un pasaje del ser al tener, una falta en tener, por la cuál el deseo escapa a la demanda. Es un pasaje instituido por la escisión del sujeto, en cuanto significante de la cultura, por un lado, y, por el otro, constitución del inconsciente por el otro. Por ésto la historia del sujeto serán las resignificaciones significantes de los distintos momentos del acontecer.
Podemos intentar alcanzar al sujeto, producto de un discurso, desde la palabra, desde la dimensión en la que emerge la verdad.
Lacan define el inconsciente estructurado como un lenguaje.
El lenguaje como constitutivo del inconsciente, por lo cual será necesario enfocar el efecto de lo sincrónico sobre lo diacrónico, para aprehender las significaciones que brinda el significante por su función simbólica.
El lenguaje, encarnado en lo ternario de la estructura edípica, rescata al "infans", no singularizado, vacío, permitiendo que se constituya un sujeto singular objetivado pero atravesado, dividido.
Toma al lenguaje como la condición del inconsciente, esta estructura es idéntica a la del lenguaje en su dimensión sincrónica y se organiza con las leyes del discurso.
El inconsciente está regido por dos leyes: la metáfora y la metonimia (condensación y desplazamiento)
La primera, la metonimia es el desplazamiento significante, las relaciones de continuidad, las conexiones entre significantes. La relación palabra a palabra
La metáfora se define por la implantación de otro significante en la cadena significante, es la sustitución de un significante por otro. Es el lugar de la sutura entre lo real lo imaginario y lo simbólico, donde aparece el yo como metáfora del sujeto.
El sujeto al articular la cadena significante trae a la luz su carencia en ser y busca en el Otro el complemento; pero éste otro también es lugar de la carencia.
El deseo es el deseo del otro, desde la carencia en el objeto primordial materno, el sujeto buscará constantemente éso faltante, un complemento en el Otro, un objeto que no será aquél objeto perdido, sino un sustituto.
Así el deseo se desplazará permanentemente en la cadena metonímica, porque se busca algo que no se ha perdido, porque nunca se ha tenido.
Retomando el tema del sujeto, estructurado en un Discurso que lo constituye, lo posiciona en relación al deseo del Otro (lugar de la batería significante) podemos decir que su estructuración le permite acceder a un representante significante para otro significante, encontrar un lugar, una posición (el sujeto es lo que representa un significante para otro significante). El sujeto tiene que posicionarse, significar la falta originaria, su incompletud. Plantearse su existencia e identidad.
El posicionamiento del sujeto en el discurso constituyente implica su estructuración, ésto le permitirá construir o no la realidad, como lugar de lo simbólico, del reconocimiento.
Entonces, Lacan define al sujeto como efecto del significante, del lenguaje, en articulación con el campo del Otro.
El sujeto se constituye a partir de dos operaciones: la alienación y la separación
La alienación consiste en la inscripción del sujeto en el campo del Otro, pero por esta acción el sujeto sufre una sustracción irreductible, una división, el sujeto queda alienado de una parte de sí mismo, es un sujeto del inconsciente, nunca se conocerá completamente. El sujeto está escindido por el hecho de que es un ser hablante.
La separación consiste en buscar el deseo, que es siempre el deseo del Otro. El sujeto introduce una pregunta que le permite separarse del Otro: ¿qué quiere el Otro de mí?
Leer más sobre: "Corrientes Actuales en Psicología"