Chapman y Chapman (1959). El principio de la inferencia probabilística supone que los sujetos muestran una consistencia interna en su razonamiento, pero con una regla errónea. Esta regla errónea conduce a que los sujetos consideren que aquellas entidades que comparten determinadas propiedades tendrán mayor probabilidad de compartir otras relaciones. La hipótesis sobre la conversión ilícita es, sin embargo, un error de la interpretación de la universal afirmativa y de la particular negativa, sin aludir al efecto atmósfera y sin hacer referencia a una regla de inferencia falaz.
El error por la conversión ilícita de las premisas ocurre cuando se interpreta que la premisa universal afirmativa (A) “Todos los A son B” es equivalente a “Todos los B son A” y que la premisa particular negativa (O) “Algunos A no son B” es equivalente a “Algunos B no son A”. Conviene señalar que esta conversión es lícita para las premisas en el modo universal negativa (I) “Ningún A es B” y particular afirmativa (E) “Algunos A son B”.
También se encontró que el contenido temático puede facilitar el razonamiento silogístico, dado que el proceso de conversión se puede bloquear cuando el contenido da lugar a premisas que entran en conflicto con el conocimiento del sujeto. Según Revlin y Leirer, el razonamiento silogístico con contenido es mejor que el abstracto porque el contenido bloquea la conversión de las premisas en el proceso de codificación.
Con respecto al efecto del contenido, que en los trabajos de silogismos se conoce también como sesgo de creencias, ya Wilkins (1928) había encontrado que el contenido familiar facilitaba el rendimiento, pero que éste disminuía cuando el contenido entraba en conflicto con la estructura lógica.
En líneas generales, los resultados experimentales de los silogismos categóricos han puesto de manifiesto que los sujetos tienden a considerar que un argumento es válido si están de acuerdo con su conclusión, y que es falso si no lo están. Además, Evans, Barston y Pollard (1983) encontraron una interacción entre validez lógica y credibilidad de las conclusiones, siendo el efecto mayor para los silogismos inválidos que para los válidos.
Evans et al. Propusieron dos modelos para explicar cómo se realiza el proceso de evaluación de las conclusiones:
Tres tipos de estrategias:
Un silogismo inválido indeterminado daría lugar a conclusiones posibles pero no necesarias y los sujetos se encontrarían influidos por la credibilidad.
Cuando el silogismo es inválido determinado no se sigue ninguna conclusión y la credibilidad no ejerce ninguna influencia.
También Begg y Harris (1982) sostienen que los errores de razonamiento silogísticos se encuentran en la interpretación de las premisas, pero no por un proceso de conversión sino porque los sujetos interpretan los cuantificadores de acuerdo con la lógica de las convenciones lingüísticas y no con el significado propio de la lógica. Los sujetos interpretan los cuantificadores sólo de tres formas: ninguno como exclusión, algunos como intersección y todos como identidad.
De acuerdo con la máxima conversacional de cantidad se debe transmitir la mayor cantidad de información posible y no ocultar deliberadamente parte de la información (Grice, 1975).
Estas perspectivas teóricas defienden la racionalidad desde un modelo de convenciones lingüísticas en el que las reglas del lenguaje otorgan una lógica intuitiva o natural. Sin embargo, por el momento no hay datos experimentales suficientes como para poder decir que las interpretaciones “griceanas” constituyan la principal fuente de errores del razonamiento silogístico.
Los modelos de conversión también han sido criticados porque no pueden explicar los efectos producidos por la figura del silogismo.
Cualquier modelo que pretenda explicar el razonamiento silogístico tendrá que contemplar los efectos encontrados tanto de los aspectos estructurales (modo y figura) del silogismo como del contenido.
El error por la conversión ilícita de las premisas ocurre cuando se interpreta que la premisa universal afirmativa (A) “Todos los A son B” es equivalente a “Todos los B son A” y que la premisa particular negativa (O) “Algunos A no son B” es equivalente a “Algunos B no son A”. Conviene señalar que esta conversión es lícita para las premisas en el modo universal negativa (I) “Ningún A es B” y particular afirmativa (E) “Algunos A son B”.
También se encontró que el contenido temático puede facilitar el razonamiento silogístico, dado que el proceso de conversión se puede bloquear cuando el contenido da lugar a premisas que entran en conflicto con el conocimiento del sujeto. Según Revlin y Leirer, el razonamiento silogístico con contenido es mejor que el abstracto porque el contenido bloquea la conversión de las premisas en el proceso de codificación.
Con respecto al efecto del contenido, que en los trabajos de silogismos se conoce también como sesgo de creencias, ya Wilkins (1928) había encontrado que el contenido familiar facilitaba el rendimiento, pero que éste disminuía cuando el contenido entraba en conflicto con la estructura lógica.
En líneas generales, los resultados experimentales de los silogismos categóricos han puesto de manifiesto que los sujetos tienden a considerar que un argumento es válido si están de acuerdo con su conclusión, y que es falso si no lo están. Además, Evans, Barston y Pollard (1983) encontraron una interacción entre validez lógica y credibilidad de las conclusiones, siendo el efecto mayor para los silogismos inválidos que para los válidos.
Evans et al. Propusieron dos modelos para explicar cómo se realiza el proceso de evaluación de las conclusiones:
- El modelo de escrutinio selectivo sostiene que los sujetos se centran primero en la conclusión del argumento y si ésta es coherente con su sistema de creencias, entonces la aceptan sin más. En otras palabras, si las conclusiones son creíbles, entonces los sujetos no se molestan en hacer un análisis lógico y sólo cuando las conclusiones son increíbles se procede al análisis lógico del silogismo.
Tres tipos de estrategias:
- “Sólo conclusión”.
- "De la conclusión a las premisas”
- “De las premisas a la conclusión”
- El otro modelo está basado en una mala interpretación del concepto de necesidad y sostiene que los sujetos en realidad no entienden la “necesidad lógica”. El modelo sostiene que cuando hay un argumento con conclusiones posibles, pero no necesarias desde el sentido lógico, los sujetos responden de acuerdo con la credibilidad de las conclusiones. De esta forma, se distingue entre un silogismo inválido determinado o indeterminado.
Un silogismo inválido indeterminado daría lugar a conclusiones posibles pero no necesarias y los sujetos se encontrarían influidos por la credibilidad.
Cuando el silogismo es inválido determinado no se sigue ninguna conclusión y la credibilidad no ejerce ninguna influencia.
También Begg y Harris (1982) sostienen que los errores de razonamiento silogísticos se encuentran en la interpretación de las premisas, pero no por un proceso de conversión sino porque los sujetos interpretan los cuantificadores de acuerdo con la lógica de las convenciones lingüísticas y no con el significado propio de la lógica. Los sujetos interpretan los cuantificadores sólo de tres formas: ninguno como exclusión, algunos como intersección y todos como identidad.
De acuerdo con la máxima conversacional de cantidad se debe transmitir la mayor cantidad de información posible y no ocultar deliberadamente parte de la información (Grice, 1975).
Estas perspectivas teóricas defienden la racionalidad desde un modelo de convenciones lingüísticas en el que las reglas del lenguaje otorgan una lógica intuitiva o natural. Sin embargo, por el momento no hay datos experimentales suficientes como para poder decir que las interpretaciones “griceanas” constituyan la principal fuente de errores del razonamiento silogístico.
Los modelos de conversión también han sido criticados porque no pueden explicar los efectos producidos por la figura del silogismo.
Cualquier modelo que pretenda explicar el razonamiento silogístico tendrá que contemplar los efectos encontrados tanto de los aspectos estructurales (modo y figura) del silogismo como del contenido.
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